Venezuela insiste a través de la quinta Ley
Habilitante (19/11/2013) que se concede en el transcurso de la denominada
Quinta República, en un modelo socio-económico que ya fue rechazado al momento
del Referendo del 02/12/2007 cuando se votó
la Reforma Constitucional.
Dicho modelo 2013 está orientado hacia un
socialismo con perfil comunista que entre otros aspectos procurará a partir de este 2013 profundizar
por vía legal una política creciente de regulaciones, muy especialmente en
materia de costos, precios y ganancias; a la par de pretender una activa
participación del Gobierno tanto para ocupar mediante una Junta Administradora
Especial las empresas que no puedan ajustar los precios a la acción
“fiscalizadora”, así como para “garantizar” la reposición de inventarios por
intermedio de la instauración de un esquema central de compras
gubernamentales de electrodomésticos y
autopartes (¡¡Estado Comerciante!!) en intima vinculación con la centralización
de las importaciones (¡¡Estado Importador!!); todo ello en clara animadversión
al sector privado de la economía en aras de “Continuar construyendo el
Socialismo Bolivariano del siglo XXI en Venezuela, como alternativa al modelo
salvaje del capitalismo…” (Programa de la Patria 2013-2019); todo ello a pesar
que el mundo fue testigo en 1985 del fin del bloque socialista con la llegada
de la Perestroika cuando el pueblo soviético clamó por una mayor independencia
económica, e igualmente presenció un 09/11/1989 el “derrumbamiento de un muro”
que dividía al mundo en dos ideologías hasta ese momento incapaces de convivir
en paz. En orientación contraria a Venezuela, de los 4 países comunistas que
aún “sobreviven” en 2013 en un universo de 194 reconocidos (China, Corea del
Norte, Vietnam y Cuba), 2 de ellos (China y Cuba) están apuntando hacia la
apertura económica, y al propio tiempo asumiendo pequeñas, por ahora, reformas en el sistema político.
En cuanto a China, inició su apertura
económica a fines de los 70 con énfasis en 1978 mediante un plan de reformas
que propició su expansión comercial al mundo; y recientemente (11/2013) amplía
dicha tesis cuando el Plenario del Comité Central del Partido Comunista aprobó
adelantar profundas reformas y nueva apertura para reforzar el papel del
mercado como herramienta para destinar recursos, a la luz de una adecuada
relación entre el Gobierno y el mercado, en aras de superar la excesiva
intervención gubernamental y así permitir un protagonismo del consumo y los servicios, reduciendo al propio
tiempo la presencia de empresas estatales e incorporándolas a un marco de mayor
competencia privada, apoyándose en la flexibilización de los límites a las
inversiones extranjeras en el comercio electrónico y otras actividades.
Cuba, que en 1960 fundó la Junta Central de
Planificación (JUCEPLAN) a los efectos de colaborar en la implementación de un
régimen comunista, efectivamente alcanzado en abril 1961 cuando la isla se
proclama como tal a la luz de la puesta en marcha de una economía centralmente
planificada basada en la propiedad estatal de los medios de producción, ya en
1991 durante el IV Congreso del Partido Comunista le introduce reformas al
modelo ante las contradicciones entre el mercado y la planificación central
abriendo espacio a una economía socialista de mercado, permitiendo la expansión
de las relaciones mercantiles, la descentralización de la planificación y la
introducción del mercado en la distribución de los bienes. Tal intención cobró
fuerza en razón al impulso generado por el
plan de reformulación de políticas sociales y económicas de 2010;
mientras que en 2013 el Gobierno bajo el nombre de “actualización del modelo
económico” (equivalente a una “Perestroika cubana”) se ha planteado el
reconocimiento del mercado, la transferencia al sector privado de variadas
actividades actualmente en manos del Estado e incentivando la inversión local y
extranjera; todo en función de descargar al Estado de múltiples obligaciones
financieras que le está impidiendo el poder alcanzar la suprema felicidad de la
población cubana.
A tenor de lo expuesto, y en nuestra actual condición de
“optimista preocupado”, reflexiono y me emana una inquietud: no tiene sentido
sacrificar el bienestar nacional del presente y corto plazo en la búsqueda de
una calamidad irreversible, que más temprano que tarde será interrumpida por el
pueblo exigiendo profundas reformas bajo un enfoque de “Perestroika
venezolana”.
@jessalexis11
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