Para
quienes participamos de la política con ética, con decencia y honestidad, para
quienes pregonamos el bien común y hacemos votos por una sociedad más justa y
solidaria, nos causa ruido el escuchar en cualquier espacio de la vida, las
siguientes palabras: la política es sucia y por tanto no sirve, todos los
políticos son corruptos, las mafias organizadas controlan el poder. Pero esa es
la realidad que nos carcome.
Hoy
no podemos eludir ese diagnóstico diciendo que ello forma parte de un concepto
desvirtuado de la política, o descalificar los señalamientos del pueblo,
atribuyéndole poca capacidad de análisis o que tiene una percepción superficial
de lo público. Asumirlo así, sería como colocarnos una venda en los ojos y
obviar el grado extremo en que se ha degradado la política en nuestro país.
Son
vox pópuli los siguientes comentarios y noticias: el gobernador es un ladrón,
el alcalde pertenece a tal o cual mafia; jerarcas militares contrabandean
gasolina, bachaquean productos alimenticios, trafican drogas; ministros
cómplices de hechos de corrupción; diputados se venden y saltan la talanquera;
a un mal gobierno ahora se le llama guerra económica; decenas de Partidos
Políticos de maletín que se venden al mejor postor, cosa que evidencia el
deterioro institucional del país.
Y si hablamos de las fuerzas sociales, lo
común es oír que tales o cuales consejos comunales se roban el dinero de las
viviendas aprobadas; que el sicariato acabó con la vida de un sindicalista; que
los dirigentes sindicales o estudiantiles cobran vacuna; el ¿Cuánto hay pa'
eso? es costumbre; gobernantes que vociferan que hay decenas de miles de
empresas de maletín que estafan a la nación; la descomposición social es tal
que los anti valores superan a los valores.
No
sabemos que es peor, ver como los pramnes gobiernan las cárceles del país y la
crueldad, sin precedentes, con que asesinan personas por estas calles, o los
crímenes contra el erario público que se cometen desde las esferas del poder.
Son decenas de miles de abusos y hechos de corrupción que quedan impunes, por
nombrar sólo algunos; los 800 mil dólares, caso Antonini Wilson; denuncias del
narcotraficante Walid Makled, de los ex Magistrados Aponte Aponte y Velásquez
Alvaray, las de Mario Silva, las de PUDREVAL y cantidad de violaciones a los
derechos humanos y crímenes como el cometido contra los hermanos Faddoul, que
corroboran la putrefacción del Estado-gobierno.
Motivos
de frustración de la Venezuela decente, que hace crecer la de los indiferentes;
cantidad de líderes sociales y políticos honestos cuelgan los guantes, porque
no vislumbran alternativas. Pero rendirse frente a la corrupción y la barbarie,
es seguir cediendo espacios a quienes mancillan los puestos de lucha y los
cargos de representación popular.
Frente a la impotencia y el desencanto, hay que atreverse a soñar una mejor Venezuela; frente a la degradación de la política hay que revalorizarla construyendo nuevas formas de hacer la política.
Golfredo
Davila
golfredodavila@gmail.com
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