La reciente noticia, reseñada por El
Universal, en la cual se resalta el total respaldo que el Brasil le ha venido dando a Guyana en el problema
del Esequibo no debería sorprender a los venezolanos.
Es la lógica consecuencia
de los inmensos errores que cometió Hugo Chávez, y que por lo visto no serán
rectificados por Nicolás Maduro, en el diseño y ejecución de nuestra política
exterior durante los catorce años de su gobierno. Lo primero que hizo fue cuestionar los tradicionales principios que, a través de cuarenta años,
habían orientado nuestras relaciones internacionales. Esos principios habían fortalecido una
política de Estado que no sólo le había dado respetabilidad a Venezuela en el
contexto de las naciones, sino que había logrado defender con firmeza nuestra
soberanía territorial y ser factor fundamental en el proceso de integración
latinoamericano y en el fortalecimiento de la democracia.
Uno de los errores imperdonables del
régimen chavista fue romper los equilibrios geopolíticos que Venezuela había
construido celosamente en el continente americano y en el Oriente Medio. De
manera inexplicable, Hugo Chávez se empecinó en destruir el Grupo de los Tres,
un tratado de libre comercio entre México, Colombia y Venezuela, y la Comunidad
Andina de Naciones, una organización subregional constituida por Venezuela,
Colombia, Ecuador y Bolivia, la cual había evolucionado desde una Unión
Aduanera, a un Mercado Común, con el objetico de consolidar una alianza
estratégica con el Brasil. Esta visión, absolutamente equivocada, ha empezado a
dar sus dolorosos resultados. La política exterior del Brasil se diseña a largo
plazo y se ejecuta de manera independiente de los gobiernos de turno.
Desconocer por ignorancia, como lo hizo
Hugo Chávez, los elementos fundamentales de la política exterior brasileña es
un crimen con visos de traición a la Patria.
Desde la década del sesenta del siglo pasado Itamaraty diseño su
política exterior tomando en cuenta una visión geopolítica conocida como “los
círculos concéntricos”, según la cual la América del Sur se constituye en una
zona de influencia directa del Brasil.
El general Golbery do Couto e Silva en su libro la “Geopolítica da
Brasil”, claramente especificó que “la meseta Central de Brasil, donde está
ubicada su capital, trae inscrito en sí mismo un destino imperial manifiesto y
hegemónico”. Esta tesis fue complementada con la teoría del subimperialismo,
que buscaba justificar el expansionismo brasileño, como consecuencia de una
delegación, consciente o no, de los Estados Unidos.
Justamente, en ese libro ese mismo
general fue el que estableció como prioritaria la necesidad geopolítica que
tiene Brasil de garantizarse una salida
al Atlántico a través de Venezuela o del territorio Esequibo. Esa es la razón
por la cual no debe extrañarnos la
noticia, que ha circulado en los medios de comunicación, de que el Brasil
respalda a Guyana en sus aspiraciones de
soberanía sobre dicho territorio.
Fernando
Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
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