En pleno siglo XXI, luego de tanta alharaca
sobre la participación ciudadana, los diversos niveles de gobierno funcionan
como una compañía anónima, en forma cerrada, sin que la ciudadanía tenga como
escudriñar los intríngulis del poder. No se trata sólo del nivel central, donde
casi todo tiene la categoría de secreto de Estado, también ocurre con las
gobernaciones y con los poderes locales, estos últimos, por ley son los más
cercanos a la gente, pero en realidad están divorciados.
Práctica contraria a lo que reza la
Constitución y las Leyes, que en teoría están orientadas hacia la construcción
de estructuras de poder abiertas, con mucha participación ciudadana y
transparencia. Los poderes han venido operando de espaldas a la gente y
contrario a los reclamos de cambio y participación en la vida pública, que ha
sido un anhelo del movimiento popular desde la década de los 80 del siglo
pasado, además, el constituyente, si alguna virtud tuvo en 1999, fue la de
haber adaptado la Norma a las exigencias democráticas que la sociedad venía
planteando.
Teoría y praxis han marchado, entonces, en
direcciones opuestas, hemos involucionado, creímos haber dejado atrás las
formas autoritarias, hegemónicas, cerradas y excluyentes en el ejercicio del
poder, pero en estos años, junto con el reforzamiento del populismo y clientelismo,
el Estado impuso un sinfín de mecanismos para controlar a la gente, irrespeta y manipula al pueblo, se trata a la
persona como objeto y no como sujeto histórico, con pensamientos y opiniones
propias. Los males que se vivieron y que criticamos con fuerza durante el
régimen puntofijista, recrudecieron con el régimen chavista.
Hoy las alcaldías están tan cuestionadas como
el poder central. Muchos hablan de cambio, pero lo que viene operando es el
“quítate tú para ponerme yo”, son meros cambios gatopardianos. No ha habido
voluntad para cumplir la Carta Magna y las leyes, ni mucho menos para resolver
los problemas. Lo más lamentable es que los gobiernos municipales, son simples
replicas del gobierno central, al administrar la rutina en forma ineficiente, concentran
el poco poder que les corresponde y mantienen conductas hegemónicas y
sectarias. Además, para estos actores, una gestión con transparencia, ética y
participación, entraría en contradicción con sus objetivos de hacerse de mayor
poder personal.
Hay que hacerle frente a esa realidad,
nuestro proyecto es radicalmente opuesto a esa práctica perversa de gobernar,
estamos planteando un cambio profundo en la forma de hacer política desde el
poder, se trata de construir gobiernos abiertos, eficientes, unitarios,
transparentes, controlables, con un protagonismo claro de la gente.
Profundizando la democratización del Estado y la sociedad, claves para la
solución de los graves problemas que padecemos, para elevar la calidad de vida
de la familia venezolana y para contribuir al desarrollo nacional.
Ya hablamos del divorcio
que existe entre el Gobierno Municipal y los ciudadanos, pues estas instancias
que deben ser las más abiertas por su cercanía a la gente, funcionan como una
compañía anónima, conducta de la que no escapan los gobiernos regionales y el
nacional que cada día es más cerrado y asfixiante.
Hace unos días, coincidía con el Profesor
Pedro Romero, en que las alcaldías no han sabido utilizar el gran poder que les
confieren sus competencias, en favor de la Ciudad. Ellas gozan de instrumentos
especiales y sus mejores aliados son los ciudadanos y sus organizaciones. Las
alcaldías deben diseñar un modelo de ciudad con desarrollo armónico y
sustentable y las leyes facultan al alcalde, como primera autoridad civil del
municipio, para que lo haga a través de la participación ciudadana, pero actúan
en forma contraria a su razón de ser y están a la cola de los demás poderes en
materia de decisiones relevantes.
El desastre, el desorden, la anarquía y la
inseguridad que pululan en Maracaibo, son el resultado de la ineficiencia,
desidia, incapacidad y corrupción de los órganos de poder, local, regional y
nacional y de un modelo de gobierno enchapado a la antigua, atrasado, cerrado y
sin visión de futuro. Por ello, es que se observan altos niveles de frustración
y baja autoestima en la población.
Maracaibo se transformará, asumiendo en forma
integral las siguientes premisas: 1. Trabajar en forma inmediata en la solución
de sus más graves problemas; 2. Gobernar con el pueblo, desarrollando una
gestión abierta y acatando todos los instrumentos legales que favorecen la
participación ciudadana en la vida pública y 3. Desarrollar un programa
dirigido al desarrollo sostenible del Municipio. Esto podrá cumplirse a través
de un gobierno de unidad, que de paso a la construcción de un liderazgo
emergente, que asuma nuevas formas de hacer política; un proyecto de
descentralización del poder local y la promoción de formas organizativas
amplias, democráticas y autónomas.
En ese sentido, debe crearse en cada
parroquia una gerencia de la Alcaldía, que planifique y ejecute acciones con
las organizaciones sociales en función de su desarrollo integral, priorizando
los sectores más vulnerables. Deben promoverse los Consejos de Vecinos por
comunidad y el Consejo de Gobierno Parroquial, que en coordinación con los
Consejos Locales de Planificación Pública y los órganos descentralizados de la
Alcaldía, podrán intervenir en la solución de problemas educativos, de salud, vivienda,
aseo urbano, transporte público, vialidad, mercados populares, empleo,
seguridad, entre otros, teniendo como actores a los grupos culturales,
deportivos, ecológicos, redes de tiendas, de abastos, microempresarios,
empresas comunitarias de servicio, cooperativas, consejos comunales, consejos
educativos, trabajadores del volante, iglesias, el concejal del circuito y
otros representantes de los poderes públicos.
golfredodavila@gmail.com
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