La
performancia de sus señorías progresistas a las puertas del Congreso en defensa
de la Tasa Tobin ha sido un peculiar homenaje a Robin Hood, que para mayor
fuerza dramática ha incluido el típico gorrito que se ponen los horteras en
Carnaval cuando se disfrazan de este personaje.
Sólo ha faltado que el diputado
Centella apareciera con los leotardos verde sotobosque que le ponían a Errol
Flynn y la portavoz socialista ataviada a lo Olivia de Havilland y el resultado
hubiera estado a la altura de lo que el pueblo espera de sus representantes
parlamentarios.
En todo caso, la metáfora no ha podido ser más desafortunada, algo habitual en los progres, que siempre acaban expresando lo contrario de lo que querían decir. Porque el que imponía tasas y gravámenes era el sheriff de Nottingham, mientras que Robin de Locksley se dedicaba justamente a robar la recaudación. ¡Señores, Robin Hood era un peligroso neoliberal! Un anarquista en estado puro contra las exacciones administrativas del poder político, que es justamente lo que representa el impuesto a las transacciones económicas internacionales que nuestra tropa de forajidos con sueldo y coche oficial pretende imponer a golpe de astracanada.
O
no han visto la película, o no la entendieron, o valoran la inteligencia de los
votantes en función de la suya propia y por eso han elegido un personaje que
suele caer simpático sin atender a lo que ese arquetipo concreto realmente
representa. En lo que sí son consecuentes es en su rapacidad de los bienes
ajenos, con esta defensa de un nuevo impuesto que, de implantarse, afectará
directamente al bolsillo de todos los ciudadanos y no de los ricos, como
pretende nuestra alegre muchachada. Las clases acaudaladas no pagan impuestos,
ni ese ni ninguno, porque para eso tienen los instrumentos financieros que los
socialistas les crearon para mantener su riqueza a salvo de la voracidad
estatal. Seremos los ciudadanos de a pie los que tendremos que soportar una
nueva tasa, que, como es natural, las empresas afectadas repercutirán a los
clientes que no tienen pasta para montar una sicav.
Si
de verdad quieren parecerse a Robin Hood, los parlamentarios progres deberían
apostarse en los pasillos del Congreso y secuestrar a Montoro hasta que firme
un decreto dejando la presión fiscal, como mínimo, en los niveles de Zapatero.
El diputado Centella, con gorrito, leotardos y apuntando con un arco y una
flecha desde la tribuna del Hemiciclo a la bancada del Gobierno, tiene que
acojonar.
http://www.libertaddigital.com/opinion/pablo-molina/los-progres-de-sherwood-nos-quieren-esquilmar-69957/
Pablo
Molina @PabloMolinaLD
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