En
menos de una semana, el Ministerio Público ha acusado de corrupción a cuatro
exalcaldes que se atrevieron, en las pasadas elecciones municipales, a
presentar sus candidaturas sin el apoyo del PSUV o respaldaron a candidatos
distintos a los propuestos por los rojitos.
Acostumbrado
a someterse a todos los caprichos y exigencias del Ejecutivo, el mal llamado
Poder Moral exhibe nuevamente su precaria autonomía.
Por
más que la señora Ortega afirme que procede de acuerdo con los dictados de su
conciencia, lo cierto es que la mayoría del país cree que lo hace para
satisfacer las ansias de venganza de la dirigencia bolivariana que, a raíz de
las derrotas electorales en los municipios que antaño consideraba bastiones
exclusivos del chavismo, hoy busca cabezas de turco para que paguen las
torpezas del PSUV y sus aliados.
Como
Gregorio Samsa, el protagonista de una de las más leídas novelas de Franz
Kafka, “La metamorfosis”, que cuando “se despertó una mañana después de un
sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso
insecto”, así los exalcaldes Numa Rojas, Robert Ramos Castro, Fidel Palma y
Alejandro Reyes Alcalá se transformaron, de la noche a la mañana, en
abominables engendros contra quienes la jauría roja se lanza implacable en su
persecución azuzada por la Fiscalía.
De
esta manera, quienes osaron postularse para servir al ciudadano al margen del
oficialismo despertaron abruptamente de su justo sueño para sumirse en una
atroz pesadilla que compromete sus reputaciones, los hace blanco del escarnio
público y los coloca a las puertas de la cárcel.
No
es que salimos hoy a poner nuestras manos en el fuego en defensa de la
honorabilidad de los líderes hostigados. En lo absoluto.
Pero
sí podemos preguntarnos lo siguiente: ¿por qué, de ser ciertos los cargos, no
se les incriminó antes de la jornada comicial?
Esta
es una interrogante que no puede quedar en el aire porque las circunstancias
alrededor del caso sugieren que se trata de retaliación y venganza, de un
ordinario y evidente pase de facturas que, además, lleva implícita una clara
amenaza a quienes se atrevan a saltar la talanquera: “Mira lo que te espera si
te apartas del rebaño”.
Kafka,
que en sus escritos hizo de jueces y funcionarios temas recurrentes para
exponer la angustia que implica adentrarse en los laberintos de la burocracia y
la justicia, se hubiese estremecido ante una situación como la venezolana.
También
lo hubiese hecho Orwell y cualquier otro de los visionarios escritores que
percibieron en el totalitarismo la más aborrecible de las amenazas contra la
libertad individual y la independencia de criterio.
La
intolerancia del absolutismo rojito debe ser expuesta para que el mundo sepa
cuán cruel puede llegar a ser un gobierno que carece de ética y de escrúpulos,
que encarcela a los opositores y no a los corruptos, y cuyas motivaciones son
el resentimiento, el odio y el rencor
@noticiascentro
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