domingo, 22 de diciembre de 2013

PEDRO CORZO, LOS CUBANOS ENTRE LA HEGEMONIA Y LA DEPENDENCIA

La historia de la Cuba republicana  se caracterizó por  la inestabilidad y las ambiciones de poder de grupos políticos que las más de las veces respondían a designios muy propios, y no a proyectos en los que el país fuera la prioridad, aunque es justo afirmar que Cuba no era una excepción en el hemisferio.
Los países del continente en su recorrer republicano han sufrido severas convulsiones de carácter social y político, y la  mayor de las Antillas era una más entre sus iguales.
El país, al igual que el resto de América, proyectó mucho de su hacer alrededor de figuras notables que en muchas ocasiones eran caudillos que confundían sus  agendas personales con las nacionales, como fueron los casos entre otros, de José Miguel Gómez, Mario García Menocal, Fulgencio Batista, y otros, pero tampoco faltaron a la nación verdaderos patriotas que hicieron todo lo posible por concretar una sociedad justa y democrática
 Líderes políticos de la oposición y gobiernos, fueron en ocasiones promotores de intervenciones o mediaciones de parte de Estados Unidos en la política cubana.
 El primer presidente, Don Tomas Estrada Palma propició una intervención de Estados Unidos, otros mandatarios siguieron sus pasos, por lo que es probable que las mediaciones e intervenciones estadounidenses generaran en algunos sectores políticos del pasado y del presente, la placentera convicción de que siempre sería posible recurrir a un factor extranjero para que le sacaran las castañas del fuego.
 A pesar de la actitud de ciertos políticos la mayoría del pueblo cubano era nacionalista, convicción que se acentuó durante el segundo gobierno de Gerardo Machado, particularmente en el sector estudiantil, protagonista clave en el fin del mandato del general de la independencia.
A principios de los años 30, se agudizó la espiral de violencia que vivía el país y el régimen de Machado, que había disfrutado del apoyo y simpatías de Washington, empezó a convertirse en un aliado no deseado para este.
En el mes de marzo de 1933  el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosvelt, designó  a Summer Welles, embajador en Cuba y enviado especial, iniciándose la conocida "Mediación", que fue respaldada por un amplio sector de la oposición, sin embargo la caída del General inicio en el país un proceso nacionalista sin precedentes.
 Es indiscutible que estas mediaciones e intervenciones de Estados Unidos  crearon  en ciertos sectores políticos una relativa dependencia.
Para estos sectores el apoyo externo posibilitaba, según el caso, evadir compromisos, catapultarse en la lucha por el poder o en la conservación del mismo. Aparentemente consideraban posible conjugar los intereses foráneos con los nacionales y personales.
Fulgencio Batista, después de concluido el gobierno de Grau San Martín, se convirtió en el verdadero poder en la isla y en 1940, por medio de unas elecciones, legitimó su poder en el marco de una nueva constitución.
Batista retornó al gobierno en 1952 por medio de un golpe militar. Las relaciones con Estados Unidos fueron excelentes, hasta que Washington decidió retirarle su confianza.
En 1959, Fidel Castro instaura en la isla la dictadura más cruenta que haya padecido el hemisferio, internacionalizándola al subvertir el orden político en el continente e iniciar una política hostil contra Estados Unidos.
El padrinazgo de la Unión Soviética a Castro fue un factor determinante para que sectores de la oposición procuraran la ayuda de Estados Unidos, que afectado en sus intereses económicos y políticos, no dudó en prestar su apoyo.
Cuba se transformó en satélite de la URSS y en su plataforma política y militar en el continente. Bases de submarinos y espionaje electrónico y de cohetes balísticos con capacidad nuclear. Más de cincuenta mil militares soviéticos estuvieron desplazados en suelo cubano.
No obstante la dependencia de La Habana de Moscú sirvió al castrismo para adquirir una clientela política propia, y desarrollar un proyecto hegemónico, que aunque dependiente del soviético, tuvo sus propios perfiles, factor que posibilitó entre otros componentes, la sobrevivencia del castrismo después de la caída del Kremlin, la creación del Foro de Sao Paulo y el apoyo logístico para el surgimiento y desarrollo de las dictaduras institucionales del inexplicable socialismo del Siglo XXI.
Pero si el castrismo continúa atentando contra las democracias del hemisferio, quienes se le oponen no han cesado en su compromiso de combatirlo más allá de los resultados.
En la isla, a pesar de más de cinco décadas,  la confrontación de los hombres libres contra la voluntad esclavista de régimen persiste y en el exterior, los exiliados continúan dando muestras de su compromiso con la democracia, y como si fuera poco, en numerosas ocasiones han logrado vincular  la causa que les inspira con los intereses nacionales e internacionales del país que les acoge.
Pedro Corzo
pedroc1943@msn.com

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