Dos conceptos antagónicos expresan en el hoy
la política venezolana, “Enemigos” “Hostis”, pugnacidad, en la Roma clásica es aquel con quien nos
enfrenta una oposición existencial.
El objetivo es la destrucción mutua, unas
de carácter físico otras de carácter moral.
La distinción cuenta con antecedentes ilustres (Spinoza entre otros) y
alcanza la madurez doctrinal en Carl Schmitt, que funciona como un valor
entendido en la moderna teoría del conflicto social.
Por razones de principio,
la Democracia impide la degradación del adversario a la condición de enemigo.
Cuando esto sucede, la estabilidad inherente a la forma legítima de gobierno
corre un grave riesgo.
Pretextos seudomorales “Ellos” mienten, manipulan,
justifican la exclusión, cambian las reglas del juego: el “Todo vale” desplaza
las limpias reglas del mismo. En Democracia, se puede, incluso se debe sentir
simpatía hacia el adversario, el odio al contendor es el caldo de cultivo del totalitarismo.
Como bien sabia John Locke, la idea de
“Trust” es consustancial al gobierno, basado en el consentimiento, persuadir,
buscar la complicidad moral, crear una relación de confianza: he aquí el núcleo
de la estrategia política en la Democracia de masas.
¿Cómo actúa el alto mando de este gobierno?
Es la expresión más palmaria de “La Impostura” y ella conduce siempre al vacío,
decía Metternich, un gran impostor. La gente perdona la ineficiencia, el
incumplimiento de promesas electorales, el despropósito inclusive, siempre y
cuando no perciba que hay mala intención.
Así como creemos que a la oposición no ha
podido articular un discurso programático, doctrinal para el país, su clamor solo tiene eco en
quienes siendo victimas de la arbitrariedad gubernamental, les angustia la
perdida de privilegios.
La dirección táctica y estratégica sale de el extremo
marketing de los CEO y de las novísimas redes, vociferaban que el CNE estaba
blindado, inclusive quienes en algún momento estuvieron participando en el
intento de torcer el hilo constitucional, hoy lucen descaminados en con
reservas radícales con los sectores políticos, “democráticos” cuya mayor virtud es su talante pegastoso, no
entienden que con su pasado nada tienen que buscar. Malas compañías enseñan
pésimas lecciones, suponen que son la reserva moral de algo, hablan como sino
hubieran sido cómplices emblemáticos, protagonistas de un sistema de demagogia,
corrupción e ineficiencia que llevó a Chávez, y Luego a Maduro a la
presidencia, por supuesto que hay centenas de gente buena que con sus diversas
razones seguirán apostando a la salida electoral, la opción es desmarcarse del
pasado vergonzante y de los diestros fabricantes de derrotas, tienen plomo en
las dos alas, hay que comenzar a distarse de los que lo único que ofrecen, es
más sacrificios a la gente en defensa de sus privilegios perdidos.
No hay cohesión y persisten en
acciones y métodos tan arbitrarios, y fraudulentos, (léase la escogencia de los
candidatos a concejales), frente a los que el (PSUV) lucio como un angélico
partido horizontal. No puede haber unidad posible, donde el grueso de sectores
pensaban en las mejores opciones para las Alcaldías en la ciudades del país, y
estos grupos salivando todas las mañanas y noches, en los lobbyes de lujosos
hoteles, sacando cuentas de los negocios que harían cuando le pusiesen la mano
a las principales Administraciones, arrogantes transvertidos.
La existencia de una alternativa pasa por
acordarse en un proyecto en el que se sientan representados los venezolanos, la
mayoría de nosotros, los sectores populares, los estudiantes, las amas de casa,
los trabajadores, los empresarios, los intelectuales; una propuesta abierta,
clara, que rechace y denuncie a quienes busquen atajos y pliegues, estén donde
estén, un proyecto en el que el compromiso no deje espacio para el chantaje, de
los que se asumen impolutos mientras negocian y defienden intereses de sectores
económicos insaciables y acusan a otros de negociar con el adversario, que
salga con el rostro limpio al encuentro de todos, sin falsificaciones ni
ambigüedades, que crean firmemente en sus postulados, que los defiendan a cal y
canto, que estén convencidos que tienen la razón.
La imagen de una oposición
rabiosa hace feliz a una izquierda anacrónica que se nutre de tópicos
marchitos.
La política es imperfecta, un arte en el
sentido griego de la palabra, que sirve para encausar los antagonismos hacia
formas de convivencia.
El tremendismo es
antipolítico por naturaleza, intentar excluir al adversario significa
humillarlo: el pacto de Tinell “Todos contra uno”, la ruptura de los
compromisos básicos. Hay que apelar con urgencia al sentido común de la mayoría
de nuestra gente que es esencialmente
bondadosa.
Concordia significa, amistad política, decía
el Estagirita siempre moderado. Es fuente de la legitimidad que deriva del
consentimiento, no hace falta estar en el mismo equipo para disfrutar del sano
juego colectivo, pero es imprescindible compartir los postulados básicos,
respeto, amistad, libertad y amor.
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