sábado, 2 de noviembre de 2013

BRIAN FINCHELTUB, GUARIMBAS BUENAS Y GUARIMBAS MALAS

En tiempos donde reina la doble moral, es normal escuchar al gobierno defender hoy, lo que ayer condenaban. El doble rasero ha sido práctica del oficialismo desde sus inicios, desde el propio momento que comenzaron a celebrar una intentona golpista fracasada como una fecha patria, mientras enfilaban su más enérgica condena contra los sucesos del 11 de Abril de 2002. 

Desde ese momento nos empezaron a enviar un mensaje, un código que nos trata de decir que ellos son los dueños de la verdad, de la razón, que ellos tienen el monopolio de lo bueno y todo lo que no sea rojo sencillamente es malo, es mentira, es subversivo.

Esto representa el abuso del “ellos” y el “nosotros”, que en la práctica se ha traducido en el uso indiscriminado de etiquetas, descalificaciones e insultos que a veces tienen tanto éxito que las terminamos usando nosotros mismos. Los “escuálidos”, los “majunches”, los “guarimberos”, los “golpistas”, han sido algunas de las más populares.          Por su lado, ellos se definen como los “patriotas”, los “revolucionarios”, los “hijos de Bolívar”.
Pobre de aquel que sea acusado de “guarimbero”, sobre él recaerá todo el peso de la ley, pero no la justa, sino la que conocemos con el nombre de “Ley del Embudo”. Tengan en cuenta que esta no se aplica solo a opositores, aquí hay chavistas de base que cuando protestan por sus derechos, lo primero que tienen que ponerse es una franela roja y decir que no son guarimberos. Sin embargo, eso no ha sido excusa para que la policía madurista los haga tragar gas parejo.
Lo extraño, lo curioso, lo atipo es lo que sucedió esta semana en Miranda. Todos sabemos que la protesta popular es espontánea, es genuina, es irreverente. La gente sale a trancar una calle porque ha agotado todos los canales institucionales antes, porque ha sido peloteada sin respuesta. Esa protesta el gobierno la reprime, la elimina de sus noticieros, la invisibiliza, pero la de Miranda no solo contó con amplia cobertura de los medios del PSUV, sino que fue prácticamente custodiada por los cuerpos de seguridad del Estado. Sin contar que muchos de los “manifestantes” llegaron en vehículos oficiales con sus cauchos y gasolina para iniciar, como ellos mismos la llaman, “la guarimba”.
¿Es que acaso hay guarimbas buenas y guarimbas malas? Si hay golpes buenos y golpes malos no nos sorprendería este nuevo acto de doble moral. Muy raro que no vimos al Ministro de Interior y Justicia diciendo “candelita que se prenda, candelita que se apaga”. Unos cuatro gatos trancaron todos los accesos a Caracas y no hubo condena oficial, solo aplausos. Que a decir verdad resultan masoquistas, viendo el malestar generalizado entre quienes se levantaron bien temprano para llegar a sus trabajos y no pudieron hacerlo.
La verdad es que cada vez más sus propias etiquetas los definen, son escuálidos y guarimberos. Son cada vez menos y usan los métodos que antes cuestionaban ¿Desesperación? Sus hechos los delatan y los hunden más. Pero sigan así, restando y nosotros sumando, que el 8-D arreglaremos cuentas.

@Brianfincheltub

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