ENRIQUE MELÉNDEZ, EL VIRAJE A LA PREDEMOCRACIA

         En estos días se iniciaba el primer gobierno de Rómulo Betancourt allá en al año 1945; un gobierno que se instalaba por la vía de un golpe cívico-militar; pues ya la idea de un partido de masas, policlasista había fecundado en la sociedad venezolana, y esto gracias a las libertades democráticas que se habían tenido durante el gobierno de Isaías Medina Angarita.

        

Aquí debo detenerme en una discusión, que está planteada a nivel de los historiadores; pues hay aquellos que dicen que el padre de la democracia en Venezuela es Eleazar López Contreras, y el argumento que esgrimen es que bajo su gobierno se inicia el régimen de partidos políticos en Venezuela; aunque sus respectivas actuaciones se limitaban a una cierta normativa, desde el punto de vista de las libertades, y entre las que se encontraban, una censura a la prensa; como la que se intenta imponer ahora a través de un organismo que el gobierno acaba de crear con el nombre de Centro Estratégico para la Seguridad y la Protección de la Patria (Cesspa), y lo menciono porque algo parecido así se llamaba el comité de censura que instala López Contreras, y cuya imposición, por lo demás, va a dar lugar a los sucesos sangrientos de febrero de 1936, y en cuyo desarrollo se va a fraguar la figura política de Jóvito Villalba, como líder nacional; aunque ya ese es otro tema.

         La otra limitación era de carácter ideológico, y estaba relacionada con el comunismo, cuya corriente partidista estaba prohibida en el país, y por lo cual se habían producido una serie de persecuciones; en especial, a algunos de los dirigentes que se habían desatacado de la Generación del 28; quienes habían ido a parar a la cárcel, cuando no al exilio, y una cosa tiene que ver con la otra, es decir, el famoso Cesspa de la época lo que quería era aplicarle lupa a todo aquello que se consideraba propaganda comunista; como en este instante se pretende aplicarle lupa a todo lo que se considere propaganda de “la burguesía amarilla”.

         La otra razón, que esgrimen quienes ven en López Contreras al padre de la democracia venezolana es que dicho gobernante en una forma muy desprendida reduce los años de gestión presidencial, de seis que le correspondían, una vez que lo eligen presidente, a cuatro, y que fue lo que dio lugar a la celebración de elecciones de 1941, en las que Isaías Medina Angarita resulta elegido presidente de la República; en un proceso comicial donde, por cierto había participado Rómulo Gallegos como candidato del sector opositor, cuya actuación, el venezolano que no tiene paz con la miseria en términos de humor, había terminado siendo objeto de burla.

         El partido de López Contreras se llamaba Cívicas Bolivarianas, y todo su gobierno se había etiquetado de “bolivariano”; sólo que no llegó a tanto con esa obsesión; que algunos conocen como “culto a Bolívar”, como el tener que hacer la gente que gobierna hoy en día este país hasta con el nombre de la República, y la que en una forma ilógica y sin ningún fundamento; porque, perdóneseme la digresión, Venezuela es una República obra de Páez, también pasó a asumir dicha etiqueta.

         La otra cosa que se observa del espíritu democrático de López Contreras, es que desde que asume la presidencia se va a quitar el uniforme de militar, y lo que le da ese carácter de civismo a su gobierno; por contraposición al régimen de carácter militarista; cuya tradición arrancaba del propio Páez allá en 1830, y que es lo que se pone Chávez, una vez que llega a la presidencia, para comenzar a gestarse esa involución de nuestra institucionalidad democrática, y la que he venido relacionando, a medida que he planteado los hechos, y esto como consecuencia de un mal social, que se vive en este país arribista e igualitarista; una tendencia, como lo hacía ver el viejo Vallenilla Lanz, a la desintegración de la sociedad, y que se caracteriza porque hay una Venezuela que tiende a ser exclusivista, una vez que se posesiona del poder; dejando a la otra por fuera, es decir, se llega al poder por una venganza histórica, a propósito del hecho de haber sido un pueblo sometido, y el que ha acumulado en su alma una serie de odios y rencores; y no la inclusión, que es por donde se inician los procesos de democratización del mundo moderno.

         Pero ambos presidentes, esto es, López Contreras y Medina Angarita habían sido elegidos en elecciones de segundo grado; conocidas por algunos como elecciones censitarias; un término que se utilizó entre los siglos XVIII y XIX para designar a aquellos comicios, donde sólo participaban las personas que estaban inscritos en el Censo Electoral, y para lo cual había que poseer una serie de requisitos; donde estaba el de ser de sexo masculino, y que es lo que va a ampliar Rómulo Betancourt a partir de ese gobierno que por entonces se iniciaba; reservándosele más bien a él el término de padre de la democracia, en ese sentido, como lo hacen ver otros historiadores; habida cuenta de que en las elecciones, que convocará en lo inmediato, y donde se impondrá la figura de Rómulo Gallegos, dicho Censo Electoral, que hoy en día conocemos como Registro Electoral Permanente, reventará, y no sólo porque se va a extender al sexo femenino; es decir, por primera vez en nuestra historia la mujer sufraga, sino también porque allí se incluirán, asimismo, a todos los venezolanos con independencia de grado de instrucción, condición social o raza.

         Que el lector juzgue quién merece llevar el calificativo de padre de la democracia. Lo que sí salta a la vista es que, mirando las cosas en la perspectiva histórica, todo ese proceso durante este desgobierno chavista lo hemos viviendo en sentido contrario, hasta llegar a este estado de cosas, donde lo que priva es la exclusión, como en aquellos tiempos, y cuya más patética expresión la representa Chávez golpeando su palma con el puño.

                                   melendezo.enrique@yahoo.com

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