domingo, 29 de septiembre de 2013

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, ECONOMÍA COMO POLÍTICA DE ESTADO: ¡UN CLAMOR!

En el presente artículo asumimos que las políticas reflejan hipótesis basadas en ideas y tienen una finalidad, un diagnóstico de la realidad y con  estrategias concretas para transformarla en función al país que se aspire. 
De igual modo compartimos enfoques como: “El Estado es la ley de la razón” (Federico Hegel) y “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones” (Wiston Churchill). 
De nuestra parte complementamos: usualmente los gobiernos establecen planes y objetivos que no trascienden sus administraciones (desmontando inclusive logros alcanzados); hecho que se traduce en la “necesidad de reinventar” (en cada gobierno) los objetivos fundamentales del Estado, subordinando sus intereses a favor de particularidades que niegan el beneficio de la Nación dándole más importancia a la cuestión electoral (políticas de Estado versus políticas de Gobierno), soslayando—en lo específico del hecho económico—que los inversionistas buscan un ambiente que les permita una visión de largo plazo alejada de la incertidumbre habida cuenta del efecto negativo que se genera sobre la propensión a invertir en un país donde “no se sabe lo que va pasar después de las elecciones”, y no se cumplen las políticas de mayor alcance temporal. 
Las políticas de Estado nacen en respuesta a los intereses del pueblo y han de entenderse como el norte estratégico de la Nación, las cuales son definidas e instrumentadas por consenso ciudadano y partidista en aras de evitar que varíen ante cambios ideológicos de nuevos gobiernos; siendo así y ante la actual crisis de la economía venezolana se requiere del esfuerzo y colaboración de todos los segmentos de la sociedad en el marco de una política de Estado para el campo económico, apartadas temporalmente de las divergencias inherentes al partidismo político y apoyadas en la evidencia científica traducidas en medidas económicas transparentes para todos los actores sociales, al hacerles conocer en forma clara los detalles, fundamentos y consecuencias mediante el fomento de una “pedagogía económica” que les permita comprender los términos y las cifras económicas más elementales. 
El consenso nacional sobre políticas de Estado ha de contextualizase en torno a ejes temáticos transversales, uno de los cuales debe corresponderse, por ejemplo, con “Economía y equilibrio social” teniendo entre otros objetivos una política económica (básicamente fiscal y monetaria), una política industrial con nuevo enfoque de la sustitución de importaciones, un control de la inflación, una descentralización económica, una generación de empleo digno, una elevación de la productividad económica, y un modelo de desarrollo sostenible; en el entendido que dichas políticas  han de sustentarse en principios constitucionales.
La economía como política de Estado, debe armonizarse con aspectos tales como un crecimiento persistente del PIB (valor monetario de los bienes y servicios finales producidos por una economía en un período determinado), un control de la inflación (aumento progresivo y generalizado de los precios), un equilibrio fiscal (diferencia entre los ingresos y gastos del Gobierno), un equilibrio monetario (reducir la emisión de dinero inorgánico), un adecuado nivel de reservas internacionales (para respaldar la moneda y el fluir de las importaciones), un mejoramiento de los términos de intercambio (relación entre los precios medios de importación y de exportación), y de un fortalecimiento del PIB per cápita (PIB total dividido por la cantidad de habitantes). 
En aras del funcionamiento de tal escenario, es prioritaria la definición de un modelo económico  que incluya como motor de crecimiento y generador de empleos de calidad una apertura económica para alimentar dinámicamente el mercado interno (doméstico), así como una reformulación de la política industrial no petrolera que de inmediato ha de enfrentar una globalización de los mercados reales y financieros dentro de un contexto de elevada competencia en el comercio internacional (incluidos los bloques de integración regional) y donde Venezuela debe con urgencia subsanar tanto sus deficiencias microeconómicas ( número de empresas y nivel de especialización), como sus desequilibrios macroeconómicos (fundamentalmente en los temas fiscal y monetario), en pro de  nuevas formas de participación articuladas con una política industrial concebida como política de Estado. 
Inferimos que estamos en el momento preciso (y necesario) para hacer un punto de inflexión para abandonar el cortoplacismo en favor de asumir la economía como una política de Estado.
@jagp611
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