Acudiré
a las elecciones locales del 8 de diciembre con la sensación de celebrar el
acto postrero de nuestra democracia constitucional. Como Piar a su fusilamiento:
sin vendas y con la frente alta. Ese día, con la anuencia del árbitro rojo que
preside las elecciones, ha sido decretado como el “Día de la Lealtad a Chávez”
y se colocó los ojos del difunto en la boleta electoral de los candidatos del
gobierno.
Así se apela al miedo, a la sumisión, al chantaje, al sentimiento
primitivo, a la adhesión irracional. Ese día culmina una campaña signada como
todas desde hace 15 años por el uso y abuso de los recursos públicos a favor de
los candidatos del oficialismo. Ese día termina un proceso marcado por la
violencia contra los candidatos de la Mesa de la Unidad Democrática. El 8 de
diciembre termina el más grande y monumental saqueo que jamás se haya
organizado desde el Estado para cambiar mercaderías por votos.
Se
ha llegado a la infamia de colocar a los venezolanos frente a su propio examen,
a la auto calificación en materia de valores. Es cruel pero así lo veo y lo
digo a mis lectores. Lo que ha debido ser una elección de autoridades locales
se ha transformado en un maquiavélico ejercicio de valoración personal y
colectiva. El gobierno de Maduro ha sabido revolver las miserias que todos
tenemos en el fondo de nuestra naturaleza humana, esas que el proceso
civilizatorio nos permite controlar, que la educación modera y las buenas
maneras tapan. Este año ha sido de una violencia brutal contra lo bueno y un
formidable desafío a la entereza moral y ética el pueblo venezolano, que será
puesta a prueba el 8 de diciembre.
Acudo
consciente de que votaré por quienes tendrán que tener madera de héroes para
defender al Municipio del despiadado ataque a que serán sometidos. Porque,
estemos claros, el gobierno va con sus comunas y sus colectivos armados contra
el Estado Constitucional cuya expresión más pura, más antigua, más cercana y
más útil es el Municipio. Elegirán sus cónsules que intentarán demolerlo desde
dentro, y los demás serán asediados por todos los flancos en particular el
político y el financiero. Será duro el ejercicio democrático del Poder
Municipal.
El
domingo 8 de diciembre voy a la mesa
electoral con dolor por el país. No con rabia, pero sí sé que acudo con
repugnancia por lo que se ha hecho contra nuestra dignidad de venezolanos. Voy
sin resignación a un acto de protesta y de resistencia. A un acto de valorización
de la democracia local.
Fortunato
González Cruz
morochodos@gmail.com
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