Quien
transige, subvierte de alguna manera el orden de las cosas, porque la
transigencia lleva implícita una condición de aceptación parcial de lo que se
cree injusto. De manera que quien transige,
renuncia a un derecho para facilitar el entendimiento de las partes.
Acepta el olvido y se desprende “voluntariamente” de lo que fue su pertenencia.
Ah, pero quien transige lo suele hacer en beneficio colectivo y no para que una parte atropelle y someta a la otra. De manera que aquí en Venezuela en estos tristes quince años, no ha habido nunca una acción de diálogo constructivo, que pudiera considerarse como una genuina transigencia.
Por
eso, ahora que el gobierno insiste en avasallar y más aplasta y humilla, hay
que dejar a un lado la ambigüedad. No se puede a la misma vez, estar bien con
Dios y con el Diablo. Claro que tenemos derecho a la protesta. Eso nadie lo
pone en duda salvo el gobierno. Pero ojo,
no debe confundirse la protesta pacífica, con renunciar a la vía de la
desobediencia civil, las marchas y las concentraciones de calle. No solamente eso, sino tampoco renunciar al derecho a la
legítima defensa, para poner a cada quien en su justo lugar. Porque aquí todos
nos conocemos y sabemos de dónde venimos
y a que aspiramos como País.
El
pacifismo judío no evitó el holocausto. El pacifismo no funcionó ni funcionará
en Cuba mientras dure Fidel. Y si bien Gandhi al final tuvo éxito, fue porque
el imperio británico siempre defendió sus instituciones. Esa es la oscura
realidad que hoy ensombrece a la oposición venezolana. No pocos líderes de los
Partidos Políticos, no oficialistas, han venido convalidando esa trágica
opereta al fragor de la falta de institucionalidad.
El
ominoso comportamiento del gobierno para violar contumaz y sistemáticamente el
orden constitucional desde la Presidencia de la República, convirtió al país
democrático en una autocracia de estado.
La
Institucionalidad es una entelequia. Todos los Poderes Púbicos, responden inequívocamente al antojo del
gobierno. La estatización de la economía es un hecho reconocido
internacionalmente. La ideologización política desde los aparatos
gubernamentales se ha entronizado en todos los ámbitos de la sociedad.
El
Comandante del ejército de un País que no se encuentra en guerra, que hace un
llamado a la paz, declara su beligerancia.
Sobre todo, si se tiene en cuenta
que el Comandante anterior, impuso como
consigna de cierre en todos los actos militares, “Patria Socialista o Muerte”,
y afirmó constantemente en clara amenaza contra quien no le fuera
incondicional, “Quien no está conmigo, está contra mí”.
El
Armisticio no es con el Pueblo. Las cárceles, los colectivos armados, y la
guerrilla, bajo la óptica legal, están
bajo el control total y absoluto de las Fueras Armadas. La paz no puede parcelarse, los cementerios
sí.
lorenzogarciatamayo@hotmail.com
@lorenzogarciata
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