lunes, 11 de noviembre de 2013

CARLOS E. AGUILERA A., EL QUE SIEMBRA TORMENTAS, COSECHA TEMPESTADES

Era previsible, porque ya en anteriores ocasiones cuando el fallecido Chávez  en sus encendidas arengas en asambleas, campañas y apariciones públicas, incitaba a tomar acciones que recurrentemente encendía la iracundia de sus seguidores, estos asumían un comportamiento violento, cargado de odio, venganza y desprecio hacia sus semejantes por no comulgar con su lineamiento político, que ocurrieran los vergonzosos saqueos en las tiendas de una conocida empresa, con sucursales en el interior del país. En otras palabras,  fue “la crónica de un hecho anunciado”.
Bastó y sobró que Maduro en una de sus afanosas y fastidiosas apariciones en cadena mencionara, que a partir de ese momento “ordenaba  al pueblo tomar los comercios que especularan”, porque había recibido información del Sebin de que en la referida empresa, se alteraron los precios, para que casi la unísono en Valencia, Punto Fijo y otras ciudades, comenzara a ocurrir un hecho que trajo a la memoria colectiva de los venezolanos, los trágicos acontecimientos del 27 de febrero en Guarenas. El saqueo de las tiendas, cuyos videos dieron la vuelta al mundo, muestra a hombres y mujeres destruyendo todo cuanto encontraban a su paso, para hurtar como delincuentes comunes, costosos artefactos electrodomésticos, televisores plasmas y demás.  
¿Por qué esta gente pasó por encima de su comportamiento ético y moral,  para cometer algo que el Código Penal castiga a quienes se apropian indebidamente de cosas provenientes de un delito? Es la pregunta lógica que espera una respuesta igualmente lógica. Pero si observamos que este hecho es producto de otro delito perpetrado por quien amén de ser  la primera autoridad de la nación, violenta no solo la Constitución Nacional, sino también el Código Penal, cuyo Articulo 283 al 285 sanciona penalmente a quienes instigan a delinquir, estamos en presencia de un país en el que la anarquía, el desafuero y  la violencia se han constituido en el portaestandarte de quienes se ufanan de ser revolucionarios, socialistas y bolivarianos.
Salvando las distancias y por la circunstancias graves que confronta el país desde hace catorce años en su estamento social y político, rememoramos un concepto historiográfico que hace referencia a las transformaciones operadas durante la Crisis del siglo III y el Bajo Imperio romano, que a partir de 395 condujeron a un rápido deterioro del poder romano, y al hundimiento del Imperio de Occidente, cuyo último emperador efectivo, Rómulo Augústulo, fue depuesto por el caudillo hérulo Odoacro, empleado al servicio de Roma.
Es necesaria esta referencia histórica  por las circunstancias que originaron la decadencia y caída del Imperio romano, una de las cuestiones más debatidas y estudiadas de la Historia, pues  es considerada por algunos como "el mayor enigma de todos", y ha sido uno de los ejes del discurso histórico clásico desde san Agustín de Hipona. Los siglos. XX y XXI han visto multiplicarse el interés por este problema histórico, debido probablemente al hecho de que la civilización contemporánea tiene muchos rasgos comunes con la de la Antigüedad Tardía, y a que la cultura occidental está en un período de transición, como la Roma de los siglos III y IV.
Para muchos parecerá una absurda comparación de este hecho histórico con lo que acontece en nuestro país, pero solo pretendemos mediante esta analogía comprender que no existe un poder supremo. Aún que a veces es inadmisiblemente tolerado  por determinado tiempo, hasta que se abren las compuertas del dique de una crisis social, política y económica, que genera el descontento de sus gobernados y no hay obstáculo alguno que `pueda frenar sus derechos que como en el caso nuestro, lo contempla la propia Constitución en el artículo 350: “ El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos”
La propia letra del artículo antes citado obliga a los venezolanos a hacer valer sus derechos  tan vulnerados por quienes llegaron al poder , mediante una fingida acción que los hizo pasar por auténticos demócratas , para al poco tiempo sacar las garras y mostrar los colmillos de la tan mentada revolución socialista del siglo XXI, hoy letra viva en vallas publicitarias, propaganda en las televisoras y emisoras del estado, afiches en las oficinas e instituciones  públicas y para colmo de los colmos, en los nuevos textos escolares entregado a párvulos que cursan la enseñanza primaria.
Solo un jaquetón, sustantivo masculino cuya analogía según el DRAE , significa : valentón, fanfarrón, perdonavidas, arrogante, baladrón , engreído, pedante, presumido y soberbio,  es capaz de haber llevado al país a los extremos   que hoy día padece: miseria, hambre, desempleo, inseguridad, corrupción, nepotismo, alto costo de la vida, escasez de alimentos y todas las penurias que la familia venezolana viene experimentando, desde que llegaron al poder DEMOCRATICAMENTE  los revolucionarios socialistas, marxistas y bolivarianos, hace ya casi 15 años.
Las graves consecuencias de esta debacle,  ha deteriorado no solo la calidad de vida de l@s venezolan@s, sino también ha generado dolorosas situaciones en el seno de muchas familias que han perdido, hij@s, herman@s, padres y parientes a manos de la delincuencia desbordada, que a todo lo largo y ancho del territorio nacional sigue haciendo de la suyas. A este martirio se suman la escasez en hospitales de medicinas e insumos, que imposibilita el tratamiento de pacientes, niños, hombres y mujeres con padecimientos coronarios, diabetes, cáncer y otras enfermedades, que tienen que afrontar con dolor, impotencia y no bien disimulada rabia, la negligente respuesta de un gobierno que ha dilapidado en 15 años todos los recursos del erario nacional.
Hace pocos días, Heinz Dieterich, el ideólogo del llamado socialismo del siglo XXI, sugirió abiertamente una solución inmediata en un último intento para salvar el proceso político y económico de Venezuela. Pensamos que no servirá para ello el recién creado Viceministerio de la Felicidad, y mucho menos para calmar la angustia y dolor de cientos de miles de venezolanos que ávidamente esperan salir de esta terrible pesadilla.
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
careduagui@yahoo.com //@_toquedediana

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