Maduro
juega con fuego: el dólar y la inseguridad, dos enemigos malos. El hampón
cuando asesina lleva la “guerra económica” a su última conclusión: acaba con el
odiado burgués. Maduro gracias al asalto de los comercios en diciembre ganó el
plebiscito; volverá a usar el argumento de la bendita guerra cuando quiera
arrinconar a la oposición, que no sabe a su vez cómo responderle. Solo un
ingenuo le pediría a Maduro que explicase públicamente que imprimir dinero
provoca la subida de precios, y como viejo militante de la Liga Socialista,
también le toca sus fibras íntimas ese discurso contra la burguesía. Pero dar
palos de ciego tiene sus riesgos; ahora Maduro nombra ministros
descabelladamente, mientras desaparece a Samán con un acto de magia. Ni Maduro
ni la oposición saben hacia dónde vamos.
El
cazador que confunde una vaca con un rinoceronte, una serpiente con un adorno
navideño, malgasta municiones. Le ha sucedido 15 años a la oposición. Este
cazador bizco apunta a los colmillos del elefante y le saca los dientes a un
gato, mata al dulce conejo mientras la rata se refugia en las cloacas. Igual le
ocurre a la oposición, que no logra definir al régimen que enfrenta, y a
Maduro, que ignora a qué se refiere cuando habla de socialismo. ¿Es lógico
llamar al gobierno una dictadura? Chávez celebraba tantas elecciones que nos
resistimos a creer que no habrá una en 2014. ¿Se dirá que Venezuela es una
democracia? ¡Por favor! Aquí la Constitución sirve de papel tualé, usado una y
otra vez. ¿Calificaremos al país de la nueva Cuba? Se parece, pero hay
diferencias; Maduro sueña con fundar un PRI venezolano, pero tampoco sirve esa
comparación porque el PRI desarrolló México, contaba con excelentes políticos,
técnicos, empresarios; sometió el Ejército al poder civil, se llevaba bien con
Washington y con Fidel Castro. Tampoco Maduro es un nuevo Perón; aquí el
Ejército manda, en Argentina daba golpes de Estado al peronismo.
El
miércoles Maduro no aclaró nada. Mantendrá el 6,30 indefinidamente, pero
seguirá el Sicad y habrá cambios, ¿cuáles? Logró que lo oyesen anunciando que
revelaría medidas económicas y provocó tal decepción que el paralelo dio un
salto mortal. En realidad, nunca en cadena nacional se anuncian devaluaciones
ni aumentos del precio de la gasolina. ¿Qué significa fijar la utilidad de una
empresa en 30%? Nada. Para la Polar 15% sería una maravilla; para un
laboratorio que desarrolla medicamentos, la ruina. Maduro inventó un adversario
fácil, las telenovelas. Hace suyo el discurso de tantos intelectuales que
llevan décadas culpando a la televisión de la gripe y de la alienación.
A
Maduro lo derrotará el dólar, no la oposición. Los centros comerciales ya no
sirven de lugar de esparcimiento de los pobres, allí respiran una atmósfera
terminal, de fin de mundo. Vivimos una cháchara triste como los pasajeros de
tercera clase en el Titanic antes de agarrar tremendo resfrío. La riqueza
petrolera hace aguas, el último en irse que no se robe el bombillo. Y, por fin,
la guinda de la torta: en Aporrea, Toby Valderrama denuncia que Maduro presentó
en la Asamblea un Plan de la Patria que altera el texto sagrado de Chávez.
Maduro lo acusó de ultraizquierdista y resucitó a Rosa Luxemburgo, la primera
en condenar a Lenin por ser dictatorial. Y, ¡oh, pecado!, Maduro plagió a
Teodoro al decir que no hay revolución sin democracia.
@faustomaso
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