Nicolás
Maduro el 19F en un acto impulsivo e incontrolado, se atrevió a amenazar a los
venezolanos con la toma militar del Táchira, mediante el uso y empleo del
componente Aéreo, Ejército y Guardia Nacional para Liberar al Táchira del
Fascismo Político.
Poco antes, el Gobernador Ameliach había anunciado un
“Ataque Fulminante” en la población de Valencia.
Ambas actuaciones muestran una
máxima irresponsabilidad e inconsciencia de estos dos actores políticos que,
debido a su primitivo estilo y desconocimiento sobre el uso del elemento
armado, criminalizan la protesta social y la elevan casi hasta declarar una
hipotética Guerra Civil. Maduro y Ameliach, junto a Diosdado Cabello,
presidente de la Asamblea Nacional, se han convertido en bufos referentes del
uso de la violencia armada a partir del 18 de febrero, para intentar
amedrentar, contener y neutralizar la nueva protesta social que crece como
consecuencia de su torpeza, de sus limitaciones y su desconocimiento de los
Derechos Constitucionales, los cuales amparan a los ciudadanos venezolanos.
Gravísima y equívoca conducta, porque estos actores políticos del postchavismo,
no terminan de entender sobre la etiología y efectos de un conflicto social,
que de forma irresponsable y con ligereza, se permiten hasta llamar
públicamente a una Guerra Civil.
Nicolás Maduro, Ameliach y Cabello son
incapaces de aceptar que los venezolanos, después de quince años, están hartos
y, en consecuencia, dispuestos a contener el primitivismo político y la
herencia política de Chávez y sus ideas anacrónicas, sin sentido y lógica con
respecto a la política y al sistema político venezolano. Por ignaros e
indolentes, estos postchavistas no pueden comprender el vigor, la vitalidad y
la responsabilidad de numerosos venezolanos que ya han expresado su convicción
para producir un cambio por la vía constitucional, empleando, esta vez, el
instrumento legítimo y político de la protesta social.
Los
tres gobernantes, atormentados y llenos de pavor, emplean entonces la violencia
política instrumentando al elemento militar y se asustan porque los demócratas
reclaman un cambio de gobierno. Un cambio de gobierno porque lo que ha ocurrido
durante los últimos 10 meses es un franco desgobierno.
Franco desgobierno en el
cual se ha privilegiado la propaganda y la guerra psicológica, porque no
entienden de acciones políticas, ni políticas públicas, ni soluciones propias
de gobernantes. Tampoco pueden admitir que la sociedad venezolana agotó su
paciencia para tolerar a un grupo de militares y militaristas que como
gobierno, son incapaces para resolver los nudos de angustia que vive la
República, razón por la cual ha crecido y continuará creciendo la protesta
social en Venezuela. La protesta social –sépanlo- es el recurso civilizado de
los venezolanos para decirle “ya basta” al socialismo del siglo XXI.
La
protesta social constituye el instrumento idóneo para que el gobierno sepa, se
entere y termine de comprender que sus acciones han sido permanentemente
equivocadas y son contrarias y distantes a los intereses del venezolano. Los
venezolanos no aceptan, no toleran y no quieren ni pueden entender que el
recurso petrolero, o sea la renta petrolera, sea orientado en la región a
diferentes gobiernos con déficit democrático, cercanos al postmarxismo, en vez
de que los mismos sean orientados a las soluciones de los múltiples problemas
que padecen los venezolanos.
La protesta social igualmente rechaza el recurso
de la militarización de la política y la militarización de la sociedad por ser
contrario a la democracia, a la libertad y a la decencia; la protesta social es
contraria al engaño y a la conducta irresponsable de un gobierno que habla de
diálogo sin comprender que el mismo debe resolver las desigualdades políticas
vinculantes. La protesta social definitivamente constituye el instrumento
civilizado por excelencia para enfrentar la ideología del comunismo y el
comportamiento populista y arbitrario que pretende desarrollar Nicolás Maduro
excluyendo a más de la mitad de los venezolanos que rechazan su comunismo
disfrazado de Socialismo del siglo XXI.
