domingo, 29 de septiembre de 2013

JORGE CAJIAS, CAFÉ SIN AZÚCAR

Comienzo estas líneas tomando café, por tercer día consecutivo, sin azúcar en un país como Venezuela que se jacta de tener las reservas energéticas más grandes del planeta. No hay manera de conseguirla.  Esa Venezuela que conocimos en la Era democrática y que se ha desvanecido a lo largos de estos 15 años, donde impera un régimen cuya denominación resulta incalificable ideológicamente hablando, pero que encontraría asertivas denominaciones en el Código Penal de cualquier país civilizado, fue superior en muchos sentidos -pese a sus terribles defectos- al país que tenemos hoy.
Es verdad que las cosas andaban mal en el período que antecedió el ascenso al poder de este grupete militar, que atrapó inmisericordemente la desesperación de los más pobres, que no encontraban interpretes capaces de darle voz fuerte, en un país donde solo dominaba la corrupción y la decadencia política. Y fue así como la angustia e injusticias  sociales cometidas hasta ese momento en contra de los más desprotegidos de la Nación, se convirtieron en bastión y bastimento de una casta militar que viendo gobernar desde muy cerca -desde el propio Palacio de Miraflores- a presidentes elegidos con el voto popular, aprendieron los secretos del poder, desde la simple conquista hasta su mantenimiento, aún siendo impopulares.
Desde una óptica fúnebre y en medio de la grave crisis que vivía Venezuela en ese momento, se armó la coreografía un movimiento que resucitó a Bolívar, expropiándolo y deformándolo a su conveniencia, y que se auto asignó ser absolutos herederos del  Padre de la Patria. Luego vino el Golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 que nos devolvió de un solo trancazo a la época de los cuartelazos propios de Latinoamérica. Y para que no quedaran dudas de la intención de hacerse con el poder a toda costa, lo repitieron el 27 de noviembre de ese mismo año. La sangre y la muerte de inocentes fue el bautizo de quienes más tarde, haciendo uso de la propia Democracia y sus métodos que adversaban, erigieron lo que conocemos hoy con el rimbombante nombre de República Bolivariana, que no es más que un adefesio dictatorial de nuevo cuño, sin separación de poderes, donde se sigue la voluntad del que ordena en Miraflores, o de quienes se hacen llamar sus herederos, como Nicolás Maduro.
Así nos llevaron estos felones militares a las profundidades de la escala social, el retroceso en todos los ordenes de la vida humana, convirtiendo a Venezuela en un país invivible e inviable, donde las hondas carencias del pueblo contrastan con las riquezas de la nueva clase social revolucionaria, denominada acertadamente  Boliburguesía, que para mantenerse en el poder otorga dadivas que son más bien pellejos, denominadas inverosímilmente “Misiones”.
Son signos entonces de esta “Era” de sargentos, capitanes y tenientes que dirigen la Nación, elecciones amañadas, destrucción de empresas e industrias, producción agrícola devastada, desabastecimiento, escasez alimentaria y de bienes, inflación, devaluación, control desde Cuba de nuestro destino, involución y destrucción consuetudinaria de los valores y dignidades venezolanas.
Sigo tomando café mientras lucho, a la espera de poder endulzarlo en un país libre y democrático de verdad.
@jcajias
Jorge Cajias

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