Cuando diariamente observamos todas las
tropelías, abusos y delitos de toda índole que ocurren en los estamentos del
estado, comprendemos que quienes detentan el poder Ejecutivo, Legislativo y
demás, violan sistemáticamente la
Constitución de la República. Y son precisamente los propios actores del
oficialismo que representan al soberano en la Asamblea Nacional, quienes hacen
caso omiso de los principios fundamentales que contempla el Título I de la carta Magna, en su exposición de
motivos.
Dicho capítulo refiere entre otras cosas que
el patrimonio moral y los valores de libertad, justicia, igualdad y paz
internacional están fundamentados en el ideario de Simón Bolívar, el
Libertador.
Preguntamos: ¿De cual patrimonio moral
podemos sentirnos satisfechos si constantemente se producen hechos reñidos con
este principio.
La corrupción copa todos los ámbitos y latitudes de los poderes
públicos y hasta el militar?
Y si hablamos de libertad, preguntamos:
¿Existe
realmente una libertad en un país en el que se cierran canales de TV, se
cancelan concesiones radioeléctricas, y se sanciona a los medios de comunicación impresos por
titulares en sus primeras páginas?
Y si hablamos de justicia tendríamos
inexorablemente que preguntarles a quienes se enseñorean con el poder: ¿ De que
justicia hablan o predican, cuando hombres y mujeres (Simonovis y Afiuni) por
solo mencionar a dos, pues más de un centenar de venezolan@s que adversan al
régimen, se encuentran detenidos.?. Son presos políticos simplemente y no
políticos presos como sarcásticamente definen los socialistas, marxistas y
bolivarianos de nuevo cuño.
Y ni hablar de la paz internacional, pues a menudo
Maduro, Cabello y sus conmilitones desafían al “imperio yanqui” y a quienes no
comulgan con su doctrina del socialismo del siglo XXI, cuyo autor Dieterich por
cierto anuncia va de capa caída.
Y tienen el tupé de afirmar que en el país
existe una autonomía de poderes. Cosa incierta, pues es manifiesta la descarada adhesión al
gobierno de quienes están al frente del TSJ, CNE y otras instituciones, pues
tan pronto Maduro hace un señalamiento en particular contra determinadas
personas, para que inmediatamente las señoras que están al frente de dichos
cargos emitan sus opiniones, obviamente sesgadas y en favor del gobierno, como
ya el anunciado enjuiciamiento de Leopoldo López y también el de Henrique
Capriles. Cínicamente Diosdado Cabello ya le advirtió al líder de la oposición
con no disimulada mueca en su rostro: ¡Estas en la mira y no te sorprendas que
en cualquier momento te encuentres detrás de la rejas!
La Real Academia de la Lengua Española define
a la autonomía como la potestad que dentro de un Estado tienen ciertas
entidades para regirse mediante normas y órganos de gobierno propios.
Justamente es dicha potestad, de "manejo independiente", la que con
el debido control denominado contrapeso, sostiene la democracia y la blinda
contra los excesos del poder.
La simulación o carencia de autonomía, genera
el denominado abuso del poder, que se evidencia al echar la mano a las distintas entidades y funciones del
Estado, rompiendo el equilibrio. El control en el poder de decisión en la
justicia, organismos electorales, de control ciudadano etc., es la demostración
clara del desbalance que produce la carencia del equilibrio y la inexistencia
de la autonomía real.
El exceso de poder sumado a la prolongación
de su ejercicio produce desgaste e inconformidad en el consciente ciudadano y
genera en el que detenta el poder, la sensación de conspiración, tratando de
justificar el descontento popular, en lugar de reconocer errores.
Para que reine una verdadera democracia, no
solo es necesario que el pueblo asista a depositar su voto en las urnas, sino
que exista equilibrio en las instituciones, para que se puedan fiscalizar y
controlar todas las acciones de los otros poderes del Estado. Si un gobernante
llega al poder por el voto, y acapara las demás funciones, ese sistema deja de
ser democrático y se convierte en autocrático.
Y nada más dañino, pues el poder absoluto por
largo tiempo, le hace creer al gobernante que ha sido elegido por el destino
para regir la vida, conducta y pensamiento de su pueblo, y que su voluntad está
por encima del bien y el mal. Estas características son propias de los líderes
fascistas como Mussolini, Hitler, Mao, Castro y Chávez, entre otros. En los
regímenes en los cuales la institucionalidad desapareció, la democracia es un
concepto referencial manipulado y maleable, de acuerdo con la conveniencia del
gobernante, porque tiene el poder
absoluto en sus manos, como es el caso venezolano.
Preguntamos: ¿Cómo definen los boliburgueses
y comunalburgueses la organización jurídico-política que adoptó la Nación –
según la Constitución – como un estado democrático y social de Derecho y de
Justicia, para procurar el bienestar de los venezolanos creando las condiciones
necesarias para su desarrollo social y espiritual y procurando la igualdad de
oportunidades para que todos los ciudadanos puedan desarrollar libremente su
personalidad, dirigir su destino, disfrutar de los derechos humanos y buscar su
felicidad?
He allí los hierros que desnudan la realidad
que hoy en día vive y padece el pueblo venezolano, que hace 15 años confió sus destinos en manos
de quienes están llevando a la nación al borde un profundo barranco, por el que
corren pútridas aguas.
careduagui@yahoo.com // @_toquedediana
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