sábado, 12 de octubre de 2013

RAFAEL MUCI, CONCIERTO-HOMENAJE CON LA ORQUESTA SIMÓN BOLÍVAR EL JUEVES 10 DE OCTUBRE DE 2013 POR LOS 250 AÑOS DEL INICIO DE LOS ESTUDIOS MEDICOS EN VENEZUELA

Tal como se había planeado, como parte de la celebración de los 250 años del inicio de los estudios médicos en Venezuela, la celebración sinfónica con la Orquesta Simón Bolívar, fue todo un éxito, con un aforo de 1.100 personas y a sala plena -con escasos vacíos-, la presentadora introdujo el acto, luego el doctor Leopoldo Briceño-Iragorry, Secretario de la Academia Nacional de Medicina destacó la importancia de la celebración y posteriormente me dio palabra para pronunciar el testimonio que abajo les adjunto. A ello siguió un hermoso video que en diversos escenarios destacó la figura de Campins y Ballester, los espacios del Palacio de las Academias y la Academia Nacional de Medicina en boca de integrantes de la Junta Directiva y el locutor doctor Marco Sorgi. Luego, se entró de lleno en el programa sinfónico con obras de Maurice Ravel, Piotr Ilich Tchaikovsky y Modest Músorgski.

Fue una velada estupenda, matizada de gran cordialidad y camaradería. Hicieron falta los que no pudieron asistir a esta gala memorable.

Nuestros afectuosos saludos para todos.

PS. Hubo un gazapo en el folleto repartido, ¨En el marco de los 250 años de
la Academia Nacional de Medicina¨, lo que para nada empañó el acto.

Palabras del doctor Rafael Muci-Mendoza, Presidente de la Academia Nacional
de Medicina con motivo de la celebración del Concierto de la Orquesta
Sinfónica Simón Bolívar en la Sala Simón Bolívar, en el Centro Nacional de
Acción Social por la Música, para conmemorar los 250 años del inicio de los
estudios médicos en Venezuela.

Caracas, jueves 10 de octubre de 2013

Maestro José Antonio Abreu, Director-Fundador del Sistema Nacional de las
Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela

Doctor Eduardo Méndez, Director Ejecutivo de Fundación Musical Simón Bolívar

Profesor Víctor Rojas, Director de Producción, Promoción y Desarrollo de
Fundación Musical Simón Bolívar

Señor Pedro Núñez Merchán, Jefe de División  de la Dirección de Producción,
Promoción y Desarrollo de la Fundación Musical Simón Bolívar

Maestro Rafael Payare, Director de La Orquesta Sinfónica Simón Bolívar

A la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y muy en especial a todos  sus músicos


Al Personal del Centro Nacional de Acción Social por la Música.

A todos los que de una u otra forma han colaborado para que este concierto
se haga realidad.

A mis compañeros de la Junta Directiva de la Academia Nacional de Medicina
que me acompañan: Doctores Harry Acquatella, Leopoldo Briceño Iragorry,
Guillermo Colmenares y Miguel Gonzalez Guerra

Individuos de Número de la Academia Nacional de Medicina

Miembros Correspondientes de la Academia Nacional de Medicina

Invitados de Cortesía y Asociados de la Academia Nacional de Medicina

A todo el personal de Academia Nacional de Medicina

Al Organizador Profesional de Eventos en la persona de la señora Marisol
Ayala Núñez

A los productores y realizadores del video de la Academia Nacional de
Medicina: Licenciado Alexis López en la dirección general; Lic. Edith Monge,
guionista y productora; y al doctor Marco Sorgi en la Locución

A las Autoridades de la Universidad Central de Venezuela:

Doctora Cecilia García Arocha, ilustre Rectora de la UCV

Doctor Nicolás Bianco Colmenares, Vicerrector Académico de la UCV

Doctor Amalio Belmonte, Vicerrector Administrativo de la UCV

Presidente de la Red de Sociedades Médicas Científicas de Venezuela y en lo
particular, a los presidentes de las Diversas Sociedades Científicas Médicas
del país.

Red Defendamos la Epidemiología

Presidentes de Sociedades Médicas de Clínicas y Hospitales

Directores de Hospitales Públicos

Colegas Médicos que hoy nos acompañan.

A todos los que realzan este acto con su presencia y a quienes ofrendamos
nuestro agradecimiento,

Señoras y Señores

Ocasión propicia esta para enaltecer la figura de un hombre y después de él, de una pléyade de hombres y mujeres que con decisión, coraje y desprendimiento han sentado y siguen sentando las bases de la medicina nacional. El día de hoy amaneció luminoso y promisorio, el Valle de Caracas defendido de los vientos alisios por su cordillera de montañas, irradia fe desde el Ávila perenne, vigilante y de salutífera presencia, auspicio de un renacer de mucha de la esperanza perdida...

