Al no serlo, nos exponemos a que nos irrespeten y hasta que se burlen de
nosotros. Y si uno carga sobre sus hombros una investidura de poder, la
responsabilidad por nuestra conducta, es mucho mayor, porque no sólo actuamos
en nombre nuestro, sino también en nombre de quienes representamos. El
gobernante tiene que ser serio en su conducta, responsable en sus actos, hombre
de palabra, creíble y, no montar farsas para aparentar o engañar, porque nos
convertimos en una pieza cómica, en unos babiecos o en el hazmerreír de todo el
mundo. ¡Ya basta de tanta estupidez!
Nosotros debemos entender que lo que dice o expresa el jefe del estado, es lo que dice el país. Los compromisos y las proclamas que él asume, los asumimos todos, porque él nos representa a todos. Esa es la verdad. Si él le dice al mundo que lo están intentando asesinar y lo dice reiteradamente, nosotros tenemos que explicarle al mundo lo que al Presidente le está sucediendo. Nosotros vemos que la prensa internacional no se ocupa de eso y que sus homólogos, los presidentes más cercanos a él, tampoco expresan nada y por nuestra parte, nosotros murmuramos, guardamos silencio o no creemos nada. Lo último es lo peor que puede pasarle al Presidente. Cuando a uno nadie le cree es la peor muerte, es la muerte por vergüenza o por pena.
También es conveniente explicarle al mundo cómo es el sabotaje en
nuestras empresas eléctrica, petrolera y hasta en la empresa agrícola, según lo
manifiestan los ministros y el propio Presidente. El actual gobierno lleva
meses esgrimiendo sus argumentos, pero del otro lado le manifiestan que esa es
una forma de eludir su incompetencia y su incapacidad para manejar las
industrias básicas del país. Uno en realidad lo que siente es que el sabotaje
lleva detrás una conspiración, una insurrección y en general una inestabilidad
política. Si nuestra conducta es seria, debemos, tanto gobierno como
gobernados, rechazar de plano el hecho de que las fallas continuas de
electricidad son producto de un sabotaje, de un sabotaje continuo, porque
entonces le estamos diciendo al mundo que
entre nosotros no hay quien mande ni quien se sienta mandado, no hay
gobierno ni gobernados. Estamos develando que aquí hay una anarquía, que todo
el mundo hace lo que le da la gana. Y eso no lo puede permitir un país serio
como siempre lo hemos sido nosotros.
Al igual que serios, seamos sinceros. Tenemos graves problemas. Estamos
atrapados por la inflación, la escasez y la inseguridad, y hay algo dentro del
gobierno que no vemos, pero lo sentimos: no hay una sola cadena de mando. Para
lo primero debemos sincerarnos, no hay producción nacional, es necesario tomar
medidas urgentes en materia petrolera, monetaria y financiera. Ojalá y el
Presidente pueda hacerlo. En materia de inseguridad se ha dicho lo que hay que
hacer, pero no se ha hecho, no se quiere hacer o no aceptan la orden de hacerlo.
Y en la cadena de mando, es conveniente más que mandar, gobernar. Hay que
enseriar la política de gobierno, no al estilo de la bota militar, sino al
compás del diálogo, la armonía y el entendimiento con los factores más
importantes de la vida política del país. Debemos entender que gobierno y
gobernados tenemos una responsabilidad compartida. Si exigimos seriedad,
debemos también ser serios. Ahora, quien no tome la función de gobierno con
seriedad, se le hace muy difícil gobernar.
Lenin Valero
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