martes, 6 de agosto de 2013

SIMON GARCIA. ALTERNATIVA PARA VIVIR MEJOR. EL LUGAR COMÚN

            Hay males que, arrastrándose hacia una silenciosa posesión de nuestra cotidianidad,  vienen desplazando atributos que antes nos distinguían. La amabilidad, la actitud generosa, la propensión para ayudar a otros están retrociendo hacia poblaciones pequeñas. En las ciudades, como si expresarlas estuviera prohibido, están pasando a ser comportamientos de minorías.
           
Seguramente los especialistas averiguarán lo que está moldeando nuestro modo de ser, lo que debemos valorar en ese modelaje y lo que debemos evitar para no alejarnos de la convivencia y los sanos afectos sociales. Pero no hay que esperar los resultados para no dejarnos atrapar nosotros mismos por la indiferencia ante las reglas y por la agresividad. No podemos ceder: la rabia no debe confiscarnos la alegría ni desalojarnos el buen humor.
             Aunque ocuparnos de la convivencia sea importante, estamos obligados a prestarle mayor atención a los problemas que afectan radicalmente nuestra seguridad, que encarecen lo que compramos diariamente o que reducen nuestros derechos a la libre información o a una educación sin cascos ideológicos. La situación nos impone luchar para subsistir.
            Una causa de estas diversas tribulaciones radica en el régimen que se le ha impuesto a nuestra sociedad y cuya instalación están intentando completar en estos momentos, para asegurarse un poder que se eternice por varias décadas.
            La revolución encarnada en el Estado y éste concentrado en una sola persona es fin y valor supremo, a la cual debe subordinarse la Constitución y el pueblo. Por eso la violación a las leyes no puede ser visto como asunto puntual sino como una carácterística  del modelo que se importó de Cuba. También por eso la misión prinicipal del gobierno no es resolver problemas sino ocuparse de crear las condiciones para perpetuar en el poder a una cúpula de compinches, muchos de los cuales sólo pueden explicar sus enriquecimientos por vía de la corrupción y el narcotráfico.
            Este modelo y los que están enchufados a sus privilegios, son el primer obstáculo no sólo para lograr el desarrollo general del país, sino para que cada persona y cada familia pueda vivir mejor. El principal enfrentamiento no es entre gobierno y oposición, sino entre un Estado neototalitario y una sociedad que sigue reclamando justicia social y libertad.
            El dilema actual entre progreso o retroceso social, entre democracia o autoritarismo, entre bienestar social o empobrecimiento, entre pasado o futuro se sintetiza en definirse a favor o contra del cambio. El continuismo prtende que todos nos subordinemos al Estado, el cambio nos sitúa al lado de todos los agredidos por una gestión que en el fondo es la más antipopular que hemos tenido en mucho tiempo.
            Venezuela está abusadoramente polarizada y sometida a una feroz guerra política por la hegemonía oficialista en todos los órdenes. El gobierno no admite  neutralidades. Todos, incluidos sus seguidores, estamos propensos a ser declarados enemigos a conveniencia de cualquiera de los mandamás de esta inexistente revolución. Es decir, parias sin derechos como se pretende tratar a la nueva mayoría plural conformada en torno a Capriles.
           
Esa nueva mayoría, nutrida naturalmente por el descontento social y la frustración de los que rechazan la descomposición de la cúpula de los enchufaos, va a triunfar inevitablemente sobre un gobierno, que carcomido por la corrupción y la incapacidad, va a rumbo a que le exploten juntos todos sus fracasos.  
            Esa nueva mayoría requiere que Capriles le explique al país no sólo las definiciones generales de la estrategia que él promueve, sino sus objetivos a mediano y largo plazo, su esquema de combinación de formas de lucha, su idea sobre las alianzas y su sueño país. Son aspectos que deben tomar la escena pública para que la gente contribuya a hacer más corta la ruta de su éxito y pueda mantener el rumbo que ella supone.
            Es el momento para empoderar a la gente y acompañar sus luchas, movilizar y proteger a la mayoria para que adquiera confianza en sus propias fuerzas. Es la oportunidad para convocar al país para que juntos, ciudadadanos y partidos, definan con que se come la opción progresista.
            Ojalá que se sigan dando los pasos que dejan atrás la respuesta reactiva y se llenen los vacios que permitan convertir al progresismo en una causa. Ojalá que la gente convierta en suya una estrategia sin ribetes heroicos, pero eficaz para hacer victoriosa la alternativa para vivir mejor.
@garciasim

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