En estos dos siglos, un año y cuatro meses
transcurridos por nuestro país como
independiente respecto a la que fue, por tres anteriores siglos y medio,
nuestra llamada “madre patria,” no cabe dudas que el pueblo que, desde
entonces, formamos los venezolanos, con breves y dispersos tiempos de paz y
relativo progreso, hemos vivido cargados de miedos, plenos de tormentos y
sufridas vicisitudes.
Escribió Juan Liscano, en una pequeña pero
muy interesante obra de naturaleza histórica titulada “Los vicios del
sistema”, que “Hay tres modos de escribir la historia de
Venezuela” y expresa allí que “la primera es la romántica que deforma hechos y
realidades en aras de imaginar una epopeya inexistente” y señala el autor que
esa historia imagina una epopeya “al estilo de la guerra de Troya y las batallas napoleónicas” contadas por
epígonos, de lo que salió el culto a Bolívar;
el segundo modo, prosigue Liscano, es la reacción positivista de Gil
Fortoul, Lisandro Alvarado y Vallenilla Lanz padre, en busca de la verdad.
Pero la tercera es la “que prevalece en el saber popular”, pero también en sectores acaudalados, y consiste en “el cromo académico pictórico, la anécdota inventada, la guerra entre las partes como buenos contra malos, la ignorancia en el campo patriótico de los hechos criticables y de los desbordamientos que inundaron en sangre a Venezuela.”
Sí. Es por eso que no quiero escribir esto,
pero sé que debo hacerlo. Nadie me ha dicho, pero he leído y oído que mañana se
realizará una “marcha”; un esfuerzo de
tomar la calles, unos para protestar todo lo que viene pasando la gente más
allá de su color político y otros para defender el régimen, aún engañados por
palabrerías vacías e incumplimiento permanente de promesas. Pero ello provoca
retornar, con angustia inocultable, a la última frase de Liscano: la ignorancia
de los hechos y desbordamientos que, históricamente, han teñido de sangre
hermana las tierras de la Patria.
Creo en las ventajas de la resistencia civil
pacífica pero no pasiva. Los regímenes totalitarios de poder, como el que nos
ha venido sojuzgando, suelen poseer fuerzas más poderosas que las de sus
opositores. Frente a esos regímenes, la resistencia tiene que establecer una
planificación estratégica, viable y verdadera, que cubra por distintos niveles
todas las instancias de la vida en el país. Las armas y la violencia favorecen
la permanencia de la tiranía.
Ignoro lo que se pretenda hacer mañana. La
parte débil actualmente es la de la dictadura. Pueden ir con todo para tratar
de sobreponerse a la crisis general teniendo como armas la persecución y el
terror. No vale la pena arriesgar vidas si hay condiciones de debilidad o
inferioridad.
Pedro
Paúl Bello
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