jueves, 5 de diciembre de 2013

ADOLFO R. TAYLHARDAT, UN CUENTO CON VISOS DE REALIDAD

Mi artículo de hoy parodia un viejo cuento popular que seguramente mis lectores conocen pero que con su venia me tomo la libertad de actualizar.
El cuento (adaptado), es el siguiente:

Cuando Dios creó el mundo y repartió sus riquezas, decidió que en el extremo norte de un subcontinente que se llamaría Suramérica habría un país que llevaría el nombre de Venezuela. Ese país sería privilegiado por la naturaleza. Estaría libre de movimientos telúricos, salvo uno que otro terremoto y pequeños temblores de tierra. Estaría también a salvo de los embates del clima porque no sería víctima de huracanes o tormentas tropicales, aunque ocasionalmente podría sufrir lluvias torrenciales que causarían daños materiales y humanos importantes.
Dios siguió diseñando ese país y dispuso que tendría bellezas naturales maravillosas, como una cascada de mil metros de altura, única en el mundo, una laguna alimentada por siete cataratas y hasta una cueva de cuarzo que sería la más grande del mundo. También tendrá bellas playas bañadas por las tibias aguas del mar caribe Tendrá recursos naturales en abundancia: petróleo, oro, hierro, bauxita, diamantes, y torrenciales ríos para producir energía eléctrica. Además tendrá tierras fértiles en abundancia para que sus habitantes cultiven los productos vegetales y críen ganado de todo tipo para el sustento de ellos y sus familias e incluso exportar excedentes.
A esta altura San Pedro, que lo escuchaba, intervino y comentó: Pero Señor, Usted está creando un paraíso en la tierra, le está dando prácticamente todo a ese país.
Dios respondió: no te preocupes Pedro. Hacia el final del siglo XX y comienzos del XXI, aparecerán allí dos individuos que arruinaran lo que, como tú dices, sería el paraíso terrenal. Y agregó: concretamente a comienzo del siglo XXI llegará un tipo bigotudo que, valiéndose de artimañas ilegítimas y violentando la Carta Magna de ese país se instalará ilegítimamente en el Poder y usurpará la función de jefe de Estado. Ese elemento se dedicará, con saña y crueldad, a arruinar, devastar, desmantelar, echar abajo todas las riquezas que le atribuyo a Venezuela y todo lo bueno que a lo largo del tiempo algunos gobiernos responsables hicieron para acrecentar el bienestar de sus habitantes y permitirles beneficiarse del bien supremo de la democracia.
Ese individuo, que en lo adelante le doy el nombre de “ilegítimo”, se empeñará en acelerar la implantación de un sistema y una ideología ateos y violadores de la libertad y los derechos humanos denominado comunismo que para ese momento habrá fracasado en otros países - entre ellos el que lo inventó - y a copiar el que precariamente todavía prevalecerá en una isla del Caribe. Pero no solo tratará de copiar el régimen que a duras penas y con mucho sacrificio de vidas humanas subsistirá en esa isla. El ilegítimo pretenderá materializar un proyecto de su predecesor y tutor. Actuando con total desprecio hacia su propio país e incurriendo en el grave delito de traición a su patria, intentará convertir a Venezuela en colonia y súbdito de la isla caribeña, desde donde recibirá instrucciones, orientaciones y mercenarios para consolidar la completa sumisión de Venezuela al nuevo poder colonial.
En su empeño por implantar el comunismo, el ilegítimo impondrá el control absoluto de su régimen sobre la industria. Convertirá la empresa explotadora del petróleo en una especie de gallina de huevos de oro de donde extraerá recursos para financiar acciones populistas nacional e internacionalmente. Las otras grandes industrias (hierro, aluminio) serán desarticuladas. La agricultura y la cría de ganado desaparecerán por obra del ilegítimo. 
Será un régimen cruel, sanguinario, que no vacilará en estimular el odio contra quienes le adversan. Se convertirá en dueño y señor del país valiéndose del vasallaje de los demás poderes públicos y de militares de alta y mediana graduación que no desperdiciarán oportunidad para vender su lealtad a la nación a cambio de oportunidades de corrupción, tráfico de drogas o la designación en cargos de la administración pública. Se valdrá de toda clase de recursos entre otros la condena a muerte gradual de personas inocentes mediante la aplicación de la pena máxima. Practicará el amedrentamiento, el secuestro y las desapariciones forzadas. También empleará la fuerza pública, en especial un cuerpo que se llamará guardia nacional, fuerzas paramilitares y grupos violentos armados que serán conocidos como “colectivos” para arremeter y agredir a quienes se opongan a su régimen.
Estos son solamente algunos de los infortunios que tendrá que soportar ese desventurado país antes de convertirse en el paraíso terrenal que según tú yo estaba creando. ¿Satisfecho Pedro?
Sí, Señor, pero me aterra pensar que será de ese pobre país si su gente no despierta.                
Despertará, Pedro, agregó Dios. El ilegítimo caerá por s propio peso y con mi ayuda los venezolanos tomarán nuevamente el camino de la libertad y la democracia.
Adolfo Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com

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