Mirando en lontananza de mareados tiempos: 10 de octubre del año 1763, la Caracas de la primavera perpetua, sencilla y recogida, que invitaba al forastero a anclarse en esta tierra bendita fue testigo de una revolución excepcional, la revolución del conocimiento, la venida de la luz, de la ciencia a la primitiva medicina de entonces. Fecha imborrable la de ese día, cuando el doctor Lorenzo Campins y Ballester (1726-1785) celebró la primera clase de Medicina en la Universidad de Caracas que tenía 41 años de fundada pero no contaba con estudios médicos. Pero... volvamos la mirada hacia hogaño, el día hoy, precisamente hoy, también un 10 de octubre de 2013, se cumplen exactamente 250 años del inicio esos estudios médicos en Venezuela y también, del comienzo de un incesante progreso hasta hace poco sostenido, y ahora en inexplicable retroceso, traído de la mano por el desprecio hacia el médico venezolano y el acto médico mismo, asistiendo de nuevo a una lucha inacabable contra el curanderismo, la hechicería, la mala práctica y los malos gobiernos.

El doctor Campins arriba al país en momentos difíciles para la formación médica en la Caracas de entonces, donde conspiraban la escases de médicos, la insuficiente atención hospitalaria, la mediocridad y el desprestigio de los oficiantes, y como corolario, la carencia de estímulo para estudiar medicina. Hospitales no en mucho diferentes a la realidad de hoy, simples depósitos de gentes madurando sus dolencias y acrecentando sus dolores a la espera de la ineluctable guadaña de la muerte adelantada en la víspera... La situación actual parece ser copia fiel de aquellas épocas...

Son estos aciagos tiempos de invertidos valores, el pueblo venezolano y especialmente el enfermo pobre purga penas por pecados por otros cometidos.

¿Qué culpa tiene un canceroso de su cáncer, o el minero que entre escalofríos solemnes, fiebre y tiritar de dientes sufre desasistido su malaria, o el hemofílico condenado a sangrar porque no hay dinero para el factor antihemofílico salvador, o el diabético gangrenado de que no consigue insulina, mientras sí hay y a manos llenas para espurios gastos en países distantes que nos son extraños o en maletines que viajan impunes por los cielos del mundo?

¡Ah! Pero eso está tan lejos de nuestra comodidad que nos parece ficción; es la maleficencia, el caos, es la anomia, es el desprecio por los elevados valores del espíritu.

A pesar de la inmensa crisis en la cual estamos inmersos, celebremos esperanzados dos siglos y medio de orgullosa y perenne existencia, y recordemos la memoria del bondadoso, meritorio e insigne mallorquín, don Lorenzo Campins y Ballester, nuestro primer protomédico que nivelara la medicina con la estima y consideración que entonces ostentaba en España al fundar la Cátedra Prima de Medicina en la Universidad de Caracas; no podemos volver al pasado con paramédicos salidos de líneas de producción en serie, que fungen de médicos y hasta realizan postgrados por virtud de torcidas maneras de hacer, creando así, ¨una pobre medicina para pobres¨. Vayan y visiten nuestros hospitales donde podrán apreciar en toda su magnitud, ¨ese dolor que no nos duele¨, el dolor de un semejante...

Mantengamos en alto la esperanza por mejores tiempos donde se premie la excelencia y el estudio, donde se escojan los mejores candidatos sobre la base de sus méritos y sin cortapisas políticas, donde los profesores reciban estipendios decorosos, donde las universidades y la libertad de expresión y de cátedra no sean perseguidas, donde no se segregue a una parte de la población porque no piensa igual, donde no falten los laboratorios, donde los hospitales públicos no sean morideros de desvalidos e ignorados por la sociedad y el estado, donde nunca se olvide que el enfermo pobre de solemnidad no posee otros conocidos, ni tiene otros familiares, ni más fortuna que el dolor, la privación y la soledad, que en su agravada desnudez, no tiene más que los hospitales públicos y sus doctores, denigrados, perseguidos y mal pagados pero con un elevado sentido de mística, solidaridad y amor al prójimo ...

Pero mantengamos en alto la frente, e incólume la esperanza por mejores tiempos y recordemos que nunca está más oscuro que cuando va a amanecer...

Señoras, señores, muchas gracias por su grata presencia.

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