La última ocurrencia del señor Maduro de
decretar un espacio radial y televisivo donde, dos veces al día, el gobierno dispondrá de un noticiero que
diga la verdad, puede resultar para algunos una idea más de esas que no tienen
ni pies ni cabeza, que busca llamar la atención, al mismo tiempo que mantener
otro frente de lucha contra las
supuestas mentiras que propalan los medios de comunicación privados de la
oposición. Para otros, la medida debe ser vista con mucha seriedad, como un
mecanismo electoral y de control de largo alcance, más allá de las próximas
elecciones municipales, como un verdadero instrumento de hegemonía informativa
y propagandística que tiene como único propósito imponer la información del
gobierno como la única verdad posible.
Como quiera que se vea y sin entrar a ahondar
en sus objetivos políticos, lo cierto es que hay aspectos de la medida que
crean dudas a priori y los cuales requieren una
explicación. Uno de ellos tiene que ver con los destinatarios de ese
noticiero, ¿a quién va dirigido realmente?
Si es a los votantes de la oposición, no creemos que nadie le vaya a prestar atención; si por el
contrario va destinado a fortalecer la opinión de los electores que votaron por
Maduro en las pasadas elecciones presidenciales de abril, o a recuperar los votos que el chavismo perdió en
dichos comicios, pensamos que el problema a resolver seria a quien que creerle,
lo que nos lleva a la segunda cuestión a
aclarar. En efecto, si el gobierno en estos momentos posee al menos una media
docena de canales de televisión y un
sinnúmero de emisoras de radio
entre comunitarias, alternativas y propias dentro de la red del Estado,
así como varios medios de divulgación impresa y digital, que han venido
diciendo lo que el gobierno quiere, entonces ¿para qué hace falta un noticiero
distinto?, ¿es que acaso las noticias que se venían divulgando por esos
informativos oficiales no eran ciertas? O será
cosa de que quienes informan ahora en esos medios oficialistas no son
veraces y por eso a Maduro, con un nuevo
noticiario, si le van a creer. Si eso fuese así, como quedan, entonces, las
constantes y cansonas cadenas de radio y de televisión con que el propio
Maduro, copiando a Chávez, ha venido informando a la opinión pública
semanalmente, casi a diario; o resulta ahora que tampoco él ha
sabido explicarse. No será que al oficialismo le hace falta aquel “Aló Presidente” de los domingos, a través
del cual Chávez anunciaba a la
opinión pública lo que iba a hacer y
este “Noticiero de la Verdad” buscaría suplir
su ausencia, explicando no lo que piensa
hacer sino lo que ya hizo. De ser así, hay que recordar que la verosimilitud
del programa “Aló Presidente” venia de
su conductor y que tanto para decir verdades o mentiras de manera creíble quien
las transmite debe ser igualmente creíble.
Otro aspecto a considerar, de gran
sensibilidad social y política, es el que encierra el nombre del espacio
informativo anunciado por Maduro, que según dijo es el de “Noticiero de la
Verdad”, por todo lo que se desprende de allí.
Y es que si de un noticiario del
gobierno, que debe tener carácter de oficial se afirma que lo difundido en él
es la verdad, pues esa “verdad” se convierta en la verdad oficial, ante lo que
cualquier otra “verdad” queda convertida en mentira.
Y que pasará, cabe
preguntarse, cuando la misma noticia no sea comunicada o explicada por un medio
de los catalogados hasta ahora, como opositores, de la misma manera que lo hace
ese “Noticiero de la Verdad”; ¿habrá que rectificarla, o se impondrán sanciones?
pudiera seguirse preguntando uno mismo, ¿O simplemente seguirán coexistiendo
ambas en el ambiente como puntos de vista diferentes, dentro de es eterna
lucha de la verdad contra la mentira?,
¿Hasta qué punto algunos medios no se quedaran a esperar la versión de ese “Noticiero de la Verdad” antes de
emitir la suya propia, en una especie nueva de autocensura rutinaria?
Lo que sí parece incuestionable, es que un
espacio informativo del Estado en cadena nacional de radio y televisión, forzando a la población a que lo escuche o lo
vea, ya levanta, por si solo, sospechas de todo tipo, incluso dudas de si será la verdad, toda la verdad y solamente la
verdad la que se transmita. Y es que por más que lo intente el señor Maduro, la
verdad no se puede imponer como una camisa de fuerza; no al menos, mientras los
seres humanos se esfuercen en buscarla, no obstante y aun en contra de sus
distintos puntos de vista.
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