La
esencia de la democracia se fundamenta en la libertad que tiene el ciudadano
por sus preferencias políticas.
Venezuela está lista para pasar la página, el
momento llegó de concentrarnos en los problemas a resolver, la seguridad
personal, la educación, la salud y el trabajo son las verdaderas inquietudes de
las clases populares y medias del país, que angustian por igual a jóvenes,
ancianos y a hombres y mujeres adultos.
El país sabe que necesita una economía
solvente, donde los ingresos superen la deuda, para solventar el déficit
presupuestario. Está consciente que necesita seguridad jurídica y respeto a las
leyes, sin ello jamás habrá inversión privada ni extranjera. Nadie coloca su
dinero en un país donde todo puede ser confiscado, robado o expropiado en
completa impunidad.
Desea liberarse de la corrupción y de la “regaladera”. No soporta al estado invasor, nadie le pidió su opinión, nunca votó para convertirse en una provincia de la Habana y parte del proyecto del gobierno de los hermanos Castro.
Ninguna de estas cosas puede esperar, hay que
detener el proceso de deterioro antes de que sea irreversible. Lo que comenzó
con un asalto a las instituciones del Estado, continuó con la destrucción de
PDVSA, las Empresas de Guayana, con la electricidad, con las tierras y la
producción de alimentos.
Ya controlan todas las televisoras ahora
vienen por la Universidad, el objetivo tener el control de las tribunas del
pensamiento, para poder mantenerse en el gobierno contra viento y marea.
Cuando el poder siente la necesidad de ese
control para subsistir, sabe en lo más profundo de su corazón que ya no cuenta
con el afecto popular, la decepción en la que se encuentra sumido el pueblo
venezolano y la rabia latente que se palpa, la auguran una pronta salida del
poder.
El estado de urgencia en que vivimos, nos
obliga partir en excursión diariamente para conseguir productos de primera
necesidad, ello nos sitúa en un nivel de país de “cuarto mundo”, al que nos condujeron
unos traidores irresponsables.
Mientras a nuestro alrededor los países se
preocupan prioritariamente por el bienestar de su pueblo, por generar
desarrollo, paz y libertad, quedándoles tiempo para la protección del medio
ambiente, producción de energías alternas, para fomentar las relaciones con
aquellos países que aporten nuevos mercados y acuerdos de cooperación.
Aquí apenas podemos intentar resolver la
carencia de productos tan banales como el pollo y el papel higiénico. Sin
insistir sobre la dudosa moralidad de la mayoría de los socios internacionales
con los que se ha rodeado este régimen desde hace 14 años.
La alternativa democrática está preparada con
un programa de consenso, que debe ser manejado con sentido común, con sensatez,
con amplitud y mucho patriotismo.
Deberá tener como prioridad reunir de nuevo a
los venezolanos en un solo país. Hará un llamado a la diáspora y a los
capitales que se fueron para que regresen, se integren y colaboren con el
renacimiento de nuestra Nación.
Tendrá que recuperar su imagen internacional,
discriminar entre sus verdaderos socios comerciales y la cantidad de
países-chulos que lo exprimen. Liberarse de esas alianzas con elementos
autoritarios, dictadores y movimientos extremistas que atentan contra la paz mundial.
Casi hemos perdido la patria, se dejó en
manos de un egocéntrico iluminado que no tenía idea de cómo se gobierna, él se
puso en manos de intereses foráneos que lo llevaron a la muerte, esa muerte no
fue solo la suya física, comenzó con la ausencia y perdida de nuestra libertad,
con el incumplimiento de la defensa de los intereses patrios, con la lenta
destrucción de nuestras Fuerzas Armadas, fomentando la corrupción con la cual
extorsionar responsables.
Siguió con la ruina económica del país, a fin
de someter al pueblo a través de la dependencia y de sus necesidades.
Ese hombre sin visión de estadista, que
manejó el país como una bodega y que despreció el estado de derecho, permitió
al final que Fidel y Raúl continúen con el control de las decisiones políticas
venezolanas. A través de un interpuesto, dispuesto a decir sí a todo, a cambio
de compartir junto a “la primera combatiente”, las mieles que le brinda el
cargo ilegitimo que ejerce.
La inmensa cantidad de dólares que ha
recibido este régimen se volvieron sal y agua, el Mussolini tropical dispuso de
las riquezas petroleras como su portamonedas, dilapidó todo sin inquietarse en
lo más mínimo por generar riquezas o estabilidad futura, terminando por
sacrificar la independencia económica de Venezuela, en aras de su permanencia
en el poder.
Su gestión es la causa de lo que hoy vivimos,
los 200.000 homicidios, la grave escasez de alimentos, la falta de
planificación, el estado lamentable de las cárceles venezolanas, la ruina de
las empresas del Estado, la corrupción que nos coloca como el décimo país más
corrupto del mundo, la impunidad, la más alta inflación del continente, el
aumento desmedido de la burocracia, es el balance que pretende continuar y
aumentar Maduro.
Es imperativo un cambio de rumbo, es
necesario acabar con la polarización dentro del país, así no podemos avanzar,
la democracia implica aceptar los contrarios, la oposición no es el enemigo, el
gobierno no es un cuartel, ni el país un campo de batalla.
No estamos en guerra contra nosotros mismos,
ese mensaje ya no tiene cabida en pleno siglo XXI, hay que acabar con el abuso
y la arbitrariedad, devolver el acceso a la información a los medios, respetar
la propiedad privada y fomentar empleo, paz y seguridad.
El país no puede manejarse con una imitación
de mala calidad, sin preparación, con slogans, sin visión de futuro. La
alternativa no puede ser entre cubanización o corrupción.
No queremos de un régimen que requiere de
nuestros ingresos para que sobreviva el régimen cubano. El pueblo venezolano
nunca quiso vivir como ellos.
Al callejón sin salida en el que se ha metido
el Gobierno, tenemos que abrirla su salida. Esa responsabilidad nos compete a
todos los venezolanos, no hay vuelta atrás.
Tenemos que acabar con la improvisación, con
el amiguismo y la partidocracia, debemos llamar al profesional en su área, al
trabajador que es el elemento básico para que exista producción, al empresario
para que invierta, al estudiante para que se prepare a tomar las riendas del
futuro.
Cada quien a poner de su parte, para
conseguir “contra viento y marea” ese país con el que tanto sonamos.
nelsoncastellano@hotmail.com
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