jueves, 15 de agosto de 2013

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, EL “REALITY SHOW”

Con ese nombre anglosajón se conocen emisiones de televisión en la cuales individuos ordinarios viven artificialmente situaciones más o menos extremas, según el concepto del programa.
Venezuela vive sumergida en lo que parece una mala programación de ese tipo. Aquí como en muchas de ellas no se preserva la dignidad de los seres humanos, los venezolanos vivimos luchando para poder conseguir pollo, harina pan, mantequilla o café, como una de esas competencias de supervivencia.
Sufrimos situaciones extremas, algunas podríamos considerarlas “banales” como son las necesarias para mantener la higiene personal. Ya que existen aquellas gravísimas como es poder regresar a casa vivos, antes que una de las bandas organizadas, estimuladas con los discursos oficiales, decidan eliminarnos como parte del juego.
En este país se sueltan los presos para simular el descongestionamiento de las cárceles. Cuando una administración cierra centros penitenciarios, sin ni siquiera prever la construcción de nuevos centros modernos e idóneos, no le queda más recurso que encontrar una manera de disminuir las cifras, de los que están encerrados por haber cometido delitos.
El “show” consiste en que el pueblo ignore la realidad, no en corregirla, por eso el gobierno se preocupa en atacar al diario El Nacional por publicar, una fotografía del interior de la morgue de Bello Monte y en la cual se evidenciaba el escandaloso número de muertos de un fin de semana en Caracas, pero no hemos visto detenidos a los causantes de ellas.
En este país de “malos actores gubernamentales” vemos como apenas dos semanas después de que la Fiscal General anunciara que pedía a los tribunales congelar las cuentas personales del Editor de El Nacional, Miguel Henrique Otero, otro juzgado le impone una multa al periódico equivalente al 1 por ciento del total de las ventas brutas de la empresa en el año 2009.
Es evidente que la jugada pretende anular a ese medio de comunicación, en el afán permanente de este régimen abusivo por controlar toda la opinión pública.
Estos programas de televisión comenzaron en el “Imperio” allá por el año 89, se hicieron populares en todo el mundo y rápidamente degeneraron, se caracterizan por presentar a gente no profesional, individuos ordinarios sin experiencia. En eso también se asemejan al gobierno, Maduro es a menudo el hazmerreír de los venezolanos, con su torpeza, su confusión con los nombres de ciudades y de las empresas del estado, con sus anécdotas sobre los pajaritos, con sus silbidos, que sustituyen los conceptos y las palabras que escasean en su vocabulario.
No me resulta muy gracioso ver en manos incapaces el futuro de la Nación. Sustituir las ideas por sonidos onomatopéyicos demuestra una gran pobreza intelectual, si llegara a convertirse en el ejemplo a seguir, tendremos en el futuro fiscales de transito ladrando para reclamarnos una infracción o una ministro de prisiones graznando sus instrucciones.
Se imaginan un consejo de ministros entre gruñidos, chillidos, mugidos, rebuznos, aullidos y cacareos, algo así como un concierto selvático de expresiones inteligibles para los seres humanos.
A un “miaw”, reponderian con un “guau”, una opinión correspondería a un “muu” o un “Jiijaaaaa, Jiijaaaaa”, seguido de un “cuac-cuac”, discusión que podría terminar con un sonoro “oink oink” propinado desde el parlamento que correspondería a un “reality show” sin uso de palabra.
¿Cuánto duraría la diversión? a pesar del humor que nos caracteriza, la realidad nos despertaría con su violencia. La que nos sacude cada día, con sus homicidios impunes, con la escases de alimentos, con las violaciones a los derechos humanos, con gente como Simonovis y la Afiuni víctimas de la arbitrariedad gubernamental, contra las multas a los medios de comunicación.
A nadie puede divertirle que aquí no se respete la Constitución, todos sabemos que si no se respeta la inmunidad parlamentaria, que esperanza le queda al pueblo en manos de estas fieras.
“La Ley de la Selva” podría ser el nombre de este programa de tele-realidad en que nos han convertido el país, donde el que tiene las garras más afiladas, propicia el zarpazo seguro para destruir la democracia.
Tal como sucede en esos malos programas, los participantes están conspirando, hablando mal del otro, tratando de eliminarse mutuamente. Los “realities” despiertan el sadismo, ver sufrir a un pocotón de personas que viven amontonadas, desarrollan la indiferencia, los celos, la venganza, las bajas acciones, todo les parece valido con tal de alcanzar el premio.
Aquí en Venezuela el premio eran los fondos petroleros, estos ya pasaron a las manos de los que participaron en este desastre, el resultado es una realidad que daría vergüenza televisarla.
Como explicar que un país con tantos ingresos, logró convertir en “pobres haciendo colas” a la gran mayoría de ciudadanos honestos, tan solo porque los que participaban en el juego se prestaron a cualquier medida por corrupta que fuera, que les permitiera apoderarse de la mayor cantidad de riqueza en el menor tiempo posible, arrasando con el futuro de la nuevas generaciones y aplastado al que se les atravesara en el camino.
Mientras tanto el juego pareciese continuar, el del Congreso de la Republica debería llamarse “Como violar la constitución sin ruborizarse”, el problema es que las fieras no conocen eso, quizás se cambiaría el nombre por “Cuento con las fuerzas”.
Otros capítulos se ocupan con el eterno magnicidio, que me atrevería a afirmar que ya aburre, pero que involucra ex presidentes latinoamericanos, ciudadanos nacionales y extranjeros, curiosamente críticos al régimen autoritario venezolano. Este trillado recurso con fantasías de golpes de estado y mercenarios, sin que exista nadie detenido ni acusado, no produce audiencia.
Este es un gobierno, perdón una emisión televisiva, con poco talento, que no pasa de palabras ante las cámaras, porque su acción no se ve en la calle.
Que por ineficaz se encomienda al más allá, como si un muerto lo fuera a sacar de la mediocridad lo que no hizo en vida, Un gobierno donde sus integrantes escogieron el atajo para conseguir dinero, dejando de lado los valores, el esfuerzo, la experiencia y la preparación. Ha sido una mala programación que le ha causado un perjuicio incalculable a Venezuela, que los hizo famosos rápidamente pero que permitirá recordarlos como ineficientes, corruptos y traidores a la patria.
Claro olvidábamos decir que el que diseño el programa, se encuentra disfrutando los beneficios, tranquilo en su silla de ruedas mirando al mar, allá lejos en la Habana.
ncastellanoh@gmail.com
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