Al terminar
la vigencia de este régimen chavista, aunque sea fraudulento, lo único que
queda sólidamente establecido es que no puede reconstruirse en su lugar un
modelo institucional como el de la llamada Cuarta República, que implicaba una
fuerte dependencia de los partidos políticos de masas, entre otras razones
porque ya no existen, repartiéndose la gestión de un Estado concebido como clientelar,
es decir al servicio de sus camarillas privilegiadas y sus militantes
“clientes” del cambural de aparatos electorales de sostén.
Quitándole
cualquier carga polémica a la consigna NO VOLVERAN, decía en un artículo
anterior, que ese ukase se transformará, en la nueva etapa del país, en una
razón de ser, lev motiv, que proscribe, a los viejos y a los recientes
usufructuarios, seguir en el ejercicio de este poder, corrupto por definición,
que durante décadas malbarataron oportunidades de desarrollo impresionantes,
tiradas a la basura, aunque la más evidente sea la de los últimos 10 años con
petróleo a 100 dólares saqueados por la clase política rojita y sus socios
cacos encorbatados boli-burgueses.
La
vieja burguesía, cerrada en sus cotarros de industrias, bancos y comercios,
protegidos, cuasi monopólicos, con exenciones de todo género y aranceles, acabó
con el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, que intentaba desmantelar esa
economía artificial del Estado rentista del bipartidismo, y cuyas patadas
finales le cayeron desde el binomio Caldera-Alfaro, sumados a lo más rancio del
empresariado, aunque en el camino se llevaran en los cachos al propio Copei, y
a Acción Democrática, que quedó en escombros.
También
arrasó con todo todo el tinglado político institucional de ese régimen,
pulverizado por la “anti política”, propalada sobre todo desde los grandes
medios de comunicación en manos exclusivas
de los poderes fácticos de cenáculos de los “Amos del Valle”.
El
resultado fue que, cabalgando el desorden generado por los golpes Chavistas de
1992 y por la estúpida destitución de Pérez, para abrirle paso a la segunda
presidencia calamitosa de Caldera y a la del propio Chávez, únicos
beneficiarios de ese desaguisado jurídico, la Cuarta se suicidó por alcahuetear
el parto de esta Quinta república de nuestra desgracia nacional agravada.
El
astuto Chávez solo agarró los mangos bajitos de la Corte Suprema de Justicia,
entregados en una cestica por Cecilia Sosa, por Henrique Capriles en su pubertad
política acomodaticia desde la Presidencia de Diputados, y por el inefable
General Salazar, cobrando no sé cuáles cuentas, entregándole al hegemón las
FFAA, que muy tempranamente el propio 4 de febrero del 1999, celebrando la
felonía de Chávez, le desfilaban a Fidel Castro en Los Próceres.
Ya
pasaron más de 14 años y medio, pero recordemos que cuando las mismas viejas
roscas empresariales quisieron defenestrar a Chávez, poniéndole sus propias
fechas de finiquito a su gobierno electo, como hicieron con el de CAP, el tiro
les salió por la culata, por cuanto en medio de la mayor improvisación, que
terminó por restituir el gobierno el 14 de Abril de 2002, Chávez retornó bajo
un signo ideológico opuesto y radicalizado y les persiguió y maltrató por 12
años, hasta que la muerte se lo llevó hace 9 meses, aunque “sus hijos” siguen
la tarea.
Lo
que queda de ese régimen chavista está condenado a una caída irremediable, ya
en curso, en todos los órdenes. Eso lo sembró Chávez y esos disparates están
explotándoles en las narices a sus improvisados e ignaros herederos.
Lo
que este gobiernito de Maduro pueda durar todavía, sean días, semanas o meses,
es totalmente secundario.
Lo
importante a retener es que no será sustituido por otro gobiernito de la
llamada oposición, cuyo líder exageradamente puede ser considerado un Alcalde
regular para Baruta. Más capaz que Maduro si es, cuyo techo sería la Alcaldía
de Sabaneta, pero estamos hablando es de la necesidad de un conductor para toda
una república que está al garete y que requiere de un cambio de timón de tales
proporciones, que ni siquiera se trata de ponernos en manos de un nuevo
caudillo, sino de todo un equipo de altos quilates, de origen cívico-militar,
que pueda para empezar poner orden en este bochinche.
Ese
nuevo régimen debe ser capaz de generar, con un gran programa económico, unas
reglas de confianza absoluta, para que florezca una gran clase empresarial,
generadora de masivos empleos productivos, en un ambiente de gran seguridad
jurídica y de personas y bienes, con un malandraje tras las rejas, cueste lo
que cueste, así haya que endeudarse, para “alojar” una población penal cinco
veces mayor a la actual como mínimo.
Es
necesario volver a los temas que intentó resolver CAP, pero multiplicado por
20, por decir lo menos, dados los años perdidos en que deambulamos entre los
desastres de la agonía de la Cuarta y en los años dirigidos de estos
mostrencos, que creen en que las soluciones van por el trueque y los gallineros
y almácigos verticales.
Para
mayor desafío de complejidad, los grandes reajustes económicos, no deben
hacerse a expensas de los débiles y excluidos sociales, ni menos aun rematando
la riqueza nacional, como estuvo de moda en los tiempos de los “paquetazos”
fondomonetaristas.
A
la par de un nuevo régimen, necesitamos un nuevo empresariado, que no pretenda
como el de décadas atrás, vivir a la sombra del proteccionismo que nos hunde en
la vida cara y menos podemos permitir la sobrevivencia de la manga de ladrones
y especuladores de la llamada boliburguesia, que solo saben importar para
sacarle comisiones al poder político cómplice.
Un
nuevo régimen necesario es mucho más que un nuevo gobierno, porque deberemos
conquistar un nuevo sistema económico-social basado en la generación de riqueza
y no seguir en la ruinosa rebatiña
clientelar.
Unos
y otros, de esta polarización absurda, no volverán, así que los que han hecho
planes y sueñan con terciarse bandas aunque sea de Acalde que se bajen de esa
nube, porque esta partida se acabó, pero no descarto que por méritos propios a
muchos los llamen quienes les toque remendar, reflotar y dar destino a este
barco encallado.
Pocos
escaparán a los vetos por ser parte de los vicios del pasado recientes y
lejanos, y en cuanto al siempre impúber Capriles, me imagino se hundió más aun
de lo que ya estaba desde el 17 de abril cuando su parada de burro, al ponerse
de bocón y condenar cualquier reajuste institucional que venga por la vía de
las FFAA.
Su
cálculo absolutamente certero, es que ninguna Junta Militar le dará el chance
de cumplir su sueño presidencial, por la sencilla razón que no calza los puntos
requeridos y cual protagonista de la fábula de la zorra y las uvas
inalcanzables en sus brinquitos, decretó que estaban verdes por no poder llegar
a ellas…
Franceschi
Gonzalez
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