sábado, 31 de agosto de 2013

JUAN GABRIEL VÁSQUEZ, LECCIONES DE PAZ PARA OÍDOS AUSENTES, FUENTE EL ESPECTADOR DE COLOMBIA

El plan de paz que diseñó en 1987 puso fin a una guerra civil que se había cobrado más de cien mil víctimas en Centroamérica, y lo hizo peleando contra la oposición simultánea de los Estados Unidos y de la Unión Soviética: no es exagerado decir que se enfrentó a la Guerra Fría y salió ganando. Ha viajado por medio mundo enterándose de los procesos de paz que se han dado en otros conflictos, de Sudáfrica a Irlanda, y ha liderado las políticas de desarme más exitosas que se han visto en nuestro continente. 

Por todo eso, era lícito esperar que su presencia esta semana en Colombia atrajera la atención de los que tienen algo que decir acerca del proceso de La Habana. Arias vino invitado por Ulibro, la Feria del Libro de Bucaramanga, y allí, en el auditorio nuevo de la Universidad Autónoma, este hombre que se ha ganado a pulso el derecho de hablar de paz hizo un discurso lleno de ideas y propuestas y consejos. Pero los posibles beneficiarios de su experiencia, las personas que ahora mismo negocian nuestro futuro o tienen voz o voto sobre lo que pasa en La Habana, no estaban allí. Y les habría venido bien oír lo que dijo.

O quizá soy injusto: quizá esos beneficiarios siguieron atentamente las conferencias por streaming. Si es así, habrán escuchado a Óscar Arias decir que el proceso de paz, en su opinión, habría debido comenzar con el cese de hostilidades: “Acordar un alto al fuego, a los secuestros, a los asaltos, a los atentados, hubiera sido una demostración elemental de buena fe de las dos partes en conflicto y también una de las mejores maneras de aumentar las probabilidades de que se sintieran comprometidas a llevar la negociación hasta el final. Para que un proceso de negociación tenga éxito, todos deben sentir que tienen participación en el resultado y que tienen mucho que perder en caso de desistir”. Habrán escuchado a Óscar Arias decir que, al contrario de las opiniones que han manifestado varios de nuestros congresistas y negociadores, el tiempo no es ilimitado: “Muchas veces he dicho que la paz no es fruto de la impaciencia. Pero mucho menos es fruto del perfeccionismo y la postergación. Las partes deben sentir que tienen tiempo para decidir, pero que ese tiempo no es ilimitado. El conflicto centroamericano nos enseñó la importancia de aprovechar el moméntum. La atención del mundo es breve, los recursos son escasos y otras prioridades compiten siempre con la búsqueda de la paz”.

La guerra que Arias logró terminar es, con mucho, la más parecida a la que nos agobia, y sólo por eso son atendibles (yo diría: invaluables) sus lecciones, su experiencia y su sensatez. 

“Se requiere humildad y flexibilidad”, dijo Arias hablando de los procesos de paz. “Se requiere hidalguía y sentido de responsabilidad histórica. 

Lo que nos enseñan procesos como el de Irlanda del Norte, como el de Sudáfrica, como el de Centroamérica, es que la paz no es la obra de héroes ni titanes, sino de hombres y mujeres imperfectos, luchando en tiempos difíciles por un resultado incierto”.

Eso dijo Arias. Y yo me digo: ojalá alguien, en Cuba o en Colombia, haya tomado nota.

http://www.elespectador.com/opinion/lecciones-de-paz-oidos-ausentes-columna-443365

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