Por
lo tanto, Nicolás Maduro, Cabello y Ameliach no pueden pretender, frente a la
protesta social, llamar a la Guerra Civil. Guerra Civil que a ellos les es
cercana por su condición de golpistas como militares y radicales como
comunistas en el ejercicio de la vida política. Para ellos el uso de la guerra
civil es un pretexto ante su grave ineptitud, la usan para tapar su incapacidad
por cuanto no han podido resolver el conflicto social venezolano. La Guerra
Civil para ellos es un maridaje entre la violencia criminal organizada de sus
colectivos armados como fuerzas paramilitares y el postchavismo; fuerzas
paramilitares nacidas y fomentadas durante el gobierno de Chávez con la
intención de emplearlas a futuro en esta Guerra Civil. Una Guerra Civil que
como conflicto violento, se propone aislar y neutralizar las organizaciones
políticas legítimas y naturales del Sistema Político Venezolano creando un
campo para una situación de excepción en el sistema que sería apoyada por el Tutelaje
Militar y la Cúpula Militar Sometida.
Esa Guerra Civil supuesta daría pie para
que recayera sobre todo el elemento militar la culpabilidad, insensatez e
ineptitud de una pandilla de gobernantes que no tienen sentido de la Historia.
La historia de la sociedad venezolana y también del sistema regional que como
parte de la historia pasada y presente, están atentos y prestos para impugnar
la absurda e incongruente intención política de gobernantes venezolanos
representantes del postchavismo que pudiera generar un evento de
características impredecibles en la ecuación política venezolana.
El
postchavismo y la Guerra Civil que anuncia Maduro y sus adláteres lo que
enuncia es la incapacidad de ellos como gobernantes que siguen convencidos de
una revolución y, por lo tanto, están sumamente cercanos creer en una Guerra
Civil. Una Guerra Civil que no termina de comprender la visión, interés y
propósito de la protesta social de la oposición. La oposición política
venezolana, por el contrario, cree en la protesta social y está convencida de
que no puede ni debe tolerar la tiranía de Maduro y su militarismo obsecuente,
oposición política que además está convencida de que su protesta social y la
Constitución son los pasos apropiados para la redemocratización de la República
y su propuesta para hacerlo orillando la absurda invocación o engendro colosal
de actores atormentados por la protesta categórica de los venezolanos.
La
oposición política en protesta social está consciente de que la Constitución,
así como ampara la protesta por legítima, facilita que la presión ciudadana
conduzca a que Nicolás Maduro entienda que su falta de facultad para gobernar
lo debe conducir a su renuncia.
Ese es un panorama de reclamo que comienza a
vislumbrarse en el Sistema Político Venezolano a partir de la dolorosa
circunstancia iniciada el 18F y que se vive en todo el territorio nacional, con
la generalización de la protesta social. Este gobierno ha decidido enfrentar
con una brutal represión militar a la oposición política dando muestras de
intolerancia, cobardía y falta de sentido de la historia a tal extremo que
anuncia una Guerra Civil. Nicolás Maduro, Cabello y Ameliach tienen que estar
conscientes y contestes de que los repúblicos de Venezuela – más del 50% de los
venezolanos – han decidido ejercer la protesta social quiéranlo o no ellos como
gobernantes, y esto es así, debido a que los venezolanos y su clase dirigente
en especial, están contestes de que hay una pérdida grave de legitimidad en el
sistema político y en las funciones que cumplen estos actores políticos. A
partir de esta pérdida de legitimidad, cualquier análisis del Sistema muestra
un punto de fractura y un posible desmoronamiento del Estado, entonces no es la
Guerra Civil la solución, ni mucho menos el uso del elemento militar contra la
protesta social.
Este grave momento irreversible del desmoronamiento del Estado
no le queda otra alternativa que renunciar o negociar con la oposición política
representada por la protesta social y entiéndase no se trata de que el gobierno
de Maduro lo quiera, lo que ocurre es algo muy simple que se le olvido a
Nicolás Maduro, Cabello y Ameliach, y eso es que quienes son y representan el
poder comitente o poder natural – más del 50% de los venezolanos- están
reclamando un cambio de actores políticos en las funciones de gobierno y el
mismo ocurrirá legítima y constitucionalmente por medio de la protesta social.
José Machillanda
jmachillanda@ceppro.org
@JMachillandaP
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