jueves, 14 de noviembre de 2013

BEATRIZ DE MAJO, DIPLOMACIA Y GRAVITACIÓN MILITAR, CASO CHINA

El espacio económico que China ocupa en el mundo de hoy es evidente. No lo es tanto la estratégica gravitación militar que el gigante asiático intenta consolidar en el mundo entero. Silenciosamente, este coloso ha comenzado a hacerse de mayores espacios en este terreno, tejiendo una red de solidaridades con países de menor desarrollo y emergentes de manera que el equilibrio que se ha estado produciendo en el área macroeconómica entre las naciones líderes del planeta tenga un equivalente en el grado de  influencia militar global.
Para sentarse en las primeras filas de lo militar, junto a los grandes del planeta, es preciso contar una fortaleza armada y nuclear propia y esa ya la adquirido el país asiático. En atención a ello sesiona con otros de talla equivalente  en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Allí China ha estado pisando duro. Una reciente muestra de su capacidad de influencia en temas de la paz global fue la de vetar junto con Rusia cualquier solución que pusiera en minusvalía a la Siria de Bashar Al Assad, aun después de que se pusiera de bulto el atroz uso de armas químicas  por parte de Damasco que produjo la muerte de más de 1400 ciudadanos sirios.
Otra forma menos visible  pero sin duda determinante, para llevar voz cantante en materia de seguridad planetaria, es el armarse de un entramado de solidaridades militares en la escena global, desarrollando estrechas relaciones bilaterales  desde Beijing con terceros países a través de la venta de armas y de la asistencia tecnológica que está asociada con el uso de las mismas.
Esta determinación China de penetrar mercados en países con capacidad de influencia regional  ha comenzado a generar urticaria por parte de otros países de talla en el campo de la seguridad estratégica mundial y en particular por los miembros de la OTAN. La semana pasada un contrato por cerca de 3,440 millones de dólares  para la compra de un sistema de defensa con misiles y radares  ya adjudicado por el gobierno turco a empresas chinas fue el objeto de gestiones diplomáticas de Washington frente a Ankara, acciones estas que lograron la paralización de la compra a los chinos y la apertura de un nuevo concurso en el que participarían empresas europeas y americanas.
Así es como en los tiempos que corren, por distintas vías la diplomacia del dragón se está asociando a una estrategia de penetración militar con el propósito de consolidar  nuevos estadios de influencia. Por ejemplo, en algunos acuerdos de libre comercio entre países latinoamericanos y China actualmente en negociación, los asiáticos sujetan la concesión de tratamiento favorable a la exportación de productos a China a que las compras de armas provenientes del país asiático también gocen de tratos preferenciales.
Países como Siria, Pakistán, Irán  Libia , Turquía , Sudan y en nuestro continente, Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú, Venezuela, Guyana y México  han formado parte de acuerdos de provisión de armamento , algunos ya ejecutados, otros en proceso de ejecución , que además de reportar  importantes ingresos para los fabricantes chinos,  actúan como catalizadores de las relaciones diplomáticas  en épocas de paz  y  pueden llagar a configurar alianzas estratégicas muy trascendentes para China en caso de conflictos.
bdemajo@gmail.com

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