Jugar con candela es peligroso, muy peligroso, porque uno se puede quemar. Sobre todo cuando en el entorno hay mucho combustible derramado. Según el presidente de la República y sus ministros, la escasez, la inflación y el desempleo existentes en el país, son producto de una guerra del Imperio y sus aliados internos (empresarios, medios de comunicación, organizaciones como Fedecámaras, pequeños y medianos comerciantes, sindicatos, etc.), contra el pueblo.
Ante esta acusación, no puedo dejar de pensar en que un día la rabia de tanta gente, cansada de hacer cola y desesperada por conseguir los productos básicos del consumo familiar, frustrada porque los reales no alcanzan, decida actuar vehemente contra los supuestos responsables de su tragedia.
La técnica utilizada es claramente de incitación al odio y a la venganza (en el argot jurídico, se dice incitación al agavillamiento). Frente a los actores supuestamente responsables, se trata de imponer el miedo como mordaza.
El Gobierno debería saber, que la desesperación no es racional y que fácilmente se desborda. La rabia no solo puede arremeter contra los supuestos enemigos oficiales sino contra todos, sin distinguir entre buenos y malos. El pueblo venezolano está asumiendo esta crisis estoicamente, con paciencia y sabiduría. Las organizaciones privadas que han asumido responsabilidades públicas, están haciendo lo indecible por hacer su tarea sin perecer en el intento. El Ejecutivo está llamado a ofrecer posibilidades para salir exitosamente de la crisis, sin escudarse detrás de un supuesto enemigo causante de todos los males que padece la gente.
Pero por si fuera poco, tamaña irresponsabilidad se juega a la vez con otra argucia. Si estamos en guerra tenemos que prepararnos militarmente. A cada Ministerio hay que crearle un "Estado Mayor". Ahora tenemos militares hasta en la sopa, buscando cada uno conspiraciones y conspiradores, controlando y amedrentando. Por esta vía, la democracia, que es el gobierno de los ciudadanos, está quedando atrás, ocupando su lugar el gobierno militar, con su lógica y sus procedimientos. El régimen es cada vez más militarista.
Esta vía nos va a llevar directamente al desastre. Lo sensato es que el Gobierno asuma que estamos en crisis y que ineficiencia es la principal de aquella. Honestamente creo que ganarían más aceptación con esa suprema muestra de cordura, responsabilidad y honestidad. Seguir prendiendo el fuego de la guerra y el militarismo nos conduce a la senda de la violencia irracional.
Confío, sin embargo, en la madurez de la gente y en su sabiduría. El teatro que se está montando es demasiado grotesco. Quiero apostar porque la sensatez del pueblo se impondrá sobre sus gobernantes obligándolos a la sindéresis.
fjvirtuoso@ucab.edu.ve
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