Lo más desagradable, en esta crisis de
mercado que vivimos hoy en día, es hacer una larga espera en una cola, para
entrar a un supermercado, y resulta que cuando uno lo ha hecho, y va a buscar
el producto, por el cual soportó ese suplicio, ya desapareció, y que fue lo me
pasó a mí este sábado; detrás de dos paquetes de leche en polvo; que era la
razón por la cual había ese rebullicio de gente en ese establecimiento, y la
que en pocos minutos arrasó con una remesa de paquetes, de modo que cuando yo
llegué; uno de los últimos de la cola, digamos de paso, no había nada de nada.
Perdí demasiado tiempo buscando el
lugar, de donde salía la gente con los paquetes, (“sólo dos por persona”, según
lo dispuesto por la mercadería), y entonces cuando le pregunté a una señora que
iba con los suyos, que dónde estaba la leche me dijo:
-Ay, señor, “estaba”, ya eso voló.
Pero era que había personas allí, que
habían llegado a las puertas de ese supermercado a las 6:00AM, y eso porque se
tenía entendido que quedaba todavía esa remesa de leche del día anterior;
claro, y también por azúcar (“cuatro paquetes por persona”); segunda razón que
había movido a aquella muchedumbre a estar allí; producto sobre el que de la
misma manera se volcó en lo inmediato, acabando la gente en el acto con una
pirámide de paquetes, mientras otra señora se quejaba:
-¿Cómo es posible que hayamos llegado a
esto?
Es decir, estamos en plena crisis de
mercado, y mal social arrastrado por un círculo vicioso, en el que hemos caído
desde el punto de vista económico; constituye una deformación, y que es lo que
le produjo el asombro a la señora. Nunca nos habíamos visto en estas
circunstancias. Ya hay familias, con niños en edad escolar, que no ven la leche
desde hace dos meses.
Deformación que viene de una errática
política económica; pues resulta muy difícil producir leche en las condiciones
en las que se encuentra un productor hoy en día en nuestro país; como un
productor de azúcar, razón por la cual estos productos han desaparecido de los
anaqueles, y cuando llegan a un abasto o supermercado, la noticia del hecho
enseguida se riega como pólvora en el vecindario; pues la inflación va pareja,
en lo que a términos de costo de producción se refiere, con las diferentes
actividades económicas, incidiendo como un todo en el precio de los insumos de
la producción agropecuaria hacia el alza; de modo que la producción de un litro
de leche le puede resultar a un ganadero por unos quince o dieciséis bolívares;
no obstante, el precio de este rubro está regulado en unos seis bolívares, y
así que nada incentiva, para seguir invirtiendo en el sector, tanto más que la
política del mal llamado plan de “rescate de tierras ociosas”, que significó la
confiscación o expropiación de muchas fincas ganaderas que estaban en pleno
proceso de producción, desterró las garantías jurídicas y económicas de dicha
actividad económica; razón por la cual las estadísticas acusan una disminución
en la producción de leche.
Lo más grave de todo es que esta crisis
de mercado viene a estallarnos en la cara, consecuencia de la estrategia que
libró el chavismo, para que Hugo Chávez ganara a toda costa las elecciones de
2012, y así que, contestes ellos de que la escasez era mala consejera para
ganar un evento de esta naturaleza, importaron durante el año toda la leche que
consiguieron en el mundo; recuerdo que un colega amigo escribía por la prensa
que estábamos importando agua de los ríos de Sudamérica, en virtud de que, la
que venía, era descremada, y provenía de casi todos los países de la región;
una importación bastante abundante que requirió que se vaciaran las arcas del
Tesoro, y que es lo que tiene a Nicolasote contra la pared.
Así no había compra nerviosa, y que es lo que está pasando
hoy en día, que forma parte de los fetiches que ha generado esta crisis de
mercado, conllevando a esa otra deformación en la economía familiar, y es que
ahora el inventario de los productos de la dieta básica del venezolano; en
lugar de estar en los depósitos de los comerciantes, está en las despensas de
nuestros hogares; cuando no en alguno de los módulos de un closet, o debajo de
una cama; allí, en resumen, donde se pueda guardar toda esa coroquetera, que se
ha venido comprando: papel toillete, Harina Pan, Mazeite; lo cierto es que en
lugar de estar esta mercancía en galpones, está en estas condiciones, ocupando
espacios, donde no debía; condenada alguna proporción a llegar a su
vencimiento; algo que, por supuesto, tendría mucho de fetichismo de la
mercancía, como diría Marx, sólo que a causa de un terror que produce la crisis
de mercado, y que se sufre, con independencia del nivel de ingreso de los
diferentes estratos de nuestra ciudadanía, ya que el mercado forma parte del
todo orgánico de nuestra sociedad, y así en esta psicosis, que genera la
escasez, vale más ver deteriorarse una cosa, que no tenerla.
La
gente que nos gobierna sabe que, en efecto, esta política económica es un
completo fracaso; pero está casada con la misma, y es por esto que hablo de una
economía sometida a un círculo vicioso; sobre todo, la estrategia de los
controles, que constituye el núcleo central del problema, la que genera la
crisis de mercado, y a la que se le puede aplicar la metáfora del embudo, que
suele invocar el venezolano: lo más grande para mí, lo más pequeño para ti; una
estrategia que sólo beneficia a una mafia cambiaria; conformada por clanes,
según lo ha venido demostrando mi colega Manuel Isidro Molina, en su columna de
La Razón, citando con nombre y apellido a sus integrantes, y que son los que
desangran al país; obviando al resto de los venezolanos, y montada sobre una
serie de vicios, y de allí el carácter de mafioso de sus integrantes.
melendezo.enrique@yahoo.com
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