La historia es implacable, ningún gobernante es perpetuo. Había sido nombrado Capitán General del Ejército e Isla de Puerto Rico, Gobernador Militar de su Plaza, el brigadier Domingo de Monteverde, el 03-12-1823. No obstante ello, solicitó que se le expidiese una orden escrita para prevenir cualquier contrariedad en virtud de: "la experiencia y conocimiento que tengo adquirido del genio y propensión a toda clase de novedad de los americanos..." por hechos ocurridos con sus mismos oficiales durante su presencia en Venezuela, tierra a la sometió sin piedad en los inicios de la República. Exigía esa formalidad a fin que: "se evitaran disgustos, y se afirmara el objeto de mi comisión...". El Rey, por último, dispuso la suspensión de su viaje y la permanencia en el cargo del Mariscal de Campo Miguel de la Torre.
Había logrado Monteverde derrotar a la República que: "el traidor Miranda" había defendido, y avisaba al Rey que hizo jurar a Caracas: "lealtad eterna" el 24-12-1812, en: "un día de efusión y alegría universal. Parece que todos olvidaban las calamidades de la guerra, los furores del gobierno intruso, y los estragos del terremoto... en las tres principales Plazas de esta arruinada ciudad". Sin embargo, poco duraría ese gozo, cuando entre varios hechos que le fueron adversos, el 06 de agosto de 1813, Bolívar entró a Caracas triunfante, concluyendo la llamada: "Campaña Admirable", asegurando que continuase Monteverde reducido en la Plaza de Puerto Cabello, donde fue depuesto por los suyos. Había señalado anteriormente el realista que Venezuela: "se halla en entera tranquilidad", olvidando la vindicta de la justicia y la razón.
Domingo de Monteverde y Rivas, Lugo y Home -quien fue Capitán General de Venezuela-, era originario de Laguna, Canarias. Su abuelo paterno Manuel Joaquín de Monteverde, nacido en la villa de Orotava, había recibido privilegios y escudo. De la misma manera, Valentín de Rivas, su abuelo materno, obtuvo gracias reales.
Monteverde fue Capitán de Navíos de la Real Armada, y su padre Antonio, Capitán de Milicias. Su casa, era según su expediente como caballero de la orden de Carlos III: "una de las principales de ésta Isla de Tenerife" y "está emparentado con todos los títulos de Castilla de la Provincia, y con todos los caballeros de las cuatro órdenes militares que ha habido... en estas Islas". Eran considerados: "limpios, cristianos viejos, sin raza ni mezcla de judío, moro, o converso...". Igualmente, se le juzgó como un hombre: "de una vida arreglada y de muy buenas costumbres" con: "distinguidos servicios... y con particularidad en Caracas contra los rebeldes insurgentes en aquella provincia..., donde con su valor en medio de los mayores peligros subyugó todas las provincias de la capitanía general de Venezuela". No tuvo desde entonces mayores lucimientos en América.
Despótico, ambicioso, aventurero y cruel, fue acusado por el Regente Heredia por: "el destrozo de este bellísimo país", haber violado la capitulación de 1812 y llevado a prisión a numerosos individuos, afirmando el funcionario colonial que: "las opiniones... no se disipan con suplicios..." y que era necesario restablecer: "la confianza, la seguridad y la tranquilidad que son las que constituyen la fuerza moral que sostiene a los Gobiernos justos", juicio sustancial válido ayer y hoy.
La suerte de Monteverde cambió dramáticamente. La derrota militar que sufrió en Maturín por parte de Piar, le alteró de manera significativa. Un testimonio de la época por parte del ingeniero realista José Mariano Aloy al encontrar a Monteverde en Valencia señalaba que: "... me dirigí al General, a quien todos habían abandonado menos tres oficiales, y lo hallé en el último abatimiento; dispuso a retirarse a esta plaza [Puerto Cabello] y en ella ha continuado, perdido el tino enteramente, pues está como fuera de juicio...", y finalizaba: "El Sr. C.G. Monteverde, fue gravemente herido, haciéndose víctima de su propio plan contra el dictamen de la Junta de Guerra ... En vista de tan costosa experiencia, del estado físico y mental..., puede asegurarse también que echará a perder todo cuanto se ponga a su cuidado...".
Asi concluyó de hecho su mando en Venezuela, en medio de la derrota y el desconocimiento de los suyos, en medio de sus males físicos y la anarquía de los españoles, que algunos observaban: "... en las enemistades de Monteverde con Zeballos, y los militares de profesión con los de genio que mandan los demás cuerpos de lo interior como Boves, Yanez, Millet...". Lo sucedió el Mariscal de Campo don Juan Manuel Cagigal, pero para muchos españoles, como expresaba don Francisco de la Hoz, comisionado del gobierno español en Curazao: "... D. Tomás Boves que se halla en Calabozo,... es el único oficial que sabe hacer la guerra contra el tirano Bolívar...".
De estos y otros sucesos en la difícil formación de nuestra República, se están cumpliendo doscientos años de heroísmo y sacrificios por la libertad.
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