A
José Mendoza Angulo, líder juvenil de la
época
El 1º de enero del ’58 el coronel Hugo Trejo
se había sublevado en Maracay. El gobierno controló la situación, apresó al merideño y a los
principales comprometidos.
La insurrección fue la reacción de los
elementos castrenses al plebiscito que en diciembre de 1957 había reelegido -de
manera fraudulenta- a Pérez Jiménez como presidente de la República por un
período más. La crisis se agudizó con la participación efectiva del
estudiantado y la huelga general convocada por la Junta Patriótica (Fabricio
Ojeda) para el 21 de enero. Por aquellos días la cadena radial Caracol de Colombia mantenía informados
a los venezolanos, particularmente a los andinos, del desarrollo de los
acontecimientos. En casa se estuvo escuchando hasta altas horas de la noche.
Serían las 3 o 4 de la mañana cuando un vecino del barrio El Espejo, Antonio
Rojas, tocó fuertemente la puerta de la casa paterna gritando !Cayó el
gobierno!
La radio informaba que el dictador había
huido con su familia y principales colaboradores a República Dominicana sin
hacer entrega del gobierno y se estaba instalando una Junta Militar presidida
por el Contralmirante Wolfgang Larrazábal (Jefe de la Marina) e integrada por
los Coroneles Roberto Casanova, Abel Romero Villate y los comandantes de las
FAC y el director de la Escuela Militar
Carlos Luis Araque y Pedro José Quevedo respectivamente, además de Edgar
Sanabria en la Secretaría.
Motines callejeros y protestas en las filas
militares determinaron en el día 24, la renuncia como miembros de la Junta de
los Coroneles Romero Villate y Casanova (vencedores de la rebelión del 1º de
enero) y la incorporación de los civiles Eugenio Mendoza y Blas Lamberti. El
mismo día, un avión militar condujo a estos militares a la isla de Curazao.
Como la sede de la Seguridad Nacional
(SN-policía política del régimen) estaba en la calle 21 c/Av.5, a una cuadra de
mi casa, salimos casi inmediatamente a curiosear. Se veía gente de todas las
edades celebrando un triunfo, manifestaciones y cornetas de vehículos, abrazos
y lágrimas. Muy pronto la sede de la SN se vio rodeada por un numeroso grupo de
personas que exigían la libertad de los presos políticos que ahí se
encontraban. Se comentaba que el jefe de la misma, Leonardo Medardo Hidalgo y
todos sus efectivos, estaban armados y la intención de la multitud era asaltar
la sede y apresar sus ocupantes.
Comenzaron a voltear e incendiar una vieja camioneta Panel GMC color verde que
pertenecía al cuerpo represivo del régimen depuesto y que estaba estacionada
enfrente. En aquel momento desde una ventana de aquella casa dispararon. La
gente se dispersó y el ejército, al mando del mayor Luis Alberto Vivas Ramírez
rodeó el lugar, los agentes se rindieron y los últimos presos de la dictadura
recobraron su libertad, entre ellos el director del Grupo Escolar “Rafael
Antonio Godoy”, mi profesor Miguel Arias. Dos cuadras más abajo por la misma
avenida, esquina de la calle 23 el pueblo comenzó a apedrear y romper los
vidrios de la agencia Ford donde se exhibían dos vehículos último modelo que
fueron incendiados y el local saqueado. Los gerentes de esa empresa Sres.
Echeverría y Carrasquero no habían permitido –el día anterior- esconderse a los
estudiantes que participaban en una manifestación en la plaza Bolívar y eran
perseguidos por la policía. Recuerdo que un carrito, casi de juguete, pero con motor y capacidad para
una persona –que orgullosamente la empresa hacía alarde- fue sacado por los jóvenes estudiantes y
muchos de ellos lo manejaron por los alrededores de la Catedral. Tal como lo
relaté en crónica pasada, muchos años después lo vi inutilizado en un taller
mecánico por los lados del Teleférico.
La policía del Estado se disolvió a motu
propio y su comandante Demetrio “Cheíto” Villegas y su adjunto Atilio Graterol,
fueron detenidos preventivamente. Una
manifestación de mujeres que se dirigía a la residencia del gobernador Vicente
Tálamo, situada en la prolongación de la Av. 2 (frente al antiguo Mérida
Country Club, hoy Hotel Caribay), fue dispersada por las tropas que la
custodiaban. A diferencia de la capital y otras ciudades del país, en Mérida no
hubo saqueos a casas particulares ni a locales comerciales, excepto la ya
mencionada agencia de autos.
Dos mítines importantes se realizaron aquel
día. En horas de la mañana, uno en la plaza de Milla, hablaron Oscar Montes
Domínguez, Jesús Moreno Rangel y Enrique Ciro Peña. En la tarde uno
multitudinario en la plaza Bolívar. Llevaron la palabra: Rigoberto Henríquez
Vera, Omar Eladio Quintero, Carlos Febres Pobeda y Pedro Rincón Gutiérrez,
quienes horas antes habían constituido una Junta Cívica, integrada además por
José Miguel Monagas, Augusto Rodríguez Aranguren y Luciano Noguera Mora. El
Frente estudiantil lo conformaban Francisco Gavidia, Peñalver Gómez, Jorge Fco.
Rad y José Mendoza.
El gobernador Tálamo había abandonado la
ciudad vía terrestre hacia Trujillo, pero sus colaboradores permanecían en
ésta; había tenido el talento de rodearse en su administración de merideños
honestos y honorables como J.R. Febres Cordero, Emiro Duque Sánchez, Miguel
Chalbaud, Francisco Fonseca, Mario José Valeri, Omar Santiago, Pablo Celis
Briceño, Julio Gutiérrez Arellano y el intachable don Asdrúbal Baptista
Archila, entre muchos otros. El gobierno del estado recayó en el comandante de
la Guarnición local, José Terán Gaviria quien lo recibió del secretario general
Dr. Antonio Justo Siva.
El 30 de enero, la Junta de Gobierno nombró
gobernador al Dr. José Román Duque Sánchez quien designó a Omar Eladio
Quintero, J.J. Rivas Belandria, Luis Elbano Zerpa, Roberto Albornoz Berti,
Walter Oliver Luengo, Ricardo Molina, Enrique Briceño Paredes, Arturo Calderón
Pino y Luis Alipio Burguera como sus principales colaboradores. Uno de sus
primeros Decretos fue designar la Junta pro Cuatricentenario de la ciudad que
organizaría los actos para el 9 de octubre de ese año.
El gobierno Municipal del entonces Dtto.
Libertador lo presidió Pedro Pulido Hernández e integrado por Jesús Gómez
Castro, Ezio Valeri Moreno, Alfredo Luján, Lucas Rincón Santos y Leopoldo
Garrido.
El 4 de febrero el Ejecutivo Nacional designó
nuevas autoridades universitarias. Pedro Rincón Gutiérrez rector; Ramón Vicente
Casanova, vice-rector y Germán Briceño Ferrigni, Secretario. Sustituían a
Joaquín Mármol Luzardo, Néstor Briceño Paredes y Mario Spinetti Dini,
respectivamente.
En forma sucinta, estos fueron los hechos y
los protagonistas de aquel 23 de enero de hace 56 años, cuyo “espíritu” se
esfumó hace tiempo.
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