Tal
como se había planeado, como parte de la celebración de los 250 años del inicio
de los estudios médicos en Venezuela, la celebración sinfónica con la Orquesta
Simón Bolívar, fue todo un éxito, con un aforo de 1.100 personas y a sala plena
-con escasos vacíos-, la presentadora introdujo el acto, luego el doctor
Leopoldo Briceño-Iragorry, Secretario de la Academia Nacional de Medicina
destacó la importancia de la celebración y posteriormente me dio palabra para
pronunciar el testimonio que abajo les adjunto. A ello siguió un hermoso video
que en diversos escenarios destacó la figura de Campins y Ballester, los
espacios del Palacio de las Academias y la Academia Nacional de Medicina en boca
de integrantes de la Junta Directiva y el locutor doctor Marco Sorgi. Luego, se
entró de lleno en el programa sinfónico con obras de Maurice Ravel, Piotr Ilich
Tchaikovsky y Modest Músorgski.
Fue
una velada estupenda, matizada de gran cordialidad y camaradería. Hicieron
falta los que no pudieron asistir a esta gala memorable.
Nuestros
afectuosos saludos para todos.
PS.
Hubo un gazapo en el folleto repartido, ¨En el marco de los 250 años de
la
Academia Nacional de Medicina¨, lo que para nada empañó el acto.
Palabras del doctor
Rafael Muci-Mendoza, Presidente de la Academia Nacional
de Medicina con
motivo de la celebración del Concierto de la Orquesta
Sinfónica Simón
Bolívar en la Sala Simón Bolívar, en el Centro Nacional de
Acción Social por la
Música, para conmemorar los 250 años del inicio de los
estudios médicos en
Venezuela.
Caracas,
jueves 10 de octubre de 2013
Maestro
José Antonio Abreu, Director-Fundador del Sistema Nacional de las
Orquestas
y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela
Doctor
Eduardo Méndez, Director Ejecutivo de Fundación Musical Simón Bolívar
Profesor
Víctor Rojas, Director de Producción, Promoción y Desarrollo de
Fundación
Musical Simón Bolívar
Señor
Pedro Núñez Merchán, Jefe de División de
la Dirección de Producción,
Promoción
y Desarrollo de la Fundación Musical Simón Bolívar
Maestro
Rafael Payare, Director de La Orquesta Sinfónica Simón Bolívar
A
la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y muy en especial a todos sus músicos
Al
Personal del Centro Nacional de Acción Social por la Música.
A
todos los que de una u otra forma han colaborado para que este concierto
se
haga realidad.
A
mis compañeros de la Junta Directiva de la Academia Nacional de Medicina
que
me acompañan: Doctores Harry Acquatella, Leopoldo Briceño Iragorry,
Guillermo
Colmenares y Miguel Gonzalez Guerra
Individuos
de Número de la Academia Nacional de Medicina
Miembros
Correspondientes de la Academia Nacional de Medicina
Invitados
de Cortesía y Asociados de la Academia Nacional de Medicina
A
todo el personal de Academia Nacional de Medicina
Al
Organizador Profesional de Eventos en la persona de la señora Marisol
Ayala
Núñez
A
los productores y realizadores del video de la Academia Nacional de
Medicina:
Licenciado Alexis López en la dirección general; Lic. Edith Monge,
guionista
y productora; y al doctor Marco Sorgi en la Locución
A
las Autoridades de la Universidad Central de Venezuela:
Doctora
Cecilia García Arocha, ilustre Rectora de la UCV
Doctor
Nicolás Bianco Colmenares, Vicerrector Académico de la UCV
Doctor
Amalio Belmonte, Vicerrector Administrativo de la UCV
Presidente
de la Red de Sociedades Médicas Científicas de Venezuela y en lo
particular,
a los presidentes de las Diversas Sociedades Científicas Médicas
del
país.
Red
Defendamos la Epidemiología
Presidentes
de Sociedades Médicas de Clínicas y Hospitales
Directores
de Hospitales Públicos
Colegas
Médicos que hoy nos acompañan.
A
todos los que realzan este acto con su presencia y a quienes ofrendamos
nuestro
agradecimiento,
Señoras
y Señores
Ocasión
propicia esta para enaltecer la figura de un hombre y después de él, de una
pléyade de hombres y mujeres que con decisión, coraje y desprendimiento han
sentado y siguen sentando las bases de la medicina nacional. El día de hoy
amaneció luminoso y promisorio, el Valle de Caracas defendido de los vientos
alisios por su cordillera de montañas, irradia fe desde el Ávila perenne,
vigilante y de salutífera presencia, auspicio de un renacer de mucha de la
esperanza perdida...
