Hablar de
chequeras en tiempos donde todo parece tener precio puede ser contraproducente,
porque nos lleva a un debate de fondo donde el gobierno es el menos favorecido:
El dinero como arma de chantaje.
En Venezuela desde hace mucho se repite un
refrán popular que dice “con moral no se come”, tal vez sea cierto, no estoy
por encima del bien y del mal para juzgar a alguien que deje principios a un
lado para darle de comer a su familia, pero no puedo dejar de admirar y poner
como ejemplo a aquellos, que aunque teniendo la misma necesidad, prefieren
dormir y verse al espejo tranquilos.
A muchos el
debate moral les causará risa, no es nada extraño, lo que vive nuestro país es
una profunda crisis moral. El mayor ejemplo lo dio esta semana el connotado
dirigente del oficialismo, hijo de la política de la petrochequera, Maglio
Ordoñez, quien se atrevió a cuestionar los resultados de la final del beisbol
profesional, teniendo como argumento, paradójicamente el poder del dinero.
Maglio, tras
dar muchas versiones sobre su comentario, dijo que se había dejado llevar por
un “momento de emoción” al escribir lo escribió, palabras más palabra menos:
que el Magallanes había ganado por tener “tremenda chequera”. Sin duda tuvo que
haber sentido mucha emoción para decir eso, porque el actual alcalde de Puerto
La Cruz llegó a donde llegó gracias al poder económico de un partido que se
mezcla con el Estado en todas las elecciones para mercadear apoyos con becas,
lavadoras y cocinas.
Los ahora “reyes de la chequera” hace 15 años apenas tenían una cuenta bancaria. Hoy usan y abusan de su poder para aplastar al contrario, para humillar al que piensa diferente, para sobornar al humilde, para jugar con el hambre. La política de la petrochequera humilla al pobre, crea ciudadanos dependientes que pierden la dignidad por necesidad. No hablaremos de quienes la perdieron por comunidad.
A quienes
pertenecen a esta nueva casta de políticos le hubiesen quitado el dinero y la
historia fuese otra, quizás serían exitosos beisbolistas o animadores de circo,
pero gobernantes no. Pero la realidad es la que tenemos hoy, fueron levantados
en hombros por los grandes intereses económicos y superaron a quienes al
principio los apoyaron. Son la nueva burguesía, poderosa y arrogante, que desde
las alturas se burla del pueblo y le pone precio a todo.
En el plano
internacional también ha sido así, dirigen el país como una sucursal de La
Habana, donde los chulos latinoamericanos vienen a pedir petróleo a cambio de
lealtad o silencio. Lo cierto es que los venezolanos que creemos en la
democracia hemos estado prácticamente solos en esta lucha, el mundo mira lo que
pasa aquí y guarda absoluto silencio, porque privan los intereses sobre
cualquier otra cosa.
Así es manejada
Venezuela, a “realazo” limpio, un país donde el dinero y la política marchan
agarrados de la mano, donde la abundancia se ha traducido en escasez de
valores, donde quien no tiene precio se lo ponen. Donde el silenció cuesta y
hay quienes están dispuesto a pagar por él. Esto es Venezuela, el país donde se
puede comprar casi todo, menos algunas conciencias.
Brian
Fincheltub
@Brianfincheltub
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