Maduro
vende continua y reiterativamente un sacudón en su discurso, como si
inconscientemente no quisiera estar ahí. Maduro “matriza” su salida. Y esto, en
el discurso de un Presidente de la República, genera una ola desestabilizante
que termina, primero, convocando e induciendo al desorden; y, en segundo
término, sugiere que actúa sin medir las consecuencias de sus actos.
Por
ejemplo: hace unas noches, de manera insólita, anunciaba la juramentación de un
“Comando Anti-Golpe Nacional”, que estipularía el orden público en caso de “un
golpe”.
Todo
lo advierte, todo lo proclama, todo lo publica en esta especie de gobierno
nominalista (groseramente manipulador).
Y
apunta hacia todos lados.
Como
esto del gran Viceministerio para la Suprema Felicidad Social, a imitación de
las más despreciables dictaduras africanas de Mugabe o Idi Amín Dadá. O ese
macabro y facho Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria
(CESPPA), sin pie alguno en la Constitución y de la más profunda raigambre gorilista
y videlista sureña.
Asegura,
presagia, adivina y predice un golpe. ¿Entonces? ¿A qué atenerse?
Él
es el Presidente de la República y nosotros somos sus gobernados.
¿Qué
debemos hacer según él? ¿Salir a la calle a defender la Suprema Felicidad y olvidarnos
de la crisis?
¿Sabe
él cuáles son los problemas de los ciudadanos? ¿Cuándo los va a enfrentar?
No,
poeta. Las cosas son y están demasiado duras. Es roca lo que se palpa en las
calles de esta Venezuela autoritaria.
Uno
no puede dejar de sentir un profundo asombro ante la compleja situación que le
toca presenciar. Cifras, datos, encuestas y los últimos focus groups apuntan
todos a una toma de decisiones urgente e inevitable ante tantas necesidades
represadas que presionan las compuertas del 8-D y pugnan por alcanzar de una
vez ese tan temido 2014.
Es
el diagnóstico general: la actual situación está soportada por hilos.
Ahora
bien, ¿esto es cierto o falso?
Si
se analizan los números de las últimas encuestas de septiembre, como dirían
Seijas, Keller o León, se evidencia la fractura entre el chavismo light y el
duro. Por encima del 60% de las alcaldías gubernamentales se pueden perder. Es
decir: para el 8-D se espera una debacle electoral. O como dice el taxista
volteando a mirarme: “una pela con una chola de goma mojada”.
Y
todo está referido a la situación interna del chavismo, que es un verdadero
polvorín. No se toman decisiones urgentes en materia económica porque las
pugnas internas y el caos se los impide.
Todo
está orientado a la política inmediata. Es la hora miope de los cerebros
tácticos.
“El
consenso es que Maduro no funciona y todo puede precipitarse”, me dicen. Y
Maduro, se ve, trata de aproximarse al sector militar aunque, piensa uno, con
demasiada torpeza.
Hay
una dinámica, según explicaba una voz supuestamente enterada, de acción y
reacción donde los militares están cada vez más descontentos con él. De ahí que
trate reiterativamente de esgrimir una militarización simbólica y exagerada de
su personalidad y de su propia imagen pública. Es más: hay en este último
Maduro una adhesión casi incondicional a la imagen militar, muy postiza, muy
forzada, pero cierta. ¿Para protegerse? ¿De qué?
Observando
los números, nos damos cuenta de que estamos en el estatus económico de 2002,
pero con las cifras negativas, peores aún, y con precios del petróleo más
altos. Y entonces el comentario: “el Estado está paralizado. La inflación crece
todos los días. El que vende hoy, mañana no puede reponer. La escasez ya es
estructural. Y todo es consecuencia de la incapacidad de cohesionar, de dar
viabilidad. Y de pensar. No funciona el BCV ni Finanzas. Giordani es un
pterodáctilo. Y Maduro no articula bien: no puede ni hablar”.
La
emocionalidad social (según las encuestas) está en los mismos niveles de
febrero del año 1992, cuando Chávez dio el golpe de Estado. Por primera vez en
estos quince años el venezolano comienza a sentir que su situación personal
está peor que la situación del país. Y eso, todo eso, amigo lector, es una bomba
de tiempo.
El
discurso del poder está disociado por completo de lo que está sintiendo y
padeciendo el ciudadano. Como dicen: El Presidente le habla a su sombra. No
tiene el pulso del dolor nacional. Y le dicen que importando juguetes y
arbolitos de navidad para diciembre pasará este chaparrón. Y él va e importa
juguetes y arbolitos de navidad. Por otra parte, está totalmente desconectado
con un discurso ideológico casi infantil y, como dice Dieterich, con una
oratoria pseudo-clerical y a veces casi angélica, para adentro, que obedece a
la guerra interna, pero no a lo que está pasando en el país.
Ya
se quemaron las reservas estratégicas alimentarias (que normalmente alcanzan a
cubrir tres meses de seguridad). El estado improductivo no tiene con qué, y depende
de los barcos.
Un
país que vive en el muelle.
Y
todo esto mezclado, amigo lector, entre tanta maleza y bananas, ¿no es un
coctel Molotov? ¿Una bomba que hace tic-tac?
Cráteres
-
Gobierno adentro, la lucha por el poder aún no ha sido resuelta. Hay quien dice
que en uno de los viajes de Diosdado al exterior Maduro, Jaua y El Aissami le
vaciaron las alforjas de alcaldes que ya tenía amarrada a unas primarias del
PSUV para escoger los candidatos e hicieron nombramientos a dedo.
-
Hay una necesidad real que está creciendo. En las encuestas el sector de No
sabe / No contesta (o a quienes casi nunca les importa nada esto de la
política) es hoy un tercio del país. Similar a los años ochenta y noventa,
cuando el estallido social del 27-F de 1989 y los dos intentos de golpe de
Estado de 1992. Como me dice un dirigente político: “Fueron los que escribieron
en las paredes durante los noventa Golpe ya”. Un feeling que atemoriza, que
muestra la insatisfacción política y la frustración económica. Y las
instituciones no responden. Quizá tenga razón el rector del CNE Vicente Díaz al
asegurar que “La factura la puede terminar pagando la clase política en su
conjunto, si no se salen de la peleadera empinándose sobre las diferencias”.
-
Pregunto con quien pregunta: ¿qué motiva a Nicolás Maduro a militarizar el
Gobierno?
aguilaluis_7@hotmail.com
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