Este régimen tiene olor a epitafio, mientras
Maduro y Cilia viajan, disfrutando un poco de los beneficios materiales de su
nueva posición, convencidos de que están logrando un reconocimiento
internacional, dentro de Venezuela el descontento aumenta y su popularidad
declina.
Al extremo, que si hoy se realizaran las
elecciones faltarían muertos, empleados públicos y pueblo para realizar un
fraude que se asemeje a una victoria electoral.
La realidad está a la vista, indecente, los
ingresos del país malbaratados, en manos de unos cuantos bolivarianos que
exhiben sus riquezas de nuevos ricos, traicionando promesas de justicia social.
No hay excusa que justifique el desorden, la ruina del país y la escasez de
alimentos.
El pueblo está exigiendo explicaciones, hace
rato se dio cuenta que emprendimos la senda equivocada, se cansó de ser
atropellado, engañado y humillado. Está pidiendo cuentas del desastre y
decidido a tomar el camino que lo lleve a la sociedad que aspira.
Un país no puede manejarse con alguien de
quien existen dudas sobre su legitimidad, ni con improvisados, ni con insultos,
ni inventando agresiones internacionales, mucho menos recibiendo instrucciones
de pajaritos.
Pareciera que el capo perdió la chaveta, o
como decimos en criollo “le patina el coco”, mientras el país se cae a pedazos,
ellos viajan cambiando reconocimiento por nuevas deudas, nuevos compromisos
sobre lo poco que queda del petróleo y nuevas promesas de cooperación, hasta
que todo explote. Hay quien dice que la agenda oculta fue la de pedir ayuda
para disimular la debacle a la que nos han conducido. Pataleos de ahogado,
dicen por allí.
En realidad buscan desesperadamente
mantenerse en el poder a como dé lugar. Manejan dos posibilidades: la primera
mantenerse a sangre y fuego, lo necesitan los Castro para seguir aprovechando
nuestro petróleo y ellos para no tener que enfrentar la justicia y la segunda
raspar la olla antes de tener que partir en desbandada.
En todo caso este gobierno se está
desplomando, como consecuencia de sus propios errores y sus conflictos
internos. Se percibió con el audio de Mario Silva, donde quedaron desnudas las
intrigas y las traiciones.
Las decisiones que toma no obedecen a ninguna
lógica de Estado, ni a las reglas de la economía. Por ello huele a “santos
oleos”, quizás lo que el Papa quiso, fue hacerle un exorcismo a la mente de
Maduro cuando le marcó en su frente la señal de la cruz.
Un Jefe de Estado debe comportarse como un
buen gerente de la cosa pública, manejar los recursos con honestidad y en
provecho de la comunidad a quien tiene el deber de cumplirle.
Un buen gerente nacional comunica con todos y
logra encauzar el esfuerzo conjunto en beneficio de Venezuela. Lucha por
brindar las condiciones de progreso y desarrollo personal, por satisfacer las
necesidades de su pueblo y por lograr un equilibrio entre los sectores sociales
que lo componen.
Establece reglas claras e iguales para todos,
brindando seguridad jurídica necesaria para la inversión, creación de empresas
y fuentes de trabajo.
Se preocupa por el crecimiento de la
economía, por mejorar la educación, las condiciones de vida, la seguridad, por
las mejoras laborales, en fin porque todos los venezolanos podamos vivir aquí y
en paz.
Pero en Venezuela se está haciendo lo
contrario. Por ello todos pagaremos las consecuencias de un proyecto político
que dilapidó los recursos, que los regaló a otros países, que destruyó la
empresa privada y la producción de productos agropecuarios, que nos endeudó con
préstamos chinos y rusos. Que en 14 años acabó con las reservas del país, pero
hizo multimillonarios a los boliburgueses.
Este Gobierno agoniza, la situación en Venezuela
se les escapa de las manos, son los responsables de una crisis económica y
social, sobre la cual deben entregar cuentas. La responsabilidad de Maduro está
implícita en todo lo que aquí sucede, lleva 14 años apoyando, decidiendo y
aplicando el proyecto Castro-Chavista.
El Chavismo del gobierno está dividido entre
la fuerza bruta y los incapaces, con esos elementos es muy cuesta arriba que
recuperen una posición de liderazgo nacional, todo es cuestión de tiempo para
llegar al desenlace fatal.
Hay “vientos que presagian tempestades”, pero
los venezolanos sabemos que “después de la oscuridad viene la luz”. Se siente
un rayo de esperanza, como si el hecho de acercarnos al final, nos permitiera
vislumbrar el porvenir, ese que sentimos tan cerca.
El cambio verdadero no admite demoras, los
problemas no hacen sino aumentar, nuestra soberanía se ha colocado en manos
extranjeras, las muertes impunes sacuden diariamente todas las regiones y los
pranes, mafias, banqueros inescrupulosos y grupos irregulares transitan y
actúan libremente en el territorio nacional. Total el heredero del difunto no
controla nada.
Ahora es cuestión de vida o muerte. De salvar
la Nación, de sacarla de la ilegitimidad y del caos en que está sumida.
El renacer será producto de un esfuerzo último,
implica reconquistar los espacios institucionales del país, Gobernaciones,
Alcaldías, la Asamblea Nacional, la Corte Suprema, la Fiscalía, El Consejo
Nacional Electoral, adecentarlos y devolverles su especificidad democrática.
Supone un plan por la vida, un esfuerzo
mancomunado, no solo político sino también profesional. Necesita imperiosamente
un cambio de rumbo en la gestión económica y que se reconstruya la estructura
productiva del país.
Exige se castiguen responsabilidades y la
corrupción, la salida de las mafias, grupos guerrilleros, extremistas y
traficantes. Haciendo indispensable el rescate de los tribunales de justicia y
de las Fuerzas Armadas Nacionales.
En definitiva que se limpie el país de cuanto
“bicho con uñas” se ha lucrado arañando en el presupuesto nacional.
Existe un pueblo que esta bravo, cansado del
financiamiento a otros países, de los maletines llenos de dólares para cuanto
candidato les promete apoyo internacional, del apoyo a las FARCS, al terrorista
Carlos, de las amenazas de guerra, de costosísimos satélites inútiles, de la
compra de armamentos que solo sirven para las comisiones de unos cuantos
enchufados.
Pero sobre todo de estar arruinado cuando el
país vive la década más rica de su historia, mientras uno sufre en carne propia
la escases de los productos esenciales.
Un pueblo harto de mentiras y de ser
manipulado, que vive peor y que ha tomado conciencia de la oportunidad que
perdimos en manos incapaces.
Son los estudiantes, las madres de familia,
los trabajadores, los educadores, los empresarios, cultivadores y ganaderos,
los gremios profesionales, los demócratas y defensores de los derechos humanos
los que forman ese pueblo que esta bravo. Cuando partan, será ese mismo pueblo
quien al final escribirá el epitafio: “Aquí yace un gobierno que traicionó su
país, ¡Gloria al Bravo Pueblo!”
nelsoncastellano@hotmail.com
Ex Cónsul de Venezuela en Paris
Presidente de Venezuela-Futura, Francia
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