Correlacionado con el tema de los límites al
gobierno se encuentra el de la funciones del "estado". En realidad,
se tratan de las dos caras de una misma moneda (para utilizar un símil muy
conocido y fácil de entender). Hay dos grandes campos en el análisis de este
tema que pueden abordarse: uno es el jurídico y el otro es el económico, y si
bien es indudable que las reciprocidades entre ambos son infinitas, conviene no
obstante -a los fines didácticos- estudiarlos por separado.
Por ejemplo, el Dr. A. Benegas Lynch (h)
advierte sobre una relación de dependencia directa entre las funciones del
estado y el gasto público, destacando que la atención debe centrarse más que
nada en el primero, dado que el segundo no es otra cosa que una consecuencia de
aquel. Así lo explica este profesor:
"El concepto de la reducción de
funciones del Estado nacional se contrapone abiertamente a la mera reducción
del gasto público a la manera de los habituales ajustes latinoamericanos,
destinados a equilibrar el presupuesto sin mayor preocupación acerca de la
razón de ser del gobierno ni de los derechos de los ciudadanos. El problema
esencial no es de caja: no es el déficit fiscal, sino el excesivo nivel del
gasto, en cuanto proviene de funciones no específicas del gobierno republicano
(v. Alberto Benegas Lynch (h.), Contra la corriente (Buenos Aires: El Ateneo,
1992), pp. 400- 401). Nuestras preocupaciones en este sentido se inscriben en
la línea de los temores de los anti-federalistas americanos sobre la tiranía,
inclusive tributaria, que puede provenir de un gobierno central diseñado con
atribuciones fuertes, aunque sea elegido mediante procedimientos mayoritarios
(v. Alberto Benegas Lynch (h.), “Los Papeles Antifederalistas”, en Libertas, Nº
10, Buenos Aires, ESEADE, mayo de 1989)."[1]
Otros autores, en cambio, como Murray N.
Rothbard y Hans-Hermann Hoppe, han señalado, inversamente que, aun cuando las
funciones del "estado" se redujeran a una sola, si en ella el
gobierno gastara una cuantía similar a la que sufragaba por todas las demás
funciones anteriores que hipotéticamente hubiera dejado de cumplir, el problema
del gasto excesivo permanecería invariable. Es decir, independizan el número de
las funciones del gasto.
Hans-Hermann Hoppe lo expone de este modo:
"Como ha explicado Rothbard, aún si el
gobierno se limitara a la "protección" de persona y propiedad, y los
impuestos se "limitaran" solamente a la prestación de ese servicio,
entonces, cómo podría decidir el gobierno cuánta protección debe proporcionar y
cuanto debe recaudar en impuestos? En efecto, contrario a la teoría del
gobierno limitado, la "protección" ya no es una abultada “cosa”
colectiva, diferente a cualquier otro bien o servicio a la sociedad.
Ciertamente, "protección" podría significar cualquier cosa, desde una
policía para todo un país, hasta el suministro de una cuadrilla de
guardaespaldas armados y un tanque para cada ciudadano - una propuesta que
llevaría a la bancarrota a la sociedad. Pero, ¿quién debe decidir sobre la
cantidad de protección, ya que es innegable que todas las personas están mejor
protegidas contra robo y asalto en caso de estar vigilados por un
guardaespaldas armado, que si no lo están? En el mercado libre, las decisiones
sobre cuánto y qué calidad, de cualquier bien o servicio, debe ser suministrada
a cada persona se hace por medio de adquisiciones voluntarias de cada
individuo, pero ¿qué criterio se puede aplicar cuando la decisión la toma el
gobierno? La respuesta es, absolutamente ninguno, y tales decisiones
gubernamentales sólo pueden ser puramente arbitrarias." (La Ética de la
Libertad, pp. 180-81)."[2]
En términos simples, lo que quieren decir
estos últimos autores es que si –ejemplificando- por 10 funciones que antes
cumplía el "estado" se gastaba 10, y suponiendo que ahora se limite
al "estado" a cumplir sólo 1 (por ejemplo, "seguridad") y
en ella se siguiera gastando 10 (cuando se debería y correspondería gastar 1)
el problema de la ilimitación del gasto no se resolvería limitando las
funciones del "estado". Indudablemente se trata de un análisis agudo,
dado que estos autores toman como ejemplo lo que se considera en general como
una función "esencial" del "estado".
Desde un punto de vista político F. A. von
Hayek explica cómo se delimitan las funciones del "estado":
"Cuando los individuos se combinan en un esfuerzo conjunto para realizar
fines que les son comunes, las organizaciones, como el Estado, que forman con
ese propósito reciben sistemas de fines propios y medios propios. Pero la
organización así formada no deja de ser una "persona" entre otras; en
el caso del Estado, mucho más poderosa que cualquier otra, cierto es, pero
también con su esfera separada y limitada, sólo dentro de la cual son supremos
sus fines. Los límites de esta esfera están determinados por la extensión en
que los individuos se conciertan sobre fines particulares; y la probabilidad
del acuerdo sobre una particular vía de acción decrece necesariamente a medida
que se extiende el alcance de esta acción. Hay ciertas funciones del Estado en
cuyo ejercicio se logrará prácticamente la unanimidad entre sus ciudadanos;
habrá otras sobre las cuales recaerá el acuerdo de una mayoría importante, y
así, sucesivamente, hasta llegar a campos donde, aunque cada individuo desearía
que el Estado actuase de alguna manera, habría casi cantas opiniones como personas
acerca de lo que el Estado debiera hacer."[3]
Por nuestro lado, creemos que no hay que
perder de vista que detrás de la "noble" máscara que recibe el nombre
de "estado" se esconden individuos concretos de carne y hueso, tan
humanos y falibles como cualesquiera otros, pero con el ingrediente peligroso
del enorme poder conferido.
[1] Alberto Benegas Lynch (h) Entre albas y
crepúsculos: peregrinaje en busca de conocimiento. Edición de Fundación
Alberdi. Mendoza. Argentina. Marzo de 2001 pág. 371.
[2]
Hans-Hermann Hoppe. "Sobre la Imposibilidad de un Gobierno Limitado y
Perspectivas de una Segunda Revolución en América". Artículo publicado en
el Blog del Instituto Mises - Articulo Diario – Junio 28 de 2008, Pág. 22
[3]
Friedrich A. von Hayek, Camino de servidumbre. Alianza Editorial. España. Pág.
92-93
gabriel.boragina@gmail.com
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