domingo, 19 de enero de 2014

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, UN MAPA DE AQUELLA VENEZUELA

John Thomson (1777-1840), fue un reconocido cartógrafo escocés que en el año de 1817 y otros posteriores, publicó la obra:  "Nuevo Atlas General",  que era: "una colección de mapas y gráficos que delinean las divisiones naturales y políticas de los imperios, reinos y Estados del mundo elaborado a partir de las obras más sistemáticas y de los viajes más auténticos...", lo cual le confirió autoridad,  ya que además de señalar fronteras, ubicaba los grupos humanos, evidenciando que la geografía es también la presencia del hombre.



En el año de 1821 bajo el título: "Caraccas and Guiana" se reprodujo el mapa, mientras alcanzábamos la independencia, habiendo proclamado Venezuela entre sus determinaciones principales aquella inadvertida en el Manifiesto de la Confederación, el 30 de julio de 1811, que señalaba: "conquistan y adquieren la posesión del país con su trabajo, industria, cultivo y enlace ..." aquellos pueblos que asumen su deber y lo defienden como: "derecho preferente", para: "conservarlo y transmitirlo a su posteridad nacida en aquel territorio", comparando: "la voluntad general de los pueblos" con el lugar donde se nace: "una cosa apegada a la tierra como los árboles, montes, ríos y lagos", que podemos denominar con amor y con fe: patria...

En el citado mapa surgen los incontestables elementos de nuestro poblamiento y posesión de entonces, con raigambre española, producto del empeño de descubrir y de poblar esos lugares, pero que desde tiempos remotos eran indígenas.

Basta observar el mapa para descubrir a Venezuela, al sur del Orinoco, bajo distintos nombres: "New Gov. Of Guiana", "Andalusia" pero sobre todo: "Spanish Guiana", que adquiere especial significación por lo que concierne a la heredad extendida por la parte oriental en aquellos lugares que son nuestros por mandato de la historia, de la justicia y del derecho que no se renuncia, y que comprendían en la carta, en la zona costera, desde la punta de Barima, Bayne, Maroca, Baurum  hasta las cercanías del cabo Nassau y el llamado: "Mount of The Esquivo" (Monte del Esequibo) donde se observa la desembocadura de este río hacia el mar. Siguiendo en el mapa su curso hacia el sur, se encuentran tierras en que habitaban los Aturayos, más arriba los Caribes Uranos y los Aruacas, territorios españoles colindantes con una parte de Guayana Francesa y otra de la Holandesa.

Se aprecia allí en el mapa una definida frontera que abarcaba desde el sur y hasta el norte, los territorios por donde recorre el Parima o Branco y nombres de viejos lugares: Ibipidinos, Majanao, el lago Amaca, Macusia (sitio de los macusis), el río Sibarana, la mina de Cristal, Arasori, Aripamam, Mazarum (no lejos el rio Carmen lugar de los Araucas), Aimarapa y finaliza el Cuyuní,  inmediato al viejo castillo del Esequibo y "el Brazo" (nombre español asentado en este mapa inglés) suerte de islotes que se ubican en la desembocadura del río al ofrecer el Esequibo sus aguas al mar. Varios de estos parajes fueron mencionados por Humboldt cuando los visitó autorizado por España y no por Inglaterra o por Holanda.

Conocer esos sitios, como lo hicieron tantos exploradores advirtiendo las raíces hispánicas, la presencia de los pueblos indígenas tan ligados a España en el comercio, en la defensa, en el dominio, nos permite descubrir las huellas que señalan tiempos no tan lejanos y que forman parte de nuestra historia nacional.

Resulta imperdonable que lo que fue presencia histórica, abnegación y sacrificio de generaciones en formar y establecer una cultura y afirmar una identidad, defendida con patriotismo y con las luces de la inteligencia y el derecho, se pierda en el silencio, el abandono y la traición que nunca perdonará la historia, cuando se determine a juzgar serena e imparcial la conducta de individuos, épocas, pueblos y generaciones.

Lo que distingue a un país es su historia, son sus obras, es su dignidad, su pundonor y su virtud,  su capacidad de sacrificio y de deber bien ejercido a la hora de advertir sus errores, enfrentarse a sí mismo y superarlos, asumiendo de manera distinta el porvenir. Entre la historia que tuvimos y el futuro que avizoramos transitan nuestras determinaciones humanas, individuales, colectivas, ciudadanas, que es lo que permitirá modificar lo que somos y lo que queremos ser.

Observada en mapas del pasado, Venezuela era grande, y lo fue más aún en términos humanos en tiempos memorables por su carácter y determinación, principios y propósitos,  hechos y destino, aun cuando no se desarrolló en ella una avanzada civilización originaria, ni una provincia colonial de significativa influencia administrativa, religiosa y económica como lo fueron otras en América.

El territorio Esequibo es venezolano por mandato de la historia y del derecho, pero, además, por consecuencia y reivindicación esencial de nosotros mismos como pueblo y como nación.

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