martes, 25 de febrero de 2014

JOSÉ MACHILLANDA, MADURO Y LA GUERRA CIVIL

Nicolás Maduro el 19F en un acto impulsivo e incontrolado, se atrevió a amenazar a los venezolanos con la toma militar del Táchira, mediante el uso y empleo del componente Aéreo, Ejército y Guardia Nacional para Liberar al Táchira del Fascismo Político. 

Poco antes, el Gobernador Ameliach había anunciado un “Ataque Fulminante” en la población de Valencia. 

Ambas actuaciones muestran una máxima irresponsabilidad e inconsciencia de estos dos actores políticos que, debido a su primitivo estilo y desconocimiento sobre el uso del elemento armado, criminalizan la protesta social y la elevan casi hasta declarar una hipotética Guerra Civil. Maduro y Ameliach, junto a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, se han convertido en bufos referentes del uso de la violencia armada a partir del 18 de febrero, para intentar amedrentar, contener y neutralizar la nueva protesta social que crece como consecuencia de su torpeza, de sus limitaciones y su desconocimiento de los Derechos Constitucionales, los cuales amparan a los ciudadanos venezolanos. Gravísima y equívoca conducta, porque estos actores políticos del postchavismo, no terminan de entender sobre la etiología y efectos de un conflicto social, que de forma irresponsable y con ligereza, se permiten hasta llamar públicamente a una Guerra Civil. 

Nicolás Maduro, Ameliach y Cabello son incapaces de aceptar que los venezolanos, después de quince años, están hartos y, en consecuencia, dispuestos a contener el primitivismo político y la herencia política de Chávez y sus ideas anacrónicas, sin sentido y lógica con respecto a la política y al sistema político venezolano. Por ignaros e indolentes, estos postchavistas no pueden comprender el vigor, la vitalidad y la responsabilidad de numerosos venezolanos que ya han expresado su convicción para producir un cambio por la vía constitucional, empleando, esta vez, el instrumento legítimo y político de la protesta social.

Los tres gobernantes, atormentados y llenos de pavor, emplean entonces la violencia política instrumentando al elemento militar y se asustan porque los demócratas reclaman un cambio de gobierno. Un cambio de gobierno porque lo que ha ocurrido durante los últimos 10 meses es un franco desgobierno. 

Franco desgobierno en el cual se ha privilegiado la propaganda y la guerra psicológica, porque no entienden de acciones políticas, ni políticas públicas, ni soluciones propias de gobernantes. Tampoco pueden admitir que la sociedad venezolana agotó su paciencia para tolerar a un grupo de militares y militaristas que como gobierno, son incapaces para resolver los nudos de angustia que vive la República, razón por la cual ha crecido y continuará creciendo la protesta social en Venezuela. La protesta social –sépanlo- es el recurso civilizado de los venezolanos para decirle “ya basta” al socialismo del siglo XXI. 

La protesta social constituye el instrumento idóneo para que el gobierno sepa, se entere y termine de comprender que sus acciones han sido permanentemente equivocadas y son contrarias y distantes a los intereses del venezolano. Los venezolanos no aceptan, no toleran y no quieren ni pueden entender que el recurso petrolero, o sea la renta petrolera, sea orientado en la región a diferentes gobiernos con déficit democrático, cercanos al postmarxismo, en vez de que los mismos sean orientados a las soluciones de los múltiples problemas que padecen los venezolanos. 

La protesta social igualmente rechaza el recurso de la militarización de la política y la militarización de la sociedad por ser contrario a la democracia, a la libertad y a la decencia; la protesta social es contraria al engaño y a la conducta irresponsable de un gobierno que habla de diálogo sin comprender que el mismo debe resolver las desigualdades políticas vinculantes. La protesta social definitivamente constituye el instrumento civilizado por excelencia para enfrentar la ideología del comunismo y el comportamiento populista y arbitrario que pretende desarrollar Nicolás Maduro excluyendo a más de la mitad de los venezolanos que rechazan su comunismo disfrazado de Socialismo del siglo XXI.

