John
Thomson (1777-1840), fue un reconocido cartógrafo escocés que en el año de 1817
y otros posteriores, publicó la obra:
"Nuevo Atlas General",
que era: "una colección de mapas y gráficos que delinean las
divisiones naturales y políticas de los imperios, reinos y Estados del mundo
elaborado a partir de las obras más sistemáticas y de los viajes más
auténticos...", lo cual le confirió autoridad, ya que además de señalar fronteras, ubicaba
los grupos humanos, evidenciando que la geografía es también la presencia del
hombre.
En
el año de 1821 bajo el título: "Caraccas and Guiana" se reprodujo el
mapa, mientras alcanzábamos la independencia, habiendo proclamado Venezuela
entre sus determinaciones principales aquella inadvertida en el Manifiesto de
la Confederación, el 30 de julio de 1811, que señalaba: "conquistan y
adquieren la posesión del país con su trabajo, industria, cultivo y enlace
..." aquellos pueblos que asumen su deber y lo defienden como:
"derecho preferente", para: "conservarlo y transmitirlo a su
posteridad nacida en aquel territorio", comparando: "la voluntad
general de los pueblos" con el lugar donde se nace: "una cosa apegada
a la tierra como los árboles, montes, ríos y lagos", que podemos denominar
con amor y con fe: patria...
En
el citado mapa surgen los incontestables elementos de nuestro poblamiento y
posesión de entonces, con raigambre española, producto del empeño de descubrir
y de poblar esos lugares, pero que desde tiempos remotos eran indígenas.
Basta
observar el mapa para descubrir a Venezuela, al sur del Orinoco, bajo distintos
nombres: "New Gov. Of Guiana", "Andalusia" pero sobre todo:
"Spanish Guiana", que adquiere especial significación por lo que
concierne a la heredad extendida por la parte oriental en aquellos lugares que
son nuestros por mandato de la historia, de la justicia y del derecho que no se
renuncia, y que comprendían en la carta, en la zona costera, desde la punta de
Barima, Bayne, Maroca, Baurum hasta las
cercanías del cabo Nassau y el llamado: "Mount of The Esquivo" (Monte
del Esequibo) donde se observa la desembocadura de este río hacia el mar.
Siguiendo en el mapa su curso hacia el sur, se encuentran tierras en que
habitaban los Aturayos, más arriba los Caribes Uranos y los Aruacas,
territorios españoles colindantes con una parte de Guayana Francesa y otra de
la Holandesa.
Se
aprecia allí en el mapa una definida frontera que abarcaba desde el sur y hasta
el norte, los territorios por donde recorre el Parima o Branco y nombres de
viejos lugares: Ibipidinos, Majanao, el lago Amaca, Macusia (sitio de los
macusis), el río Sibarana, la mina de Cristal, Arasori, Aripamam, Mazarum (no
lejos el rio Carmen lugar de los Araucas), Aimarapa y finaliza el Cuyuní, inmediato al viejo castillo del Esequibo y
"el Brazo" (nombre español asentado en este mapa inglés) suerte de
islotes que se ubican en la desembocadura del río al ofrecer el Esequibo sus
aguas al mar. Varios de estos parajes fueron mencionados por Humboldt cuando
los visitó autorizado por España y no por Inglaterra o por Holanda.
Conocer
esos sitios, como lo hicieron tantos exploradores advirtiendo las raíces
hispánicas, la presencia de los pueblos indígenas tan ligados a España en el
comercio, en la defensa, en el dominio, nos permite descubrir las huellas que
señalan tiempos no tan lejanos y que forman parte de nuestra historia nacional.
Resulta
imperdonable que lo que fue presencia histórica, abnegación y sacrificio de
generaciones en formar y establecer una cultura y afirmar una identidad,
defendida con patriotismo y con las luces de la inteligencia y el derecho, se
pierda en el silencio, el abandono y la traición que nunca perdonará la
historia, cuando se determine a juzgar serena e imparcial la conducta de
individuos, épocas, pueblos y generaciones.
Lo
que distingue a un país es su historia, son sus obras, es su dignidad, su
pundonor y su virtud, su capacidad de
sacrificio y de deber bien ejercido a la hora de advertir sus errores,
enfrentarse a sí mismo y superarlos, asumiendo de manera distinta el porvenir.
Entre la historia que tuvimos y el futuro que avizoramos transitan nuestras
determinaciones humanas, individuales, colectivas, ciudadanas, que es lo que
permitirá modificar lo que somos y lo que queremos ser.
Observada
en mapas del pasado, Venezuela era grande, y lo fue más aún en términos humanos
en tiempos memorables por su carácter y determinación, principios y
propósitos, hechos y destino, aun cuando
no se desarrolló en ella una avanzada civilización originaria, ni una provincia
colonial de significativa influencia administrativa, religiosa y económica como
lo fueron otras en América.
El
territorio Esequibo es venezolano por mandato de la historia y del derecho,
pero, además, por consecuencia y reivindicación esencial de nosotros mismos
como pueblo y como nación.
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