En
este 23 de enero del 2014 a CINCUENTISEIS (56) AÑOS, de la caída de la
dictadura sangrienta de Marcos Pérez Jiménez, que durante diez años asoló este país,
recordamos la inmensa alegría del pueblo de Venezuela, pero en especial
en aquellos que luchamos con denuedo
contra las huestes de la Guardia
Nacional y de la Seguridad Nacional, el 23 de enero que ha debido ser una fecha
gloriosa hoy casi olvidada, fue la culminación de infinidades de reuniones, de
cambios de planes que se
precipitaron durante el mes de
enero del 58 desde el día
primero con el intento insurreccional de
un grupo de aviadores militares, fueron
23 días de una enorme agitación, de grandes sustos en la
preparación de la gran huelga nacional
que estalló el 21 de enero a las
doce del día con el repicar de las campanas en las Iglesias y el toque de las bocinas de
los vehículos particulares y de
transporte, fue una HUELGA TOTAL, que
culminó con la salida del dictador Marcos Pérez Jiménez en la
madrugada del 23,
Fueron
instantes de inconcebible alegría, sobre
todos entre aquellos que estábamos
comprometidos en la lucha y perseguidos
ferozmente tanto por la Seguridad Nacional como por la Guardia Nacional, brazos ejecutores
de la sangrienta dictadura, las cárceles
venezolanas, los sótanos de la Seguridad Nacional en Caracas, los sitios
de reclusión en el interior del país de
la Seguridad Nacional, los campos de concentración de Guasina y Sacupana en Guayana, fueron todos testigos de las increíbles torturas, de los crímenes cometidos por esas dos fuerzas de
represión contra todos los
que luchaban de verdad contra la dictadura, donde se sabía que caer en manos de estos verdugos, era
entrar en el olvido y de donde se sabía
que se entraba pero no se sabía
cuando se saldría y se saldría vivo.
Éramos
unos jóvenes imberbes poseídos de una
gran mística y de conciencia democrática y nos sabíamos dirigidos por hombres y
mujeres de temple que no le tenían miedo
a las prisiones, a las torturas ni a la muerte, entre ellas destacaba la señora Carmona aún viva, la insigne periodista Ana Luisa Llovera, primera
presidenta de la entonces Asociación
Nacional de Periodistas (ANP).
Sin
embargo a 56 años de distancia recordamos
con tristeza los asesinatos de
líderes genuinos, hombres que en
ningún momento vacilaron, que nunca
depusieron su lucha y su convicción democrática, que no
pensaban en ellos ni en estar
haciendo negocios, su solo pensamiento “era la libertad y la
democracia”, como Droz Blanco, Leonardo
Ruíz Pineda , Pedro Antolín, Juan Diego Marcano, Alberto Carnevali, Eutimio
Ortiz y otros tantos que escapan en estos momentos a mi memoria.
A
costa de la vida y de la sangre, de las torturas de tantos se logró rescatar la
democracia y la libertad, derrotando esa sangrienta dictadura, que entre todas sus cosas males y su barbarie demostró también un gran nacionalismo frente
a la ambición de naciones extranjeras
limítrofes en especial Colombia y
Brasil.
Pero
hoy cuando nuestra patria gime
encadenada y entregada a Cuba, con su soberanía perdida y su identidad casi en las mismas
condiciones, cuando nuestras riquezas
son regaladas, cuando somos
gobernados por traidores a la patria, cuando se ha perdido la democracia y la libertad, la reflexión sería,
valió la pena tantos sacrificios, tanta sangre vertida en esos diez años, tantos sufrimientos y lagrimas derramadas por nuestros familiares,
cuando vemos y palpamos la indiferencia de este pueblo hacia sus instituciones, la cobardía y la
entrega de esos seudos dirigentes
políticos, que tiemblan ante el opresor,
que los legitiman y que solo están
pendientes de sus llamadas “parcelas de
poder”, que no son sino otra forma de hacer negocios y lucrarse en lo personal.
Cuando
vemos los presos políticos
condenados inhumanamente aún siendo inocentes, a los cientos de miles de
exiliados en tierras extrañas,
cuando vemos una flamante y
rimbombante Mesa de La Unidad
Democrática (MUD) que alardea
de tener una dirección de de los
derechos humanos y que nada se recuerda
que haya hecho o intentado hacer
por esos presos políticos, cuando
los que alzamos la voz y pedimos
acciones somos condenados por los
directivos esa entelequia llamada
MUD y acusados de RADICALES Y
EXTREMISTAS, se nos hace difícil
seguir el camino, pero seguimos adelante porque en nuestra conciencia está demasiado arraigado ese sentimiento de
PATRIA, DEMOCRACIA Y LIBERTAD. Hemos
demostrado que no somos mercenarios, que nuestra lucha no es por un cargo.
Condenamos a esta dictadura castro comunista de traidores a la patria,
pero también condenamos a los colaboradores y colaboracionistas que directa
e indirectamente con sus
actitudes son sostenes
de este régimen al legitimarlo. Una
oración por el descanso eterno de todos los caídos en esta lucha ayer y hoy y una palabra de aliento
a los
que aún vivimos y luchamos.
hjmrodriguez@gmail.com ///
Twitter: @Hmarcanor
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