jueves, 15 de agosto de 2013

ANDRÉS HOYOS, LOS BEZOS DE MIDAS

Sé muy bien que los dueños de este periódico no eran los pobres de su clase y que El Tiempo ahora pertenece al hombre más rico de Colombia.
Sin embargo, la adquisición de The Washington Post por el magnate de internet, Jeff Bezos, es harina de otro costal. Uno no sabe qué resulta más impresionante, si el hecho de que este diario legendario, el único que ha tumbado al hombre más poderoso del mundo, se venda como un yate viejo, o su precio de 250 millones de dólares, menor que el pagado por El Tiempo en Colombia y apenas una cuarta parte de lo que Google pagó por Waze, una aplicación para conocer el tráfico y guiarse desde el teléfono. En los negocios el futuro parece valer todo, el pasado casi nada. A algunos esta “filosofía” no nos gusta, pero qué le vamos a hacer.
Bezos, hijo de madre adolescente, fue el clásico nerd del curso y pronto se convirtió en un visionario yerto. Pese a que yo solía comprar libros en Amazon y ahora compro allí mercancías diversas, el hombre nunca fue santo de mi devoción. Amazon empezó como un sitio para vender libros de papel, aprovechando que su localización le permitía evitar legalmente el pago del IVA en casi todos los estados gringos y agregando a la cocción descuentos parecidos al dumping. Con esta combinación de factores, más la facilidad de búsqueda y pago, fueron llevando a la quiebra, una tras otra, a las librerías tradicionales. Luego agregaron a la cocción miles de productos nuevos, y hoy Amazon vende desde licuadoras hasta comida para gatos. Apenas pudo, Bezos traicionó a los libros sin el menor remordimiento, y la justicia divina ha querido que le vaya mal con el Kindle, arrasado por el iPad, así el adminículo de lectura aparezca siempre destacado en el primer pantallazo de Amazon.
La compra del Post le costó a Bezos el 1% de su colosal fortuna, como quien dice dinero de bolsillo. Cabe poca duda, pues, de que la principal razón para comprarlo fue el precio. No sabemos qué hará con el periódico y tampoco vale la pena especular. No arriesga verdadero capital, sólo su reputación. De cualquier modo, conocer bien al cliente para hacerle concesiones y sugerencias precisas, la idea central de Amazon, puede ser fatal en el mundo de los periódicos, donde a diario hay que publicar lo que el cliente no quiere leer.
Dicho todo lo anterior, quien desencadenó el proceso de venta del Post no fue el nuevo dueño, sino el periódico. El Post perdía dinero. Sus dueños hasta la semana pasada, los Graham, no eran ningunas lumbreras. Baste con recordar Newsweek, la copia pálida y aburrida de Time que tuvieron que cerrar en 2012.
El problema de fondo está en el modelo de negocios de la prensa escrita, basado en los anuncios impresos, en los clasificados, en las suscripciones y en las ventas de calle, todos rubros decrecientes. Los periódicos tienen, sí, nuevas fuentes electrónicas, que sin embargo no alcanzan ni por poco para cubrir el faltante. Lo peor es que el modelo parece afectado por razones estructurales, en particular por falta de demanda, ya que la gente joven, la preferida por los anunciantes, no tiene tiempo para leer su periódico matutino o —corrijo— sí lo tiene pero no se lo quiere gastar en eso. Se informa por otras vías. ¿Mejores? Puede que no, pero si a ellos no les importa...
Los periódicos independientes padecen hoy el mal del hidalgo empobrecido. Dicen airados que nunca venderán, mientras esperan a que algún Jeff les aplique el beso de Midas.
andreshoyos@elmalpensante.com

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