"Se
ha producido una grave ruptura entre la FAN y lo que es y representa
Nicolás"
Dice
Julio Borges: "El país no puede soportar más meses con Maduro en el
poder". Dice María Corina Machado: "Un objetivo del 8 de diciembre es
la sustitución del Gobierno".
La
regencia de Nicolás Maduro se agotó, tal es el fantasma que recorre el país y va
de humildes hogares a cuarteles, de embajadas a fábricas, y penetra las redes
rojas y las azules y las verdes y las blancas, también las púrpura.
El
agotamiento de un gobierno es un espectáculo dramático; se parece a la muerte
de un elefante; iluminado por alguna forma de entendimiento se separa de la
manada y busca una ruta que jamás ha transitado. En una sobrecogedora soledad
va a su destino.
A
quien esto escribe le correspondió ser espectador y actor del fin de lo que
entonces muchos concebimos como oportunidad y esperanza. El gobierno de Carlos
Andrés Pérez iba lanzado -creíamos- hacia el porvenir a través de cambios
rápidos y profundos para preparar Venezuela hacia el siglo XXI. Poco tiempo
después, su partido lo abandonaba (ciertamente con la contribución suya y
nuestra, para después apoyar con Caldera lo que a su compañero negaba), las
élites económicas afectadas por los cambios que decían compartir hicieron
mutis, el liderazgo sindical no pudo procesar ni 5% de lo que ahora se traga en
silencio, los partidos creyeron que la caída de ese gobierno les abría el
Paraíso que perdieron por su propia torpeza, y los ricos comenzaron a cortejar
al militar alzado que -pensaron- habría de ser domesticado en sus salones,
hartado con sus viandas y mareado con champañas.
Cuando
el Gobierno entra en la fase terminal no hay sino rotación de cargos y
personajes; se entra en la fase de los bandazos a ver qué tecla hace sonar la
flauta; se comienza a buscar con cierto desespero apoyos en brochas que cuelgan
sin escalera; las familias presionan; las reticencias abundan; y los policías,
espías, analistas de inteligencia, expertos en estrategia, se vuelven un ovillo
de incompetencias y chismes. Lo demás son relinchos de caballo capón y la
solitaria marcha hacia el final. CAP retrató ese instante para la posteridad:
"Habría preferido otra muerte".
Aunque
lo de CAP era un gobierno y lo de Maduro parece una banda que merodea en la
madrugada sobre el tesoro público en la construcción de un cochambroso proyecto
que ni Giordani alcanza a explicar ni Nicolás a entender, lo cierto es que los
aires de final solitario se sienten en las noches de Palacio, como gustaba
decir al finado. De manera que lo que María Corina y Borges, entre muchos otros
dirigentes, han señalado, no es sino la constatación de que una cosa que quiso
ser gobierno, se convirtió en disparate y ya no da más de su cuero, porque la
nariz le quedaría en el ombligo si lo estiran más.
La
furia del Gobierno contra María Corina, Henrique Capriles, Leopoldo López y Borges,
es una muestra de que el anuncio del fin del ciclo los mortifica sin
atenuantes. No es un golpe, no es una operación misteriosa de la CIA, sino que
es un cuerpo agotado, de células cansadas, de músculos gelatinosos, de espinazo
doblado y de cerebro encogido, amelcochado y pringoso. A la furia del Gobierno
contra estos dirigentes la acompaña la rabia de algunos opositores y
neo-opositores que creen que la situación puede estirarse por aquello de
conservar los buenos modales.
Si,
como Capriles manifestó, el Gobierno no ganó el 14A; si Nicolás está allí por
un fraude; si se ha planteado que su presencia en Miraflores es ilegítima; nada
mas natural que plantear la activación de mecanismos constitucionales para su
relevo. Eso es lo que ha hecho María Corina para escándalo de la Madre
Superiora y de los neo-opositores.
LO QUE
TODOS SABEN
Hay
que importar porque se ha destruido una porción esencial de la economía
nacional pero ya no hay suficientes dólares para traer comida y otros bienes.
Hay que pagar nóminas abultadas, misiones sin fondo, ayudas a camaradas, y no
hay real. Pdvsa ve declinar su producción y aun a $100 el barril, no alcanza.
La solución es imprimir dinero y, al hacerlo, la moneda se devalúa a cada
minuto en forma escandalosa. Los precios suben y la escasez también. La
revuelta social es un hecho cotidiano, más allá de la política y más acá del
alzamiento, compartida por chavistas, exchavistas y opositores. El país se
descoyunta y los que van en el puente de mando se emborracharon de dólares y
poder; cuerpos cobardes bailan cumbia mientras la nave escora por babor.
Entre
las vacilaciones y ambigüedades de todo final, Maduro se puso intransigente
poco después del 14A, más adelante sonrió y habló de entendimientos, aceptó el
regaño del empresario Lorenzo Mendoza a propósito de las amenazas contra Polar,
le dieron alas a Nelson Merentes para que se colocara la escafandra de buzo
modernizador, pero en la marcha del timbo al tambo ahora han vuelto a las
andadas del comunismo piojoso, soviético y andrajoso: "¡ajá! Tienes un
dólar en el dobladillo del pantalón ¡Imperialista!"
Entre
las cuestiones menos imaginativas en las que incurre el régimen figura la
acusación de que la oposición y conspira en Washington. No advierten los
próceres que los que están en contacto con el imperio son los revolucionarios
que en vez de irse a Cuba prefieren EEUU para su nueva vida. Allá tienen
libertad, seguridad y hasta el derecho al bel canto aun con pésima voz.
LO QUE
POCOS SABEN.
Uno
de los fundamentales elementos de la situación es la muerte súbita del proyecto
articulado por el ideólogo de Chávez, Norberto Ceresole, de la Santa Trinidad:
Líder-Ejército-Pueblo. En los últimos meses se ha producido una grave, benéfica
y profunda ruptura entre la Fuerza Armada y lo que es y representa el camarada
Nicolás. Por las presiones del cuerpo institucional se han ido varios de los
peores oficiales, de aquellos que propiciaron o admitieron la invasión cubana o
que traicionaron abiertamente su juramento. Para pena del inspirador de la
tesis dondequiera que su alma hierva, ni hay líder, ni los militares parecen
dispuestos a acompañar más el potaje fermentado que representa el madurismo, ni
el pueblo se amansa en las hormas de la represión organizada por la famiglia
Castro.
Hay
una nueva realidad. Esta banda de rockeros con trompetas y sin música que se ha
cogido el país, no parece dar más de sí y hay signos de impaciencia. Lejos de
propiciar áreas de entendimiento han preferido marcharse por la senda de lo
desconocido, de los rigores ideológicos, de la represión, de la amenaza y el
miedo. No están derrotados y tienen mucha plata y balas, pero casi nadie cree
que estén en esos cargos con derecho y transparencia. No son legítimos. Eran
elefantes en retirada, pero ahora son (des) bandadas de aves rapaces; buitres
que no se resignan a abandonar las fuentes ya menguadas del tesoro público.
Twitter
@carlosblancog
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