Por lo tanto, Nicolás Maduro, Cabello y Ameliach no pueden pretender, frente a la protesta social, llamar a la Guerra Civil. Guerra Civil que a ellos les es cercana por su condición de golpistas como militares y radicales como comunistas en el ejercicio de la vida política. Para ellos el uso de la guerra civil es un pretexto ante su grave ineptitud, la usan para tapar su incapacidad por cuanto no han podido resolver el conflicto social venezolano. La Guerra Civil para ellos es un maridaje entre la violencia criminal organizada de sus colectivos armados como fuerzas paramilitares y el postchavismo; fuerzas paramilitares nacidas y fomentadas durante el gobierno de Chávez con la intención de emplearlas a futuro en esta Guerra Civil. Una Guerra Civil que como conflicto violento, se propone aislar y neutralizar las organizaciones políticas legítimas y naturales del Sistema Político Venezolano creando un campo para una situación de excepción en el sistema que sería apoyada por el Tutelaje Militar y la Cúpula Militar Sometida. 

Esa Guerra Civil supuesta daría pie para que recayera sobre todo el elemento militar la culpabilidad, insensatez e ineptitud de una pandilla de gobernantes que no tienen sentido de la Historia. La historia de la sociedad venezolana y también del sistema regional que como parte de la historia pasada y presente, están atentos y prestos para impugnar la absurda e incongruente intención política de gobernantes venezolanos representantes del postchavismo que pudiera generar un evento de características impredecibles en la ecuación política venezolana. 

El postchavismo y la Guerra Civil que anuncia Maduro y sus adláteres lo que enuncia es la incapacidad de ellos como gobernantes que siguen convencidos de una revolución y, por lo tanto, están sumamente cercanos creer en una Guerra Civil. Una Guerra Civil que no termina de comprender la visión, interés y propósito de la protesta social de la oposición. La oposición política venezolana, por el contrario, cree en la protesta social y está convencida de que no puede ni debe tolerar la tiranía de Maduro y su militarismo obsecuente, oposición política que además está convencida de que su protesta social y la Constitución son los pasos apropiados para la redemocratización de la República y su propuesta para hacerlo orillando la absurda invocación o engendro colosal de actores atormentados por la protesta categórica de los venezolanos.

La oposición política en protesta social está consciente de que la Constitución, así como ampara la protesta por legítima, facilita que la presión ciudadana conduzca a que Nicolás Maduro entienda que su falta de facultad para gobernar lo debe conducir a su renuncia. 

Ese es un panorama de reclamo que comienza a vislumbrarse en el Sistema Político Venezolano a partir de la dolorosa circunstancia iniciada el 18F y que se vive en todo el territorio nacional, con la generalización de la protesta social. Este gobierno ha decidido enfrentar con una brutal represión militar a la oposición política dando muestras de intolerancia, cobardía y falta de sentido de la historia a tal extremo que anuncia una Guerra Civil. Nicolás Maduro, Cabello y Ameliach tienen que estar conscientes y contestes de que los repúblicos de Venezuela – más del 50% de los venezolanos – han decidido ejercer la protesta social quiéranlo o no ellos como gobernantes, y esto es así, debido a que los venezolanos y su clase dirigente en especial, están contestes de que hay una pérdida grave de legitimidad en el sistema político y en las funciones que cumplen estos actores políticos. A partir de esta pérdida de legitimidad, cualquier análisis del Sistema muestra un punto de fractura y un posible desmoronamiento del Estado, entonces no es la Guerra Civil la solución, ni mucho menos el uso del elemento militar contra la protesta social. 

Este grave momento irreversible del desmoronamiento del Estado no le queda otra alternativa que renunciar o negociar con la oposición política representada por la protesta social y entiéndase no se trata de que el gobierno de Maduro lo quiera, lo que ocurre es algo muy simple que se le olvido a Nicolás Maduro, Cabello y Ameliach, y eso es que quienes son y representan el poder comitente o poder natural – más del 50% de los venezolanos- están reclamando un cambio de actores políticos en las funciones de gobierno y el mismo ocurrirá legítima y constitucionalmente por medio de la protesta social.

José Machillanda
jmachillanda@ceppro.org
@JMachillandaP

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