Si
hay un mal del cual han sido víctimas muchos pueblos y, muy particularmente,
nuestra nación es de la soberbia de sus gobernantes.
La
soberbia va más allá de un envanecimiento fatuo; la soberbia traspasa los
límites de la auto contemplación. Se caracteriza por el desprecio a quienes no
aceptan la imposición, la altanería y la injuria. El soberbio ultraja de
palabra y de acción; el soberbio no respeta ningún límite, pues en su mente
contaminada por el poder se cree digno de la obediencia y pleitesía de todos.
Una
persona soberbia va dejando huellas de amargura a su paso. Esta terrible huella
es como una onda expansiva que se extiende tanto como sea el campo de
influencia de dicha persona. Muy lamentablemente para nuestra nación, en el
gobierno hay una gran cantidad de gente cuya característica más sobresaliente no
es la que se esperaría de verdaderos líderes, cuya bandera debería ser la paz y
cuyo más alto fin debería ser el bien de la patria. Los gobernantes de nuestra
nación se caracterizan por una profunda soberbia que les ha carcomido el alma,
les ha incapacitado para ejecutar la justicia,
sin poder reconocer en cada habitante de esta nación a un venezolano con
todos los derechos concedidos por la Constitución; convirtiendo a nuestro país
en un campo minado de odio, desigualdad y menosprecio.
Lo
más relevante del soberbio no es su altanería, no es su inútil orgullo, sino la
insensatez que le hace tomar decisiones completamente alejadas de la razón.
Decisiones caprichosas que no miden consecuencias, ni siquiera cuando éstas
involucran vidas humanas. Decisiones que violan los principios de justicia y
libertad, que aunque no existieran en las leyes escritas, se encuentran
grabados como con cincel en el corazón de la humanidad. De tal manera que,
dichas acciones podrían siempre ser sometidas al juicio de cualquier hombre, en
cualquier lugar del mundo, de cualquier raza, condición o religión. Un ejemplo
que eriza la piel, acelera el corazón y no deja de horrorizarnos es el del
dictador de la Alemania nazi, el austriaco Adolfo Hitler, cuya soberbia lo
condujo a los actos más despiadados en contra del pueblo de Israel. Responsable
de la muerte de más de 6 millones de judíos, terminó acabando con su propia
vida.
También
el continente africano ha sido víctima de gobiernos presididos por hombres
crueles, cuya soberbia les ha conducido en un ambiente de segregación racial
entre hermanos, a la práctica de genocidios monstruosos, como el genocidio de
Ruanda, en el cual el gobierno Hutu, hegemónico de esta nación intentó el
exterminio total de la población Tutsi desde 1961 hasta1994. Se calcula que el
número de víctimas de este genocidio podría haber llegado al millón,
aproximadamente un 80% de la población Tutsi y un 11% de la población total.
Además, esta insensatez producto de la soberbia de unos pocos produjo el exilio
de dos millones de ruandeces al entonces Zaire, Tanzania y Uganda. Y como si
esto fuera poco, hoy en día se habla de la "venganza Tutsi" que
calladamente pero conducida por el más férreo odio ha cobrado un número
desconocido hasta ahora de víctimas.
En
nuestro continente tenemos otros ejemplos de líderes soberbios que causaron
verdaderas catástrofes en las naciones que tuvieron la desdicha de ser
dirigidas por estos usurpadores del poder. Sin ir muy lejos, los mejores amigos
del gobierno de Chávez y del actual régimen de Maduro, los hermanos Castro de
la isla de Cuba, perpetraron entre los años de 1959 y 1961 unos 18.000
fusilamientos, de acuerdo a la Fundación de los Derechos Humanos en Cuba.
Ejemplo este que nos mostró claramente cómo la soberbia de un líder puede
conducir a la insensatez colectiva, pues fueron centenares de cubanos quienes
exclamaron el grito: ¡Paredón! en un demencial apoyo a su líder cachucha verde
y su método de fusilamiento, cuando la prensa internacional publicó fotografías
de algunos fusilamientos con severas críticas al régimen cubano.
Todos
estos horrores fueron concebidos en mentes ególatras, alimentadas con la
soberbia de almas llenas de injuria. Recorrieron largos caminos hasta llegar a
su consumación, y ante los ojos vigilantes del mundo entero, para vergüenza de
todos, hicieron como quisieron; nada, ni nadie los detuvo. No se puede lograr
ningún bien sin justicia; no se puede saciar el hambre de unos quitándole el
pan a otros. No se puede inculcar la igualdad socialista haciendo ejercicio de
la más implacable desigualdad en la garantía de los derechos políticos,
económicos y humanos.
¡Es
tiempo de despojarnos de la soberbia!
"Antes del quebrantamiento es la soberbia,Y antes de la caída la altivez de espíritu.Mejor es humillar el espíritu con los humildesQue repartir despojos con los soberbios". Prov. 16:18-19.
rosymoros@gmail.com
http://familiaconformealcorazondedios.blogspit.com
@RosaliaMorosB
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