jueves, 1 de agosto de 2013

NELSON MAICA C., BASES DEL LIBERALISMO 15, POLITICA

1.      Nota 15. Continuamos. Haremos una sugerencia, una recomendación, desde el largo plazo, para todo político liberal en el que prepondere, sobre sus deseos de lograr, alcanzar y mantenerse en el poder, el objetivo final de elaborar, impulsar y culminar una reforma generalizada de liberalización en la economía y en la sociedad.
2.      Primeramente, hemos de repetir que, en todo caso, si ha de pecarse en algo, ha de ser siempre por exceso; es decir, ha de radicalizar el mensaje hasta el punto de someter a prueba tanto a los miembros de su partido como a sus conciudadanos. Sólo de esta manera podrá experimentar y apreciar si de hecho reúne o no cualidades para ser un político perteneciente al “grupo cuarto”, es decir, capaz de ilusionar y movilizar al electorado en pos de una política adecuadamente articulada de reformas liberales.
3.      Lo peor que puede sucederle es que, como consecuencia de su toma de posición relativamente más radical, no logre prosperar en su propio partido, y quede marginado por sus responsables y supervisores más “pragmáticos”.
4.      Pues bien, es precisamente la aceptación o no de su mensaje y persona en su propia formación política, la prueba inequívoca y definitiva de si debe seguir o no dedicando sus esfuerzos a la actividad política: si no es aceptado, es mejor que deje a otros profesionales de la política menos comprometidos (pertenecientes a los grupos tres y dos) que tomen temporalmente el protagonismo, pues evitará quemarse en esfuerzos innecesarios, que serán posiblemente mucho más fructíferos a largo plazo en otras actividades (no políticas) de estudio y divulgación liberal.
5.      De esta manera no perderá el tiempo ni se agotará en actividades que, por las restricciones del entorno, hacen muy difícil la persecución del ideal y que, en todo caso, pueden ser llevadas a cabo por otros profesionales menos comprometidos.
6.      Además, siempre es conveniente que quede alguien “en reserva” por si el día de mañana las circunstancias cambian y ante necesidades más apremiantes es llamado a mayores responsabilidades de poder político, en un entorno en el que pueda desarrollar su programa liberal sin trabas innecesarias de tipo partidista.
7.      Existe, por tanto, una evidente relación entre aquello que permita  llevar a cabo el entorno político y la conveniencia de la implicación personal en el mismo de un político de fuertes convicciones liberales.
8.      Conforme las restricciones sean mayores, más dificultades tendrá para desenvolverse en ese entorno y más posible es que otros colegas menos comprometidos ideológicamente (pertenecientes a los grupos dos y tres) puedan desarrollar adecuadamente su labor.
9.      Por el contrario será en aquellas circunstancias en las que sea posible impulsar un programa más radical en las que su intervención e implicación personal sea más insustituible, puesto que no es de prever que otros colegas menos formados y comprometidos ideológicamente sepan y puedan aprovechar de forma adecuada la oportunidad histórica que se presente para sacar adelante reformas profundamente liberales.
10.    Como es lógico, la evaluación de cuándo nos encontramos ante una u otra circunstancia depende de la perspicacia e inteligencia política de cada político liberal.
11.    También es admisible, sobre todo en el caso de políticos profesionales que no puedan o no quieran dedicarse a otra actividad que, tal y como hemos descrito antes, adopten la táctica de convertirse en políticos del “grupo tres”, mucho más “pragmáticos” y, por tanto, menos “radicales” e “incómodos”, a la espera de que cambien las circunstancias y puedan impulsar reformas más radicales.
12.    El principal riesgo de esta táctica es, desde luego, que termine convirtiéndose en una coartada auto justificativo del inmovilismo. Dependerá de cada circunstancia histórica cual sea nuestro juicio respecto del comportamiento en este ámbito de cada político concreto.
13.    En estas épocas de control por parte de los políticos más “tibios” (grupos uno, dos y tres), conviene no obstante no desligarse totalmente del partido, con la finalidad de ejercer un necesario papel de conciencia crítica liberal que constantemente marque las contradicciones y errores de los que detentan el poder.
14.    En todo caso, el principal riesgo de la estrategia recomendada es que el político “grupo cuatro” sea finalmente aceptado por su partido y, tras presentar su programa y defenderlo con constancia, fracase a la hora de ganar las elecciones o pierda el poder.
15.    Pues bien, incluso en estas circunstancias tan adversas, que una y otra vez se han dado en la historia, este resultado negativo no ha de considerarse un fracaso en sentido estricto.
16.    Tan sólo sería un verdadero fracaso, desde el punto de vista liberal, bien haber traicionado los principios, bien haber pecado por defecto impulsando unas tímidas políticas liberalizadoras cuando las circunstancias permitían ir mucho más lejos. Tal parece ser el caso del tándem Chirac-Juppé tras el triunfo de la derecha liberal en unas elecciones generales francesas.
17.    Fuera de estos casos, el no conseguir el éxito electoral en una circunstancia histórica determinada ha de considerarse, tan sólo, una derrota táctica en esa larga y difícil lucha por ganar el futuro a favor de la libertad.-

nelsonmaica@gmail.com

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