La
propiedad total o mayoritaria de las empresas que producen el petróleo debe
habernos permitido entender el trilema involucrado y creciente, también
aplicable a las otras empresas del Estado: usar los fondos provenientes del
petróleo para reinvertirlos y aumentar la producción y los ingresos, usar los
fondos para mantener el aparato político o usar los fondos para generar el
desarrollo del país. Es allí donde está la clave, pudiendo asimilarse la
situación a una de conflicto de intereses: los del petróleo, los del aparato
gubernamental y los del desarrollo por y para la gente. Cuando el petróleo
estaba en manos de terceros, el país solo podía despilfarrar lo que recibía por
impuestos, pero la inversión para el mantenimiento o el crecimiento estaba
garantizada para lo que el Gobierno autorizara hacer a las empresas operadoras.
Estatizada la industria comenzaron los problemas: sueldos altos, gastos
"innecesarios", unidad del tesoro para que más fondos fueran a cubrir
la necesidades del Estado en perjuicio de la actividad petrolera, politización
de la acción gerencial, efectos financieros sobre las empresas en razón de los
errores gerenciales del Gobierno: éstos solo como botón de muestra.
¿Cuáles
las acciones y cuáles las consecuencias?
Las
acciones han sido y son las de un Estado hambriento de fondos y de poder
político y personal cuyos líderes no han entendido que no puede haber
desarrollo, ni Desarrollo Humano ni Estado poderoso económica o políticamente
mientras no haya seguridad de que los medios de producción sean efectivos,
eficientes y productivos en forma permanente y creciente, medidos en términos
aceptables. Eso le ha pasado a las empresas del Estado: Pdvsa, Guayana, Cantv,
y a las fincas y empresas "estatizadas" más recientemente, pagando
los platos rotos la mayoría de los ciudadanos de un país, quienes tenemos todo
el derecho a un nivel de calidad de vida cónsono con los dones de un país
bendecido con generosidad. Con los razonamientos de "seguridad",
"independencia", "conveniencia nacional", más otras
imágenes y mensajes políticos similares, hemos convertido a las empresas del
Estado en rumas de equipos inservibles sin mantenimiento y con obsolescencia e
insuficiencia para las circunstancias
cambiantes de mercado y tecnología.
Otro
aspecto que ha cobrado fuerza y vigencia es la oportunidad de corrupción al
dejar las decisiones en manos de un Estado dirigido por personas a quienes
"no les duelen los reales" e incorporando la corrupción como
basamento para el manejo de presupuestos que no guardan relación con las
necesidades de la gente, aunque se intente y se logre embelesarlos con todas
las aparentes y supuestas mejores intenciones. Hemos visto claramente que las
consecuencias de los inmensos riesgos que muchos anticipamos en la decisión de
estatizar la actividad petrolera, desembocaron en la peor de las alternativas
al convertir a Pdvsa en un instrumento de mantenimiento del poder a expensas de
la calidad de vida de la población.
Las
realidades ya no se pueden disimular ni camuflar. Si queremos enrumbar al país
por un camino de progreso se requiere un nuevo enfoque. El Gobierno a la
asistencia social, la educación, la
seguridad y la promoción del desarrollo. La empresa privada a producir lo
necesario para generar el empleo, la riqueza y el progreso para la gente y para
las necesidades de un Estado que debe comportarse como "la mujer del
César".
odoardolp@gmail.com
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