Inferimos que existe en Venezuela
una intencional política de cambio sobrevaluado con eje en un permanente
crecimiento de la liquidez monetaria (un 1.300% durante 2005-2013 hasta
situarse en cerca de un billón de bolívares) en favor de intentar controlar la
inflación. Veamos: El BCV fija el precio para la compra-venta del dólar el cual
no siempre se corresponde con su precio
real, y en muchos casos (como en la actualidad) lo fija por debajo de lo que
cuesta conformando de tal modo un tipo de cambio sobrevaluado que se dinamiza
por la situación inflacionaria.
El tipo de cambio (TC) refleja la cantidad de bolívares requeridos para
adquirir un dólar; el TC nominal es el precio relativo que existe entre el
bolívar y el dólar expresado en unidades monetarias, es decir, la relación
directa entre estas monedas (6,30Bs/$); mientras que TC real refleja la relación
entre el precio relativo de las dos canastas de consumo (Venezuela-USA) y
facilita conocer el poder adquisitivo del bolívar en los EEUU. Tal condición
del TC está condicionada por el comportamiento inflacionario de cada uno de
estos países (cómo aumentan los precios de los bienes ) lo cual se traduce (en
nuestro caso) a una tasa de crecimiento de las importaciones superior a la de
las exportaciones, configurándose una depreciación del tipo de cambio ( de la
moneda), es decir un aumento del precio del dólar en términos de bolívares, lo
cual conducirá irreversiblemente a una devaluación; sea oportuno señalar que
una depreciación es un resultado económico mientras que la devaluación es una
estrategia económica oficial, en el entendido que la primera conduce a la
segunda habida cuenta que el Gobierno debe ajustar el tipo de cambio nominal
para que refleje el incremento en los costos y así corregir la sobrevaluación.
Variadas consecuencias se desprenden de una
sobrevaluación del bolívar: (1) Desestimulo a las exportaciones ya que por cada
dólar exportado se recibe una cantidad de bolívares que difícilmente permite
cubrir los costos crecientes de producción impulsados por la inflación; (2)
Disminución de la producción nacional al contraerse las expectativas para
invertir ante la imposibilidad de competir con unas importaciones de menor
precio y mayor diversificación; (3) Impulso a las importaciones (cerca de 4.000
millones de dólares mensuales) en razón a que con un dólar más barato (alejado de la realidad) hace atractivo comprar en el extranjero,
afectando el uso de los factores de la producción nacional a la par de afectar
negativamente cualquier política de sustitución de importaciones, profundizando la economía rentista; (4)
Estimulo a la demanda de divisas bien para importar o bien para resguardar el
patrimonio monetario de la devastadora inflación; (5) Reforzamiento del Estado
importador (como teórica herramienta antiinflacionaria)en detrimento de la
actividad del sector privado, en razón de que controla más del 96% de las
divisas que percibe el país, (estamos importando el 59% del consumo de carne);
(6) Escasez del 22,4% (promedio América Latina: 5%) como consecuencia de la
contracción de la oferta proveniente del sector productivo nacional
(marcadamente estatizado) complementado por ineficientes estrategias
(mayoritariamente gubernamentales) de importación y distribución; (7)
Disminución de las reservas internacionales hasta niveles desconocidos
históricamente (25% en 2013) a la luz de la dependencia del consumo nacional en
relación al sector externo de la economía
( más del 51% del consumo final de los hogares y por encima del 25% de
bienes intermedios); (8) Aumento de la deuda interna (desde Bs 2.500millones en
1998, hasta Bs 380.300 millones al IIT 2013)para compensar el déficit fiscal
(14% del PIB) y mantener la tendencia creciente del gasto público (desde un 29%
del PIB en 1998 hasta un 44% en 2012, que en valores absolutos para 2013 se
aproxima a Bs 662,4 millardos); (9) Emisión de dinero inorgánico (más de Bs
300.000 millones sólo para financiar a PDVSA) para equilibrar la disminución de
ingresos; y (10) Más inflación!!! (el problema de fondo no atendido) que para
octubre 2013 alcanzó un 5,1%, un acumulado de 45,8%, un anualizado de 54,3%, un
72% en alimentos ; y un estimado al cierre superior al 60%. En fin, estamos
presenciando la demolición paulatina del aparato productivo nacional y un
alejamiento de la suprema felicidad.
Economista Jesús Alexis González
@jessalexis11
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