¿Dónde
detendrá su esperanzado vuelo si nada sobresale de las encrespadas aguas de la
discordia?
El
grito que sale de las gargantas conturbadas de los pueblos pide paz en la
tierra...
Hoy
cuando arribamos a un nuevo fin de año y por una decisión del concilio de
Nicea, celebramos el advenimiento del niño Jesús lo que pone de manifiesto la
intemporalidad de la verdad, lo esencial es el intento humano desde su
ingrimitud, pero también desde su ser, de hacer votos para seguir apostándolo a
la tan ansiada búsqueda del ser humano la paz…
Mucho
del mensaje navideño suele tener la literatura pacifista. “Paz en la tierra a
los hombres de buena voluntad. Mientras el grito aterrador que sale de la
garganta de los pueblos rebota frente a la alarmante insensibilidad de los
centros de poder que cierran ojos y oídos, no hay resquicios para la soledad,
el silencio y la apertura filial a la espiritualidad, el solo encontrarnos esa
terrible y lóbrega ¡la nada! citemos de memoria a “Walt Whitman” Me celebro y
me canto a mi mismo y todo lo que me atribuyo deseo que os atribuyáis, es decir
el amor es la tierra, renacido en el otro aun después de la muerte”.
La
paz no es el páramo de los corazones si no la umbría de las conciencias, no es
el sentimiento si no la evidencia; Jamás lo especulado y siempre lo vivido con
noción plena, nunca el silencio y si la orquestada sinfonía (el flexible juego
de la justicia y las instituciones) Solicitudinem faciuntpacen appellant, decía
tácito: He ahí la trampa en la que el hombre cae en la que vive soñándose a una
pulgada de ser redimido para toda la eternidad.
A
veces pienso que no hay mas paz que la del alma que es la fuente que alimenta
el sistema nervioso la memoria histórica, la intelección y la voluntad moral y
que la paz en mayúsculas, no es otra cosa que la espiga de mil puntas juntas
cada una fluyendo, y los que cavilamos en estas razones a veces confusos no
acertamos el en acceso de las incontables vías para aproximarse a la paz.
El
hombre en paz y en horas de paz perdona señalamientos, como paz victoriosa, paz
justa, paz social o paz de lo que fuere solo que constriñen y parcelan la paz
misma pero que manejada como absoluto, es: inadjetivable, incostreñible,
indivisa, la paz como dios existe y cada uno tiene sus Fez y sus esperanzas si
pero no se fracciona ni se condiciona.
La paz es la hija de las honestas nupcias de orden y justicia, la paz aunque el hombre no siempre se atreva a confesarlo es su último y mas intimo anhelo. Ese animal racional como lo definió el estagirita, lleva largos siglos tratando de destrozarse a si mismo por que se piensa peor de lo que es. Lo malo será el día que Dios, harto del hombre y su cúmulo de insensateces deje secar su amorosa fontana de tolerancia.
Para
que nuestros hijos puedan oír, sin horror, el estridular de las chicharras y el
triscatriscar de los matos de agua y de los tuqueques limpiadores de las casas
; Para que puedan mirar la luz de las estrellas sin miedo al mas allá ; Para no
sentirnos sojuzgados por el vozarrón del mas fuerte.
Para
amarnos, para amarnos en un lecho de floresta a la orilla de un río , o sobre
una cama recién hecha con sabanas limpias olorosas a café y a pan que ahora en
navidad sale del horno.
Para
concluir citemos al gran poeta del amor Pedro Salinas “Que alegría vivir
sintiéndose vivido, rendirse en la certidumbre de que un ser me vive por detrás
de la no muerte”.
pedrorafaelgarciamolina@yahoo.com
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