domingo, 26 de enero de 2014

HUMBERTO MARCANO RODRÍGUEZ, PROHIBIDO OLVIDAR, REFLEXIONES DEMOCRATICAS

En este 23 de enero del 2014 a CINCUENTISEIS (56) AÑOS, de la caída de la dictadura  sangrienta   de Marcos Pérez Jiménez,  que durante diez años asoló este país, recordamos  la inmensa alegría  del pueblo de Venezuela, pero  en especial  en aquellos  que luchamos   con denuedo  contra las  huestes de la Guardia Nacional y de la Seguridad Nacional, el 23 de enero que ha debido ser una fecha gloriosa hoy casi olvidada, fue  la  culminación de infinidades de reuniones, de cambios  de planes que se precipitaron  durante  el mes de  enero del 58 desde  el día primero  con el intento insurreccional de un grupo de  aviadores militares, fueron 23 días  de una   enorme agitación, de grandes sustos en la preparación de la gran huelga nacional  que estalló el 21 de  enero a las doce del día con el repicar de las campanas en las Iglesias  y el toque de las bocinas  de  los  vehículos particulares y de transporte, fue una HUELGA TOTAL, que  culminó  con la salida  del dictador Marcos Pérez Jiménez en la madrugada del 23,


Fueron instantes de inconcebible alegría,  sobre todos  entre aquellos  que estábamos  comprometidos en la lucha y perseguidos  ferozmente  tanto  por la Seguridad Nacional  como por la Guardia Nacional, brazos  ejecutores  de la sangrienta dictadura, las cárceles  venezolanas, los sótanos de la Seguridad Nacional en Caracas, los sitios de reclusión en el interior  del país de la Seguridad Nacional, los campos de concentración de Guasina y Sacupana  en Guayana, fueron todos testigos  de las increíbles   torturas, de los crímenes  cometidos por esas dos fuerzas de represión  contra todos  los  que  luchaban de verdad  contra la dictadura,  donde se sabía  que caer en manos de estos verdugos, era entrar en el olvido y de donde se sabía  que se entraba pero no se sabía  cuando se saldría y se saldría vivo.

Éramos unos jóvenes imberbes poseídos  de una gran mística y de conciencia democrática y nos sabíamos dirigidos por hombres y mujeres de temple  que no le tenían miedo a las prisiones, a las torturas ni a la muerte, entre ellas destacaba  la señora Carmona aún viva, la insigne  periodista Ana Luisa Llovera, primera presidenta  de la entonces Asociación Nacional de Periodistas (ANP).

Sin embargo a 56 años de distancia recordamos  con tristeza   los asesinatos  de  líderes  genuinos, hombres que en ningún momento vacilaron, que nunca  depusieron  su lucha y  su convicción democrática, que no pensaban  en ellos  ni en estar  haciendo negocios, su solo pensamiento “era la libertad y la democracia”,  como Droz Blanco, Leonardo Ruíz Pineda , Pedro Antolín, Juan Diego Marcano, Alberto Carnevali, Eutimio Ortiz y otros  tantos  que escapan en  estos momentos  a mi memoria.

A costa de la vida y de la sangre, de las torturas de tantos se logró rescatar la democracia y la libertad, derrotando esa sangrienta  dictadura, que  entre todas sus  cosas males y su barbarie  demostró también un gran nacionalismo frente a la ambición de naciones  extranjeras limítrofes en  especial Colombia y Brasil.

Pero hoy cuando nuestra patria gime  encadenada y  entregada  a Cuba, con su  soberanía perdida y su identidad casi  en las mismas  condiciones, cuando nuestras riquezas  son regaladas, cuando  somos gobernados  por traidores  a la patria, cuando  se ha perdido la  democracia y la libertad, la reflexión sería, valió la pena  tantos  sacrificios, tanta  sangre vertida en esos diez años, tantos  sufrimientos y lagrimas  derramadas por nuestros familiares, cuando  vemos y palpamos  la indiferencia de este pueblo hacia  sus instituciones, la cobardía  y la  entrega de esos seudos  dirigentes políticos, que tiemblan ante  el opresor, que los legitiman  y que solo están pendientes de sus llamadas  “parcelas de poder”, que no son  sino otra forma  de hacer negocios y lucrarse  en lo personal.

Cuando vemos   los presos  políticos  condenados  inhumanamente aún  siendo inocentes, a los cientos de miles de exiliados  en tierras extrañas, cuando  vemos una flamante y rimbombante  Mesa de La Unidad Democrática  (MUD) que  alardea  de  tener una dirección de de los derechos humanos y que  nada  se recuerda  que haya  hecho o intentado hacer por esos presos políticos, cuando  los  que alzamos la voz y pedimos acciones somos  condenados  por los  directivos  esa entelequia llamada MUD y acusados de RADICALES  Y EXTREMISTAS, se  nos hace   difícil  seguir el camino, pero seguimos adelante porque  en nuestra conciencia está  demasiado arraigado ese sentimiento de PATRIA, DEMOCRACIA  Y LIBERTAD. Hemos demostrado  que no somos  mercenarios, que nuestra lucha  no es por un cargo.

Condenamos  a esta dictadura  castro comunista de traidores a la patria, pero también  condenamos  a los colaboradores  y colaboracionistas  que directa  e indirectamente con sus  actitudes  son   sostenes  de este régimen al legitimarlo. Una  oración por el descanso eterno de todos los caídos  en esta lucha ayer y hoy y una palabra de aliento a  los  que aún vivimos y luchamos.

hjmrodriguez@gmail.com   ///   Twitter: @Hmarcanor

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