Transcurrida ya una semana desde la realización de las
elecciones municipales aún persisten análisis, de lado y lado, acerca de la
interpretación que debe tenerse respecto a los resultados. Cada bando saca a
relucir el argumento que más le favorece. ¿De qué otra manera podía ser?
El oficialismo se siente “cómodo” señalando que obtuvo
más alcaldías que la oposición, hecho que se corresponde con la verdad. Ahora
bien, la oposición nunca señaló que ganaría la mayoría de las alcaldías del
país sino que tendría un avance importante respecto a las últimas elecciones
municipales, cosa que ciertamente ocurrió.
El gobierno que en general no se sonroja por nada, echo mano de cuanta ventaja pudiera tener para lograr una victoria aplastante sobre la oposición: políticos, peloteros, animadores, titiriteros, cantantes y los cuantiosos recursos de los que dispone el Estado estuvieron grosera y hasta corruptamente al servicio de sus candidatos para intentar derrotar a los candidatos opositores.
La oposición que quiso convertir la elección en una
suerte de plebiscito no lo logró. Los candidatos del gobierno no se quisieron
retratar con Maduro; les resultaba un pesado lastre que ponía en juego sus
posibilidades de triunfo. Los resultados evidencian que tenían razón:
Villeguitas, el mentado potro y un animador, todos candidatos en el Área Metropolitana
de Caracas, la plaza más importante del país, se retrataron en un acto con
Maduro y todos tuvieron un resultado electoral vergonzoso. A pesar de las
apariciones permanentes de los jefes oficialistas y los de la oposición, la
elección tuvo un fuerte componente local.
El gobierno que se sospechaba que perdería algunas
ciudades electoralmente importante se inventó como un recurso místico el “Día
de la lealtad y amor a Chávez”. Ni lealtad ni amor. Valencia, Barquisimeto, San
Cristóbal, Maturín, entre otras tantas, miraron y sufragaron por
opciones
opositoras. Hubiera querido la nueva burguesía roja tararear este coro: “Linda Barinas / Tierra llanera camino de
palma y sol / cuando te pintan tan linda y en plena tarde / y se embellece el
paisaje / Pinceles de un arrebol”, sin embargo, fue a José Luis Machín,
dirigente opositor barinés, a quien se le oyó jubiloso entonar esas notas. La
tierra del galáctico cayó ante la perseverancia de Machín.
La oposición sigue su camino. Logró relevantes victorias
en ciudades electoralmente importantes, no obstante, no obtuvo más votos que el
oficialismo. Lo pretendía y no lo alcanzó.
A la oposición le corresponde realizar una profunda
reflexión acerca de su lento andar, lo logrado no es visto como suficiente. Le
corresponde interrogarse sobre las razones por las cuales una parte muy
significativa de la población, agobiada por la inflación, la escasez, la delincuencia
y un numeroso etcétera continúa sin considerar a la oposición como una vía
posible para superar los grandes problemas nacionales. Dicho más directamente:
aun con la crisis existente se prefiere a los culpables del desastre.
Es un proceso que debe adelantarse con imperiosa
urgencia. Parece estar claro que las obras de quienes ejercen alguna posición
de gobierno regional o municipal no son suficientes. Pruebas sobran y son
irrefutables.
Un hasta luego al marketing electoral y el reencuentro
con la política y con las ideas debe servir de antesala a la
prefiguración de una oposición de cara a nuevos desafíos.
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