Allí apareció el torvo mensajero y la "transición gradual" dio paso a la "transición brutal"
Hace cuatro meses, cuando estaba por dar el
paso al costado y dejar el canal, luego del episodio de Buenas Noches, hubo una
oferta que lucía sensata: "no me importa cómo pienses, sólo quiero que
sigas haciendo el periodismo como lo sabes hacer y sólo te pediría
equilibrio", en otras palabras, que confrontara, en Grado 33, todos los
puntos de vista. Bueno, exactamente eso era lo que por mucho tiempo habíamos
hecho y dejamos de hacer (inicialmente en Primera Página y luego en Grado 33)
por el boicot del chavismo contra Globovisión, cuyos dirigentes rechazaban las
invitaciones a participar en nuestros programas.
Dentro de la desconfianza que sentía por todo
lo ocurrido previamente, consideré que la propuesta merecería, al menos, el
beneficio de la duda. A eso se debe añadir el consejo de muchos amigos según,
los cuales (y yo lo creía así), "había que defender el espacio", como
lo estaban haciendo, entre otros tantos, Leopoldo Castillo y Jesús Torrealba.
De manera que yendo contra mis instintos acepté quedarme y me embarqué en una
ruda travesía que por fuerza habría de terminar mal, porque ya estaba escrito
en el origen y la naturaleza del negocio (la compraventa de Globovisión).
Pero había una oportunidad de permanecer y
posiblemente de llegar hasta el 8 de diciembre haciendo un periodismo que, como
quedó demostrado, favorecía la verdad. Algunos chavistas volvieron a Grado 33 y
el formato del debate en temas como la economía, la ecología, la ideología, la
forma de concebir el poder o el conflicto universitario, permitió un saludable
contraste capaz de poner las cosas en su sitio. Fue, entonces, cuando dejaron
de ir o nunca llegaron a hacerlo a programas como Aló Ciudadano. Descubrieron
que sus artes dialécticas se habían enmohecido por falta de ejercicio y que en
el estilo de la confrontación civilizada estaban totalmente perdidos.
Ahí fue cuando, y aquí ya entro en el terreno
especulativo, se dieron cuenta de que estando en otras manos y con el formato
aplicado, Globovisión les estaba ganando el desafío y que lejos de reducirse la
brecha de descontento popular se había tocado una fibra sensible y expansiva.
Fue entonces cuando llegó la ola salvaje y montado sobre ella un torvo
mensajero que apareció para aplicar el ácido. El proceso de "transición
gradual", dio paso a la "transición brutal". "Aquí se acabó
la pen... del equilibrio" y volvieron a rodar las cabezas. Pero como yo sé
que la mía está en juego y sólo me debo a la audiencia, a los receptores, a
quienes creen en mi honestidad profesional, (que para mí son los únicos dueños
del canal) les presento mi renuncia a partir de hoy porque en Globovisión no
están dadas las circunstancias para hacer un periodismo libre.
@rgiustia
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