Si
algo de bueno llegó a tener el pasado evento comicial del 8D, estimo fue el
permitirnos visualizar sin ambages la realidad política del país. Hasta los más
connotados representantes del
electoralismo en nuestra Mesa de la Unidad Democrática (MUD) reconocen la
imposibilidad fáctica de vencer a la tiranía socialista en gobierno, bajo las
condiciones electorales fijadas por el CNE-PSUV.
La
anterior conclusión no deriva precisamente de la prenombrada cita electoral,
no. Es el producto de una agenda política iniciada por la Coordinadora Democrática
con el famoso Referendo Revocatorio Presidencial del año 2004, continuada por
nuestra MUD hasta el sol de hoy, cuyos resultados políticos se mantienen
invariables: El régimen siempre gana lo necesario para sostenerse en el poder.
Y
ciertamente no es solo el mérito del régimen gobernante la cabal ejecución de
una agenda electoralista con resultados tan favorables. Ha sido necesaria la
plena participación de una dirigencia demócrata organizada, absolutamente
incapaz de hacer valer la norma constitucional en defensa de nuestros derechos
electorales, todo por cuanto el electoralismo que ellos profesan tiene pertinencia solo en países bajo régimen
democrático; Venezuela dejó de serlo
desde aquel 11 de abril.
La
renuencia para aceptar tan evidente realidad ha hecho posible que un régimen
tiránico inviable per se (socialismo) no
solo ha permanecido en el poder luego de 14 años, además llegó a trascender la
vida de su fundador: el tirano Hugo Chávez. Para que ilustremos lo anterior
vale destacar la pésima calificación
obtenida por esta Venezuela, en todos los ámbitos socio-políticos de
objetiva medición: hambre, enfermedad, crimen.
Ante
ello, cabe retomar la agenda de protesta política pública, pacífica y no armada,
consagrada en la Carta Magna, de probada eficiencia para defenestrar así fuere
brevemente al tirano Hugo Chávez en el año 2002. La resistencia democrática
activa, como programa político de confrontación pacífica ante regímenes
inhumanos como el imperante en Venezuela, se caracteriza precisamente por la
protesta como bandera de lucha colectiva capaz de generar procesos constantes
de resistencia no violenta, hasta el logro de la restauración constitucional,
esta debe ser reasumida por el movimiento demócrata organizado, en nuestro caso
por la MUD, y para ello requerimos de una directiva nacional consustanciada con
dicha agenda.
Bajo
una agenda política basada en la resistencia democrática activa, las 75 alcaldías de la MUD y sus alianzas,
producto del 8D, podrían llegar a constituirse en formidables bastiones de
lucha política para la restauración constitucional, sí y solo sí tales
burgomaestres y respectivos concejales
asumen a plenitud lo que es su
deber patriótico en salvaguarda de la Carta Magna, repudiando en simultáneo
toda imposición socialista en contravención a tal deber. No por casualidad el
168 constitucional mantiene plena
vigencia. La paz, sin libertad ni dignidad lleva por nombre esclavitud. ORA y LABORA.
caballeropercival@hotmail.com
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