Mirando
en lontananza de mareados tiempos: 10 de octubre del año 1763, la Caracas de la
primavera perpetua, sencilla y recogida, que invitaba al forastero a anclarse
en esta tierra bendita fue testigo de una revolución excepcional, la revolución
del conocimiento, la venida de la luz, de la ciencia a la primitiva medicina de
entonces. Fecha imborrable la de ese día, cuando el doctor Lorenzo Campins y
Ballester (1726-1785) celebró la primera clase de Medicina en la Universidad de
Caracas que tenía 41 años de fundada pero no contaba con estudios médicos.
Pero... volvamos la mirada hacia hogaño, el día hoy, precisamente hoy, también
un 10 de octubre de 2013, se cumplen exactamente 250 años del inicio esos
estudios médicos en Venezuela y también, del comienzo de un incesante progreso
hasta hace poco sostenido, y ahora en inexplicable retroceso, traído de la mano
por el desprecio hacia el médico venezolano y el acto médico mismo, asistiendo
de nuevo a una lucha inacabable contra el curanderismo, la hechicería, la mala
práctica y los malos gobiernos.
El
doctor Campins arriba al país en momentos difíciles para la formación médica en
la Caracas de entonces, donde conspiraban la escases de médicos, la
insuficiente atención hospitalaria, la mediocridad y el desprestigio de los
oficiantes, y como corolario, la carencia de estímulo para estudiar medicina.
Hospitales no en mucho diferentes a la realidad de hoy, simples depósitos de
gentes madurando sus dolencias y acrecentando sus dolores a la espera de la
ineluctable guadaña de la muerte adelantada en la víspera... La situación
actual parece ser copia fiel de aquellas épocas...
Son
estos aciagos tiempos de invertidos valores, el pueblo venezolano y especialmente
el enfermo pobre purga penas por pecados por otros cometidos.
¿Qué
culpa tiene un canceroso de su cáncer, o el minero que entre escalofríos
solemnes, fiebre y tiritar de dientes sufre desasistido su malaria, o el
hemofílico condenado a sangrar porque no hay dinero para el factor
antihemofílico salvador, o el diabético gangrenado de que no consigue insulina,
mientras sí hay y a manos llenas para espurios gastos en países distantes que
nos son extraños o en maletines que viajan impunes por los cielos del mundo?
¡Ah!
Pero eso está tan lejos de nuestra comodidad que nos parece ficción; es la
maleficencia, el caos, es la anomia, es el desprecio por los elevados valores
del espíritu.
A
pesar de la inmensa crisis en la cual estamos inmersos, celebremos esperanzados
dos siglos y medio de orgullosa y perenne existencia, y recordemos la memoria del
bondadoso, meritorio e insigne mallorquín, don Lorenzo Campins y Ballester,
nuestro primer protomédico que nivelara la medicina con la estima y
consideración que entonces ostentaba en España al fundar la Cátedra Prima de
Medicina en la Universidad de Caracas; no podemos volver al pasado con
paramédicos salidos de líneas de producción en serie, que fungen de médicos y
hasta realizan postgrados por virtud de torcidas maneras de hacer, creando así,
¨una pobre medicina para pobres¨. Vayan y visiten nuestros hospitales donde
podrán apreciar en toda su magnitud, ¨ese dolor que no nos duele¨, el dolor de
un semejante...
Mantengamos
en alto la esperanza por mejores tiempos donde se premie la excelencia y el
estudio, donde se escojan los mejores candidatos sobre la base de sus méritos y
sin cortapisas políticas, donde los profesores reciban estipendios decorosos,
donde las universidades y la libertad de expresión y de cátedra no sean
perseguidas, donde no se segregue a una parte de la población porque no piensa
igual, donde no falten los laboratorios, donde los hospitales públicos no sean
morideros de desvalidos e ignorados por la sociedad y el estado, donde nunca se
olvide que el enfermo pobre de solemnidad no posee otros conocidos, ni tiene
otros familiares, ni más fortuna que el dolor, la privación y la soledad, que
en su agravada desnudez, no tiene más que los hospitales públicos y sus
doctores, denigrados, perseguidos y mal pagados pero con un elevado sentido de mística,
solidaridad y amor al prójimo ...
Pero
mantengamos en alto la frente, e incólume la esperanza por mejores tiempos y
recordemos que nunca está más oscuro que cuando va a amanecer...
Señoras,
señores, muchas gracias por su grata presencia.
Rafael
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