Esta
conversación coincidió con la tercera visita que he hecho en mi vida a Fuerte
Tiuna. Ver la cantidad de edificios con letreros en chino, así como a muchos
chinos que supuse eran obreros, me sumió por un momento en la impotencia y la
desesperanza.
¿Por
qué hemos llegado a esto?
¿Por
qué hemos dejado que se venda a la nación a potencias extranjeras?
¿Por
qué Cuba dirige a Venezuela?
Pensé
en mi amiga y en sus clases, tanto como en esa cantidad de alumnos que intentan
comprender la historia de Venezuela, esa historia que estudié en mi
bachillerato pensando que vivía en tiempos de democracia: en unos tiempos que
serían eternos y sin retrocesos.
Hoy
comprendo que la democracia no es un "estado" sino un
"proceso", tanto como el hombre "ético", siempre en camino
de aquel modelo al cual debería procurar ajustarse y, en contraste con él,
corregirse y arrepentirse de los pasos mal dados.
Un
proceso que, en nuestro caso, lo que ahora parece "retroceso" confío
nos sirva para impulsarnos y arrasar, como la ola de un tsunami, con toda la
basura de mediocridad y mentira que ha pretendido instaurarse. Allí, en Fuerte
Tiuna, me pregunté qué país llevarían nuestros soldados en el corazón.
Me
resisto a creer que no hayan muchos deseando que sus Fuerzas Armadas sean como
"deberían ser".
Me
resisto a pensar que no haya allí venezolanos de pura cepa, que amen a su país
como éste espera ser querido, y que deseen servirnos a todos, siendo garantes
de la Constitución, de la libertad, de nuestras raíces, de nuestra cultura, de
nuestra soberanía, y de la paz, en definitiva, que todo venezolano se merece.
Me
resisto a pensar que no exista alguno a quien le inquiete que Venezuela no se
gobierne a sí misma y que impere tanta irregularidad interna.
No
es que ingenuamente intente convencerme de algo sin fundamento, sino que como
nunca hay que generalizar, debe haber alguien que disienta.
Cuando
me pregunto qué país tendrán muchos en su corazón, intentando comprender lo que
no entiendo, me fortalezco confiando en que algunos llevan ése cuya bandera
tricolor debería enorgullecerlos lo suficiente como para servirlo bien y
demostrar que lo quieren. Venezuela se los agradecería.
Ofeliavella@gmail.com
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